Si algo le faltaba a Néstor David Jones, era calzarse los guantes y, encima, ser figura de su equipo. Y no lo hizo en cualquier partido, sino en el que el ‘Aeronauta’ se jugaba la permanencia visitando en Río Gallegos al mejor del certamen a nivel País: Boca de esa ciudad. El 2 a 2 final fue apoteótico.
No se encuentran adjetivos. Superlativo. Único. Sublime. El que Ud. quiera como lector, queda corto para lo que ofreció hoy el delantero devenido en arquero del ‘Lobo’ comodorense.
Es que el partido lo comenzó perdiendo Jorge Newbery con el gol de Martín Carrillo a los 17 minutos de la primera parte, aunque casi enseguida niveló de cabeza Gonzalo Torres para los dirigidos por Jorge Izquierdo a los 24′. Hasta ahí, un partido normal.
Pero lo heroico llegó en el complemento, donde se definen los partidos. Y no fueron unos pocos minutos los que debió atajar Jones, todo lo contrario. Porque a los seis Fabio Vellido le atajó un penal a Carrillo y en el rebote se jugó la vida para volver a ahogar el grito santacruceño.
La arrojada actitud de Vellido tuvo un pro y una contra: volvió a impedir la anotación de Boca, pero se dislocó un hombro y debió salir muy dolorido, sin chances de seguir en juego. Como Newbery llegó a este partido sin arquero suplente (Martín Tula no pudo viajar por razones laborales), no hubo más remedio que darle el buzo de Fabio a un jugador de campo.
Y el más veterano asumió la responsabilidad, y lo hizo con creces. Con él en el arco -Jones- los comodorenses se adelantaron en el marcador promediando la etapa complementaria con un tanto del ‘Caku’ Alejandro Aynol y ahuyentaban toda chance de mirar otros resultados para evitar una promoción.
Si bien Boca arribó al empate seis minutos más tarde con una maniobra individual de Gonzalo Movio que terminó en la red del ‘Coreano’, el local siguió inquietando pero encontró firmeza en el improvisado arquero para mantener la igualdad que resultó definitiva.
Párrafo aparte para el Consejo Federal de la AFA que programó partidos entresemana sin ver este tipo de dificultades para equipos cuasi amateurs, donde muchos de sus futbolistas trabajan y no pueden viajar a mitad de la jornada laboral, máxime luego de dos fines de semana largos, donde los permisos no suelen abundar para este tipo de cuestiones.
A veces hay que mirar un poco más allá de la provincia de Buenos Aires y no pensar tanto en el turismo. Porque por estos lares la cosa es diferente y lo que no se puede cubrir policialmente en la pampa húmeda se posterga, pero aquí y más en Gallegos, el recambio del vil metal no influía en lo más mínimo para que se jugara en domingo.
Y si la solución de los descensos imponía jugar a la misma hora todos, bien podrían haber esperado hasta el próximo fin de semana. Porque a Newbery, que ha viajado mucho como todo equipo patagónico por las distancias, ese desliz le pudo haber costado muy caro si se concretaban otros guarismos en escenarios remotos. No hubiera sido justo.