Se devaluará más rápido el tipo de cambio oficial y podrían subir más rápido las tasas. Además, se viene una renegociación con el FMI por las metas. Pero lo más fuerte pasa por un recrudecimiento de la interna del gobierno con el kirchnerismo duro.
Aunque nadie se va a sorprender por el dato, el pico de inflación de marzo que el INDEC divulgará oficialmente el miércoles tendrá una ola expansiva sobre la economía y la política. Según los analistas que contestan el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que divulga todos los meses el Banco Central, se estima que el índice de precios minorista subirá 59,2% en 2022, contra 55% que se proyectaba hace apenas un mes. Esto significa que la guerra en Ucrania estaría agregando “apenas” 4,2 puntos a la inflación del año, pero claramente el problema viene de mucho antes.
La inflación ya está corriendo a tasas anualizadas cercanas al 80%, considerando el acumulado del primer trimestre. Esto genera un fuerte aumento de la “nominalidad” de la economía, con impacto en salarios, tasas y tipo de cambio.
En marzo la inflación se ubicaría entre 5,5% y 6%, en parte por la fuerte suba de los precios de las materias primas que gatilló la invasión de Rusia a Ucrania. El impacto se hizo sentir sobre todo en los precios de los alimentos, que rápidamente ajustaron al alza. Pero también pegó el cambio de temporada de vestimenta y el inicio del ciclo lectivo, lo que por supuesto no tiene nada que ver, al menos de manera directa, con el conflicto bélico.
El Banco Central busca reaccionar con las pocas herramientas que tiene para ponerle freno a los precios. En la última semana aplicó una importante aceleración adicional del tipo de cambio, a una tasa de 4% mensual. De esta forma, la idea es que el dólar oficial no se atrase contra la inflación. Es decir, mantener la paridad real.
La aceleración del dólar oficial es la antesala de un nuevo incremento de las tasas de interés de corto plazo. Sin embargo, el titular del BCRA, Miguel Pesce, duda hasta qué punto es conveniente seguir haciéndolo. En las últimas semanas se reactivó la “bicicleta financiera”, favoreciendo a quienes apuestan a las inversiones en moneda local ajustadas por inflación.
Con un dólar libre que incluso bajó de los $ 200, la rentabilidad en moneda dura de efectuar una inversión en pesos es altísima. En los últimos dos meses fue posible ganar arriba del 20% en dólares directo por las tasas cercanas al 45% anual en pesos contra un dólar libre que viene cotizando en baja.
El peligro de seguir aumentando las tasas es que se transformen en una mochila cada vez más pesada para las empresas, generando una contracción económica y al mismo tiempo una suba mayor de precios, para compensar ese costo adicional.
El último informe de FIEL advierte que el Gobierno se quedó sin anclas nominales para dominar la inflación. El dólar oficial que venía aumentando al 1% ahora lo hace al 4%, las tarifas tendrán que subir a un ritmo mucho más rápido para ponerle un techo a los subsidios y además está pegando de lleno la guerra.
Por eso el pronóstico de inflación del 60% para el 2022 luce incluso conservador. Tendrá que haber señales muy claras que le pongan un límite a las remarcaciones de precios, más allá de las políticas de nulo resultado que son los controles.
El ataque de Feletti
El secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, fue nuevamente protagonista la semana pasada, pero no por insistir con sus viejas recetas, sino por haber salido a atacar de manera explícita al ministro de Economía, Martín Guzmán.
El ataque a Martín Guzmán por parte de Roberto Feletti sacó a relucir una vez más la interna del “albertismo” con el “kirchnerismo duro”. Ahora Cristina busca despegarse del dato de inflación de marzo, tal como antes lo hizo del acuerdo con el FMI
Sus críticas no pasaron desapercibidas y fueron una clara demostración de las internas del Gobierno, que enfrentan al “albertismo” con el kirchnerismo duro. La aceleración inflacionaria provocó que esas peleas sean todavía más visibles.
Se hace evidente el intento de Cristina Kirchner por despegarse lo más rápido posible del dato de inflación del miércoles próximo, cargando todas las culpas sobre Guzmán. Feletti sugirió un aumento de las retenciones a las exportaciones, insistiendo con fórmulas que ya fracasaron antes. Además afectaría a las exportaciones y el ingreso de divisas justo cuando arranca la cosecha gruesa. Además, advirtió que de no aplicarse su receta “se va a poner feo”.
Total desconcierto
El desconcierto del Gobierno para atacar el problema de la inflación es total. Ni siquiera el plan acordado con el FMI sirvió al menos por ahora para ordenar las expectativas. Al contrario, dentro del kirchnerismo se refirieron a él como “letra muerta”, ante el cambio de las condiciones internacionales por la guerra. El arreglo establece una reducción gradual del déficit y una disminución todavía más acelerada de la emisión monetaria como fuente de financiamiento al Tesoro. Ninguno de los dos objetivos se cumpliría, por lo que tampoco se cuenta con estas “anclas” para que baje la inflación en los próximos meses.
La “temporada” de paritarias arranca ahora y los principales gremios buscarán aumentos escalonados que superen holgadamente el 50 por ciento. Atrás quedó la guía que pretendía Guzmán para alinear las variables a una suba del 40% anual. El escenario más probable es que los gremios más fuertes se acerquen al 60%, pero no sucederá lo mismo ni con los informales ni con los millones de monotributistas o cuentapropistas. La mayoría de ellos perderá claramente ante la escalada inflacionaria, que pega sobre todo en los precios de los alimentos.
El único dato que lleva cierta tranquilidad es la caída de la brecha cambiaria al 70%, producto de un dólar oficial que acelera mientras que el libre cayó de los $ 200. Pero es un alivio temporal que no va de la mano de la situación económica. Simplemente refleja que el dólar “contado con liquidación” ya había subido mucho desde el arranque de la pandemia, por lo que tiene lógica que ahora se estabilice.
Sería peligroso cantar victoria. Con la inflación tan alta es esperable que se termine condicionando también la cotización del dólar libre. Pero además el tipo de cambio podría volverse más sensible a las señales que empiecen a llegar desde la política.
La duda que ya carcome a los inversores es qué hará Cristina Kirchner en 2023. No son pocos los que consideran que podría ser ella misma la candidata presidencial. El “experimento” de Alberto Fernández como Presidente no funcionó como muchos esperaban. Parece raro que la vicepresidenta tenga espacio para concretar algo parecido el año próximo. Por eso no es descabellado que sea ella misma la que compita, buscando además asegurarse el bastión de la provincia de Buenos Aires. Por lo pronto, las encuestas la siguen mostrando competitiva, más allá de que aún tiene elevados niveles de rechazo.
La disputa electoral del año que viene podría calentarse incluso antes de tiempo si se sigue deteriorando la situación económica. Si crece la versión de una candidatura de Cristina, algo que tiene chances de suceder, impactaría negativamente en los activos locales (acciones o bonos). Y podría sacar al dólar de su letargo.
Su decisión de oponerse férreamente al compromiso con el FMI y ahora de alejarse del próximo dato de inflación deja en claro que busca preservar su caudal electoral, en especial en la provincia de Buenos Aires.
Para los inversores, el dato de inflación está en un segundo plano. En realidad, empiezan a observar con mayor atención como se va ordenando la política de cara a las elecciones presidenciales del año que viene. Una eventual candidatura de Cristina podría ser un cimbronazo para los precios de los activos, incluyendo al dólar
Tanto Guzmán como el titular del BCRA, Miguel Pesce, reaparecerán en escena luego de Semana Santa, ya que viajan a Washington. Concurrirán junto al staff técnico del palacio de Hacienda a la reunión de primavera del FMI. Más allá del evento formal, se calcula que habrá avances para renegociar algunas de las metas establecidas en el programa, que la Argentina no estará en condiciones de cumplir. “Ya antes de la guerra teníamos fuertes dudas sobre la posibilidad de acercarse a los targets que establece el acuerdo con el FMI”, aseguraron desde Moody´s.
La Argentina volvió a perder una oportunidad, con un acuerdo que no logró mejorar el humor de los mercados ni la confianza. Así lo demuestra el riesgo país, que continúa por encima de los 1.700 puntos básicos.
Ahora el objetivo del Gobierno debería ser modesto, pero al mismo tiempo desafiante: evitar un descontrol de precios que lleve a un escenario parecido a la hiperinflación. Si bien suena exagerado, no lo es tanto. Incluso Venezuela acaba de divulgar un dato de inflación inferior al de la Argentina por segundo mes consecutivo. Pero además el “dibujo” de la inflación local es una escalera que sube sin pausa hace ya casi 20 años. Ningún escenario, ni siquiera los peores, debería descartarse de antemano.