El desplome de las acciones de YPF a mínimos históricos, específicamente a los niveles de la crisis de 2002, se explica en parte por los críticos factores económicos y financieros por todos ya conocidos y que afectan a la inmensa mayoría de las empresas y acciones argentinas.
También, y que creemos fundamental, obedece al sistemático desguace al que la administración Macri sometió a la petrolera estatal. En efecto, YPF reportó una pérdida de 8.153 millones de pesos durante el primer trimestre, mientras que de 2.327 millones en el segundo. La suma de ambas totaliza 10.480 millones de pesos de resultado negativo neto.
A la hora de explicar estos resultados, YPF se escuda en el exceso de oferta como responsable de la caída de su producción de gas y de la fuerte reducción de sus volúmenes comercializados en el país. Pero lo que YPF no dice, es que estas son las consecuencias de la política hidrocarburífera neoliberal, que ha posicionado a Tecpetrol (Techint) como actor protagónico del mercado gasífero argentino –según publica Ámbito-.
El cierre de pozos de la estatal, más que por culpa de la caída en la demanda doméstica, es consecuencia de la hegemonía Techint que, si bien produce muchísima menor cantidad de gas que YPF, ha capturado la demanda, por cierto, en caída libre.
Ojalá YPF siguiera los pasos de Tecpetrol. Quiero decir, no es esto responsabilidad de esta empresa, sino del gobierno nacional y del gobierno de la provincia del Neuquén.
De hecho, en la oferta de gas neuquino, nosotros medimos un retroceso de la participación de YPF a niveles de 2013 al mes de mayo, mientras que en 2018 cerró a valores de 2015.
Todo este engendro -resultado de la política hidrocarburífera de Macri- conduce a que a YPF, primero Aranguren y ahora Lopetegui, la compensen con mayores exportaciones, incluso echando mano a concesiones con producción a la baja.
YPF, entonces, mientras se ve obligada a cerrar pozos, se envalentona y apuesta al GNL, dedicándole encima valiosísimos recursos y tiempo a proyectos para mediados de la década del veinte, en un mercado como es este, complejísimo, de enorme incertidumbre y al que el país llega muy tarde.
Exhortamos a que el Estado nacional ponga en marcha de forma perentoria un programa para la adquisición de acciones propias, fortaleciendo así su posición en el mercado. Y que sea el propio Estado nacional, si es que YPF no puede hacerlo dadas sus alicaídas cuentas, el que salga al rescate con los fondos líquidos necesarios para poder encararlo.