La recesión llegó para quedarse. La aceleración inflacionaria y el programa de austeridad fiscal impactan de frente sobre el componente más importante del PBI: el consumo privado. El Indicador Mensual de consumo elaborado por el Instituto de Trabajo y Economía (ITE) de la Fundación Germán Abdala marcó en agosto un retroceso del 2,9 por ciento frente a igual período del año anterior. Con su tercera caída consecutiva, el índice alcanzó el nivel más bajo para un octavo mes del año desde 2009. La medición que neutraliza los factores estacionales arroja, por su parte, una caída del 0,8 por ciento contra julio y acumula una contracción de 4,7 por ciento desde diciembre pasado.
La pérdida de poder adquisitivo de los salarios y la destrucción de puestos de trabajo que explican la baja en el consumo anticipan el (sobre) cumplimiento de la proyección de desplome del PBI de 2,4 por ciento prevista ahora por el Gobierno.
“No fue la sequía como sostienen los funcionarios, las causas para la recesión que experimenta la economía argentina deben buscarse en la política económica implementada por el Gobierno. Un factor determinante es la caída en el consumo que comenzó hace tres meses y parece no encontrar un piso”, explicó el economista del ITE Juan Manuel Telechea. El consumo privado representa más del 70 por ciento del PBI, por eso el investigador sostiene que “no hay manera de que con la caída observada hasta ahora la economía repunte, descontamos una caída violenta que va a observarse con más intensidad en las ventas minoristas”. Las mediciones del INDEC, por su parte, comenzaron ayer a reflejar el impacto de la corrida cambiaria y el ajuste fiscal sobre el consumo privado, el cual registró una contracción del 1,1 por ciento en el segundo trimestre frente a los primeros tres meses del año (ver aparte).
“El golpe al consumo no solo se explica por la pérdida de poder adquisitivo sino por un deterioro en la estructura laboral con incremento en el desempleo que va a comenzar a observarse en las mediciones oficiales”, advierte Telechea al señalar el alcance de la recesión sobre la demanda interna. Hoy se conocerán las cifras para la desocupación durante el segundo trimestre del año. La información disponible para los asalariados del sector privado revela que la incertidumbre financiera y la recesión no solo aceleraron la destrucción de puestos de trabajo en la industria manufacturera sino que comenzó a arrastrar a las dos actividades encargadas de dinamizar la creación de empleo registrado durante 2017: el comercio y la construcción.
Un factor adicional a la hora de evaluar el desempeño del consumo interno es el desmantelamiento de las capacidades estatales en materia de administración de precios. Después de minimizar y abandonar Precios Cuidados, la aceleración inflacionaria que acompañó a la devaluación obligó a relanzar el programa. Los anuncios realizados a comienzos de mes no se trasladaron a las góndolas de los supermercados donde, según advierten los relevamientos de asociaciones de consumidores, se registran faltantes. La Secretaría de Comercio desestimó esas denuncias al considerar que “hay que darles tiempo a los hipermercados para que se reacomoden, no hay denuncias”.
“El impacto de una caída en el consumo no se limita a la demanda interna sino que repercute sobre la inversión”, sostiene Telechea del ITE, que depende de ATE y UTE. La historia argentina revela que, más allá del clima de negocios y las pruebas de amor ofrecidas al mercado, la inversión no es una variable autónoma sino que está inducida por el crecimiento del consumo y, en menor medida, las exportaciones –según publica Página 12-.
Entre los componentes relevados por los investigadores del ITE para construir su Indicador Mensual de Consumo se destacan las caídas del 31,0 por ciento interanual en las ventas de autos nacionales y la merma en las ventas minoristas de 8,0 por ciento. De acuerdo a mediciones de CAME, las ventas minoristas registraron en agosto caídas de dos dígitos en bienes no esenciales como juguetes, muebles, artículos deportivos y electrodomésticos. Otro elemento que permite dimensionar el pobre desempeño en el consumo es la mejora de apenas 9 por ciento en el IVA en términos reales. Finalmente, el crédito real en pesos creció un 8 por ciento anual. Desde el ITE explican que ese desempeño no contradice a un escenario recesivo con desplome del consumo. El dato podría estar reflejando que frente a una caída en los ingresos los trabajadores comienzan a recurrir al financiamiento para afrontar una porción de sus consumos antes de ajustarlos.