El filme que marcó el final de Tom Cruise y Nicole Kidman: de los insólitos pedidos de Stanley Kubrick en las escenas de sexo al curioso récord Guinness

Ojos bien cerrados, la película que el genial director filmó poco antes de su muerte, generó una expectativa inusitada que se aplacó a escasos días de su estreno Con la saga de Misión Imposible, Cruise…

lunes 20/06/2022 - 9:29
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Ojos bien cerrados, la película que el genial director filmó poco antes de su muerte, generó una expectativa inusitada que se aplacó a escasos días de su estreno

Con la saga de Misión Imposible, Cruise logró el cetro de especialista en cine de acción. Pero repasando su carrera no siempre fue así. A fines de la década del 90, el actor buscaba lo que buscan la mayoría de los artistas bendecidos con la belleza: que miren el contenido más que el envase.

Después de protagonizar Top Gun, Cocktail y Días de trueno, intentó por todos los medios ser tomado como un artista versátil y se embarcó en proyectos como Nacido el 4 de Julio y Entrevista con un vampiro, según publica Infobae.

Mientras buscaba su identidad como actor, Cruise también buscaba su gran amor. Después de un corto matrimonio con Mimi Rogers y un breve romance con Rebecca de Mornay, conoció a una bellísima australiana de 23 años: Nicole Kidman (quien este lunes 20 de junio celebra sus 54 años).

La actriz, contó que mientras miraba por la ventana de una oficina, vio a Cruise bajarse de su Porsche. Él se acerco y ella no pudo evitar quedarse maravillada.

Cuando los presentaron, su metro ochenta sobresalía claramente sobre el metro setenta del actor, pero a ninguno le importó. Kidman quedó tan impactada que apenas pudo concentrarse. “Acabo de dar la peor prueba de mi vida. Nunca conseguiré el papel”, pensaba al regresar a su casa. Pero no solo consiguió el trabajo; también un gran amor.

Con a penas un año de conocerse, el 24 de diciembre de 1990 se casaron en una boda secreta en las Montañas Rocosas en Colorado. Nicole tenía 23 años y Tom, cinco más. Al tiempo, el matrimonio adoptó a Isabella y luego a Connor.

Pero los desacuerdos no se hicieron esperar, y todo cambió cuando Tom decidió unirse al culto de la Cienciología. Desde el comienzo, Kidman no vio con buenos ojos su decisión. Pese a esto, se mostraban como una pareja consolidada y seguían atrayendo a todos.

Nicole se encontraba filmando Retrato de una dama en 1996, Reino Unido, cuando su esposo decidió ir a visitarla. Allí, conoció al director, Stanley Kubrick que casualmente buscaba una pareja para su nuevo proyecto: Ojos bien cerrados. Un thriller erótico que exploraba la infidelidad y que sugería que hasta la pareja más perfecta no podía escapar de ella.

Cruise se ofreció a protagonizarla con su mujer, y Kubrick no lo podía creer. Su primera opción había sido Alec Baldwin y Kim Basinger, que por esa época también eran un matrimonio consolidado. Pero ante la propuesta de Cruise no dudó en aceptar, y los estudios, mucho menos.

El actor, pensó que trabajar con Kubrick lo sacaría para siempre del rol de galán. Todos estaban encantados. No terminarían igual.

El rodaje de la película empezó en noviembre de 1996 y duró hasta junio de 1998. Se demoró tanto que al terminar logró un galardón tan insólito como único: la grabación ininterrumpida “más larga de la historia”, como figura en el libro Guinness de los Récords.

Desde que se escuchó el primer “acción” hasta el último pasaron más de 15 meses, es decir, 46 semanas ininterrumpidas de rodaje. Tom y Nicole, habían firmado un contrato hasta que finalizara su trabajo, tuvieron que instalarse en Londres con sus hijos. La estadía se prolongó tanto que los chicos acabaron hablando con acento inglés.

Harvey Keitel también tuvo problemas con la “grabación larga duración”. El rodaje se superpuso con el de Graceland y debió abandonar Ojos bien cerrados. Su lugar fue ocupado por Sidney Pollack, que en general estaba detrás de cámara pero esta vez se puso al frente.

Además de los tiempos, Kidman y Cruise tuvieron que aceptar ciertos requerimientos por lo menos insólitos del director.

Kubrick padecía una fuerte fobia a volar y decidió que la película tendría el marco de Manhattan pero se rodaría en los estudios de Londres, ciudad donde residía. Así que el director reversionó el dicho de “si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma”, por un si el “director no va a Nueva York, Nueva York va al director”.

En vez de adaptar la trama a la nueva locación envió a sus técnicos a Manhattan para que midieran el ancho de calles, edificios, y tomaran imágenes de kioscos, postes de correos y cabinas telefónicas, todo para reproducirlos en Londres.

En torno a los métodos y el trabajo de Kubrick existen varias leyendas urbanas que los protagonistas nunca confirmaron pero tampoco desmintieron.

Lo que sí confirmaron, y hay testigos, es que el perfeccionismo de Kubrick llegó al extremo de ordenar repetir 95 veces -sí, leyó bien ¡95 veces!- una escena en la que Tom Cruise debía… cruzar una puerta.

La escena de un minuto en la que el personaje de Kidman practica sexo con otro hombre en un affaire imaginario demandó ¡seis días! La rubia tuvo que realizar las escenas desnuda y practicando con un modelo.

En una extraña combinación de dirección actoral y algo de morbo, el director le prohibió la entrada de Cruise al rodaje. Eso sí, no ahorró detalles y le describió las más de 50 posturas sexuales que le exigió a Kidman.

Otra medida extraña fue que, para que se compenetraran más con sus roles, les pidió que durmieran en la habitación de los personajes durante buena parte del rodaje.

Ellos subieron la apuesta: eligieron los colores de las cortinas y llevaron ropa de cama y buena cantidad de indumentaria propia para seguir el juego del director.

Ya antes de arrancar el rodaje, Kubrick jugó al límite entre la realidad y ficción. Les pidió a los protagonistas asistir con él a unas sesiones de psicoanálisis en las que la pareja confesó sus problemas reales.

Ante las dudas por el trabajo del director y la exposición a la que los obligó, Kidman aclaró años después: “Cuando fui a trabajar con Stanley Kubrick, él dijo: ‘Voy a querer desnudez frontal total’, y yo respondí: ‘Ay, no lo sé’, así que llegamos a un gran acuerdo, que era contractual.

Me mostraría las escenas con desnudos antes de que aparecieran en la película. Entonces pude sentirme completamente segura. No dije que no a nada de eso. Quería cerciorarme de que no iba a estar parada allí desnuda y todos burlándose de mí. Estaba protegida”, narró en The New York Times.

Para romper con la imagen tiránica del director, contó que le gustaba ir a comer al motorhome de la pareja y que era fanático de los videos de animales, a los que consideraba “mucho más agradables que los seres humanos”.

Las exigencias del director, la filmación interminable, provocó tal estrés en Cruise que terminó con úlceras estomacales, pero nunca se lo contó a Kubrick porque no quería preocuparlo o quizás que todo se alargara más.

Finalmente la película se estrenó. La expectativa era tal que la revista Time le dedicó la tapa y una nota de ocho páginas. Aunque duraba dos horas y 21 minutos, Ojos bien cerrados tenía todo para ser un éxito: sexo, presupuesto, director de prestigio y las dos mayores estrellas de ese momento.

Sin embargo fue una de las raras ocasiones donde público y crítica coincidieron en no coincidir. Para algunos era una obra maestra y para otros un despropósito. Ni el boca a boca ni la publicidad funcionaron y luego del impulso inicial -algo mirón- por ver a los dos actores en escenas de intimidad, la película pasó sin pena ni gloria. No fue un completo fracaso pero tampoco un gran éxito. Se invirtieron 65 millones de dólares y recaudó 160.

Luego del estreno, el matrimonio anunció su separación. Así como se casaron en una ceremonia secreta se separaron sin dar explicaciones ni provocar escándalos. No hubo comunicados ni anuncios oficiales.

Algunos trascendidos señalaban que la decisión de Tom de convertir a sus hijos en fieles seguidores de la Cienciología fue el motivo de la separación. También la negativa de Nicole de abandonar el catolicismo y sobre todo, su oposición terminante a intervenir en la vida de sus hijos para imponer sus propias creencias.

Kubrick no alcanzó a ver la separación de sus protagonistas. Murió cuatro días después de entregar la edición final de la película a la productora Warner Bros y a cuatro meses de su estreno en Estados Unidos, el 16 de julio de 1999.

El director solía repetir que “si puede ser escrito, o pensado, puede ser filmado”. Pero si filmar puede salvar o no matrimonios, nada dijo.

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