Atrapado en un año electoral y en una guerra impopular que agravará la inflación, el presidente de los Estados Unidos enfrenta dilemas.
Clarín – La peor pesadilla para Joe Biden ha comenzado. El presidente de los Estados Unidos, en pleno año electoral, está atrapado en donde nunca quiso estar: una guerra impopular que elevará la inflación en el mercado doméstico y golpeará el bolsillo de los estadounidenses cuando tengan que ir a votar.
Esto recién comienza. Aún no se sabe en qué derivará esta ofensiva que el intempestivo Vladimir Putin ha iniciado de madrugada y que, según ha advertido el secretario de Estado, Anthony Blinken, puede derivar en el peor conflicto en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, con miles de víctimas y refugiados por todo el continente.
Pero apenas iniciada ya se ven las primeras consecuencias. Poco después de que el presidente ruso declaró que había iniciado su ofensiva sobre Ucrania, el precio del barril de petróleo Brent se disparó a 100 dólares, un pico que no se veía desde 2014. Esto tendrá impacto inmediato en los surtidores de todo el mundo, pero en Estados Unidos, donde toda la mercadería se mueve en camiones, aún más.
Algunos mercados ya cotizan 5 dólares por galón (3,7 litros) de combustible. El precio regular de la nafta común en Estados Unidos llegó estos días a 3,5 dólares, un dólar más que el año pasado. No se sabe cuál puede ser el techo.
El conflicto tendrá un rebote instantáneo en la inflación y el suministro energético mundial, pero preocupa sobre todo en Estados Unidos, cuyo índice de precios aumentó el año pasado un inusual 7, 3%. Es un país que no está acostumbrado a este fenómeno.
El gobierno de Biden no logra bajar los precios que se escaparon por los paquetes de estímulo, la escasez de mano de obra por la pandemia y los problemas en la cadena de suministro. Pero también por la suba de precios en la energía. Ahora todo será peor.
El comunicado que emitió Estados Unidos tras el anuncio de la «operación militar» de Rusia en Ucrania.
Estadounidenses rechazan la guerra
Biden enfrenta una guerra que es impopular: solo un 26% de los estadounidenses quieren que Estados Unidos tenga un papel relevante en este conflicto, según una encuesta del Associated Press y el NORC Center of Public Affairs Research. 52% desea que tenga solo un rol menor y un 20%, ninguna participación.
El presidente advirtió esta realidad y en su discurso del martes señaló: “Defender la libertad tendrá sus costos para nosotros también, acá en casa. Debemos ser honestos con eso”. Y prometió que intentará que las consecuencias impacten de la manera más suave posible. Se verá qué sucede.
Además, Biden llega a esta nueva guerra con un índice de aprobación en picada, que apenas alcanza un 40%, según Real Clear Politics, y con un electorado que no ve mejorar su calidad de vida desde que el demócrata llegó al poder, hace poco más de un año, con la promesa de terminar la pandemia y reactivar la economía.
Vladimir Putin y Donald Trump, los frentes externo e interno de Joe Biden en un año electoral.
El jefe de la Casa Blanca tiene en noviembre el desafío de las elecciones legislativas de medio término, donde es posible que los demócratas pierdan el control del Senado e incluso la Cámara de Diputados. Para colmo, Donald Trump, su ex rival en las elecciones pasadas y el republicano hoy mejor posicionado para vencerlo, se pavonea por los medios calificando a Putin como un “genio” y afirmando que el ruso atacó porque «vio la debilidad» del gobierno de Biden.
Biden ya tenía un año difícil. No quería meterse en conflictos, buscaba restaurar la economía y por eso quiso disuadir a Putin con sanciones. No sirvió. Ahora el panorama se le complica mucho más.