El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió hoy que la situación de la Argentina es frágil por su alta inflación, su elevado nivel de pobreza y su bajo nivel de crecimiento económico, entre otros factores.
En su habitual conferencia de prensa, el vocero del organismo, Gerry Rice, defendió –según publica Infobae– la aprobación del nuevo programa del país registrada el viernes pasado, aunque ratificó que los riesgos son muy altos y una gran parte del éxito depende de la voluntad doméstica para implementar las metas acordadas.
Por otro lado, el funcionario no quiso referirse a la creciente discusión en torno de la dolarización en la Argentina, que ya se tradujo en la presentación de un proyecto en el Congreso Nacional por parte de un diputado del radicalismo. “La política cambiaria es la que se definió en el acuerdo”, dijo Rice.
Cabe recordar que, según fuentes oficiales, el Gobierno ya pagó el viernes pasado los USD 2800 millones en vencimientos que debía abonarle al FMI antes de la firma del programa y que decidió postergar hasta que no se concretara la aprobación en el directorio, como precisó el presidente Alberto Fernández.
“Creemos que el programa de Argentina tiene objetivos pragmáticos y realistas con políticas creíbles que permitirán fortalecer la situación del país y comenzar el proceso de bajar la inflación con una reducción gradual del déficit fiscal y fortalecer el esquema monetario, el poder del peso y la competitividad de sectores claves”, expresó Rice.
Pero sobre todo, “lo que importa sobre todo es la implementación; parafraseando a Winston Churchill: estamos en el final del comienzo”.
Sobre los riesgos del programa, subrayados en la comunicación del acuerdo, sostuvo: “Hay riesgos excepcionalmente altos, pero creemos que el programa tiene objetivos pragmáticos y realistas; si se implementan, podrán lograr los objetivos”.
“Los riesgos del programa son excepcionalmente altos porque la situación económica y social de la Argentina es frágil y nuevos shocks se han materializado; en los últimos 3 años la economía ha sufrido una recesión, con alta pobreza y una alta inflación. Aunque la economía se está recuperando más sólidamente que lo que se preveía, hay otro shock que se sumó, asociado a la situación en Ucrania como en otros países y por eso no es sorpresivo que el riesgo sea alto”, afirmó.
Respecto de la posibilidad de discutir nuevamente la reducción de las sobretasas del crédito del país, como lo ha solicitado hasta ahora sin éxito el ministro Martín Guzmán, Rice aclaró: “No son para todos los créditos, sino para países con créditos excepcionalmente altos; los artículos del FMI no permiten suspensiones particulares para un país determinado y no estoy al tanto de ninguna discusión particular que se vaya a producir sobre este tema”.
Cabe recordar que el viernes pasado el directorio del Fondo aprobó un programa por 3 años para la Argentina para refinanciar en 12 años una deuda de unos USD 45.000 millones.
De este modo, comenzó el Extended Fund Facility (EFF) que reemplazará al Stand By que firmó el gobierno de Mauricio Macri, luego de casi dos años de renegociación. El Gobierno aceleró el tratamiento de un nuevo programa con el FMI luego de las elecciones legislativas del año pasado, en una discusión que estuvo marcada por las diferencias internas en el Frente de Todos.
Por este acuerdo, el Gobierno argentino se comprometió a cumplir una serie de metas macroeconómicas que serán exigibles por parte del FMI como condición para habilitar desembolsos trimestrales, que le servirán al Estado argentino para afrontar el calendario de vencimientos con el organismo, de acuerdo a la hoja de ruta establecida en el SBA de 2018.
A mediados de mayo tendrá lugar la primera evaluación de desempeño por parte del equipo técnico del Fondo Monetario. El Ministerio de Economía y el Banco Central deberán alcanzar objetivos concretos de reducción de la emisión monetaria del BCRA hacia el Tesoro, un techo de déficit primario y un piso de acumulación de reservas, entre otras metas.
Este año el Gobierno deberá mostrar, según el nuevo programa económico, un déficit fiscal primario del 2,5% del Producto Bruto Interno, una monetización del rojo fiscal equivalente al 1% del PBI y sumar USD 5.800 millones en términos netos a las reservas del Banco Central.
El programa tendrá en los primeros dos años y medio 10 revisiones que serán trimestrales y el primer desembolso será de USD 9.800 millones, luego de que el board brindara su conformidad.
En 2022 habrá financiamiento neto del FMI equivalente al 0,7% del Producto Interno Bruto (PIB), para recuperar reservas. A esta suma se agregaría un financiamiento extra de USD 2.600 millones de otros organismos multilaterales, para ayudar a cerrar la brecha fiscal de este año.
En este contexto, se prevé que la cuenta corriente externa se mantendrá en superávit, y junto a un aumento de la Inversión Extranjera Directa (IED) y la entrada de flujos oficiales netos, facilitará una acumulación de reservas netas de USD 15.000 millones durante el programa y reforzará el régimen de deslizamiento cambiario (crawling peg).
Más inflación global
Por otra parte, Rice se refirió este jueves a las crecientes presiones inflacionarias globales por la invasión rusa a Ucrania y al impacto de los cortes en la cadena de abastecimiento sobre el PBI y el costo de vida internacional.
“Este problema incrementará el costo de vida sobre todo para los hogares más pobres y sumará más riesgos a las presiones inflacionarias previas. Si hay más riesgo los bancos centrales deberán acelerar la suba de las tasas de interés, pero no hay que crear más trabas ni controles”, afirmó.
Además, este conflicto “afectará el precio y la cantidad de materias primas y en particular comida y energía; los más impactados por estos fenómenos serán los pobres con mayor gasto en productos esenciales. A la vez, los productores de combustibles a la vez pueden verse beneficiados”, concluyó.