El Directorio de YPF, la petrolera controlada por el Estado nacional, se reunió este jueves con dos temas excluyentes en el orden del día: en primer lugar, se aprobó la cesión de unas 55 campos maduros de los que la empresa pretende retirarse. Las áreas, que para facilitar su venta fueron agrupadas en más de 15 clusters, están ubicadas en varias provincias como Santa Cruz, Chubut, Neuquén y Mendoza, entre otras.
Todos los directores de la compañía votaron unánimemente a favor de la medida, incluso aquellos que representan a los gobernadores de las provincias petroleras, que en algunos casos habían sido críticos de la decisión de YPF, según publica EconoJournal.
El proceso, que se lanzará formalmente en las próximas semanas, contempla distintas alternativas que van desde la venta total o parcial hasta la reversión de esos bloques a las provincias de origen. En todos esas áreas, YPF tiene decidido dejar de ser el ‘operador‘, tal como se conoce en la jerga petrolera a la potestad de fijar el programa de desarrollo de un yacimiento más allá de que existan socios que compartan el mismo o mayor porcentaje accionario del área.
El CEO de YPF, Horacio Marín, pretende que esos campos sean operadas por petroleras independientes del mercado local —como Capsa-Capex, Aconcagua Energía, Crown Point, Oilstone y Quintana Energy, entre otras— con capacidad de hacer foco en reservorios que precisan de mucha eficiencia operativa para ser rentables porque ya pasaron su pico de rendimiento.
Incluso se apunta a que el proceso de salida de YPF contribuya a la creación de nuevas compañías operadores o uniones transitorias (UTE’s) de empresas de servicios interesadas en poner en valor esos campos, entre las que por ejemplo figura PeCom, el histórico brazo petrolero del grupo Perez Companc que evalúa retomar la operación de yacimientos. La petrolera bajo control estatal aspira a ser garante de la aparición de nuevos jugadores en la industria, una de las cuentas pendientes que enfrenta desde hace décadas un sector que está altamente concentrado.
En algún punto, el proceso de campos maduros que inició YPF, que de fondo se explica por la necesidad de centrar su inversión en Vaca Muerta para incrementar la exportación de petróleo, se asemeja al que realizó Petrobras, la petrolera controlada por el estado brasileño, que en 2013 tomó la decisión de desprenderse de todos sus yacimientos convencionales para enfocarse en el desarrollo del Pre-sal, la formación offshore que posee enormes reservas de hidrocarburos.
Recorte millonario
En segundo lugar, el Directorio de YPF aprobó un recorte millonario en la valuación económica -write off, en inglés- de muchos de esos yacimientos que fueron sobrevaluados por la gestión anterior para poder justificar, de manera artificial, su explotación ante organismos internacionales como la SEC, la comisión que fiscaliza la operación de empresas cotizantes en la Bolsa de Nueva York como la petrolera argentina, según coincidieron especialistas en Oil&Gas consultados por este medio.
En concreto, del hecho relevante enviado a primera hora de este viernes a la Comisión Nacional de Valores (CNV) se desprende que el máximo órgano de dirección de YPF admite que la gestión anterior que encabezó Pablo González infló de forma discrecional el valor en el balance de la empresa de muchas áreas petroleras, como por ejemplo las que posee en Santa Cruz, provincia de origen del ex titular de la empresa, para poder continuar invirtiendo en esos yacimientos donde, en los hechos, YPF estaba perdiendo plata.
Lo que hizo metodológicamente la compañía fue valuar en un mismo activo áreas que tenían comportamientos económicos diversos, dado que algunas ganaban dinero y muchas otras lo perdían de forma tal que el resultado neto era positivo. Es una práctica irregular que, evidentemente, viene desde hace larga data.
La anterior gestión de YPF que encabezó González la utilizó para justificar ante sus inversores privados —que poseen un 49% del capital accionario de la empresa— la decisión de desembolsar más de US$ 400 millones en Santa Cruz durante el año pasado pese a que en Los Perales, su principal yacimiento en la provincia, pierde a razón de 2 millones de dólares por mes (valorizado a un precio del crudo de 70 dólares), según datos relevados por EconoJournal suministrados por fuentes provinciales.
A pesar de eso, la valuación de los activos de una petrolera requiere de cálculos que no son sencillos de realizar, porque se debe tener en cuenta además el costo de reposición del crudo que producen esas áreas y el importe de un eventual cierre de pozos abandonados. Es decir, en el borde podría llegar a justificarse la explotación de un yacimiento que pierde plata en caso de que importar desde el exterior ese mismo volumen de petróleo a precio internacional fuese todavía más caro.
En cualquier caso, si la intención es poner en valor la explotación de las más de 50 áreas de las que se desprenderá YPF un aspecto central será readecuar la cantidad de operarios que hoy está empleada en esos yacimientos (que explica el elevado lifting cost de los campos), por lo que será inevitable encarar una profunda negociación con los sindicatos petroleros, uno de los aspectos que más preocupa a las empresas interesadas en los yacimientos.
Sea como fuere, YPF tomó ahora la decisión de sincerar en sus libros contables el valor real de sus reservas convencionales asumiendo una pérdida millonaria que ronda los US$ 1800 millones, según comunicó YPF a la CNV. No se registraba un write off tan importante desde hace casi 20 años cuando la española Repsol recortó abruptamente casi 3 de los 12 TCF de reservas probadas de Loma La Lata y El Portón, por entonces dos de los mayores yacimientos de gas de la Argentina. El recorte de la valuación de los yacimientos convencionales es una condición necesaria para poder desprenderse de ellos a un precio realista, dado que ningún inversor iba a estar dispuesto a pagar el precio que figuraba en los balances de la empresa.