Las conclusiones incluyen dificultades en el habla, problemas de concentración e inconvenientes para dormir.
La Universidad del Chubut en conjunto con la Universidad Nacional de la Patagonia “San Juan Bosco” presentaron un informe acerca de la salud mental de los trabajadores de servicios esenciales y población en situación de vulnerabilidad psicosocial en el marco de la pandemia. Gran parte del trabajo se centró en el personal de Salud, mediante la elaboración de encuestas que fueron contestadas entre junio y septiembre del año pasado, publica Jornada.
El proyecto forma parte de una red internacional que tiene su pata latinoamericana en la Universidad de Chile y que luego se extendió a las provincias de Argentina, donde participan Chubut, Río Negro, Mendoza, Salta, Corrientes, Córdoba y la provincia de Buenos Aires. Se sumaron profesionales de la Universidad de Columbia y en este momento se desarrolla en más de 32 países.
Quienes llevan adelante la investigación en Chubut aclararon que si bien no es un diagnóstico lo obtenido a partir de los resultados de las encuestas, sí brinda un panorama certero acerca de cómo los trabajadores de la Salud atravesaron la pandemia, con trastornos psicológicos asociados y con la necesidad de ayuda de especialistas.
El trabajo en Chubut contempló un trabajo analítico adaptado también a la dinámica social y cultural de la población, lo cual contó con financiamiento del COFESI.
A finales de marzo de 2020 se formó un grupo internacional multicéntrico, en donde participan más de 20 países de 5 continentes, siendo este proyecto quienes integran el nodo Argentina, con el propósito de estudiar el impacto del COVID-19 en la salud mental de las personas trabajadoras de salud.
Para la evaluación inicial se construyó un cuestionario online de 101 preguntas con aportes de un comité internacional. La encuesta fue desarrollada con una lógica condicional, la cual permite desplegar preguntas adicionales en función de las respuestas previas.
Mediante este método, se anotaron para participar 127 personas. Sin embargo, se tuvieron que descartar 6 encuestas incompletas, siendo la muestra final de 121 participantes.
En el marco de las 121 encuestas respondidas se puede rescatar que el 23.14% poseen un nivel de escolarización técnico-profesional, 70.47% nivel de escolarización universitario, y una edad promedio de 40.73 años.
Respecto al lugar de trabajo, 51.24% de las personas que participaron en la muestra lo hacen en un centro de salud hospitalario, 23.14% en un centro de salud no hospitalario, 19.83% en otras unidades fuera de un centro de salud y 5.79% en una unidad administrativa fuera de un centro de salud.
Por otra parte, 86.78% de las personas entrevistadas trabajan en el sistema de salud público como principal empleadora. En cuanto a la distribución de la profesión, 11.57% corresponde a Medicina, 19.83% a Enfermería, 9.92% a personal administrativo y 12.4% a Psicología. El porcentaje restante está conformado por profesionales trabajadoras sociales, comunitarias, agentes sanitarios, personal de limpieza y mantenimiento, nutricionistas, auxiliares, técnicas de laboratoratoristas, farmacia, etc.
Se utilizaron dos escalas psicológicas para inferir las condiciones respecto a la salud mental de las personas participantes. El principal test empleado fue el PHQ-9 (Patient Health Questionnaire), un instrumento que se utiliza para identificar la gravedad de síntomas en personas con trastornos depresivos, con una puntuación de 0 a 27 puntos. La reciente validación del PHQ-9 en Argentina propone considerar como puntos de corte para evaluar la intensidad de los síntomas la siguiente escala: nula (0 a 5 puntos), leve (6 a 8 puntos), moderada (9 a 14 puntos) y grave (15 a 27 puntos) (Urtasun et al., 2019). Las encuestas analizadas arrojaron un promedio de 6.26 puntos (DE 4.77), con una distribución del 47.93% con intensidad nula, 23.97% con intensidad leve, 22.31% con intensidad moderada y 5.79% con intensidad grave.
“Estos resultados sugieren que un 52.07% de las personas encuestadas presentan algún grado de morbilidad psicológica asociada con síntomas de ansiedad y depresión”, dice el documento. Así, 38.84% de las personas indicaron sentir un enlentecimiento del habla o de sus movimientos, 58.68% dificultades para concentrarse y 79.34% indicaron dificultades para dormir.
De manera complementaria, se utilizó el GHQ-12 (Cuestionario de Salud General) para valorar los niveles de salud mental, detectar morbilidad psicológica y posibles casos de trastornos psiquiátricos.
Los resultados de la encuesta señalaron un promedio de 14.10 puntos (DE 6.29), con 20.66% de las personas encuestadas coincidiendo con niveles de morbilidad subumbral y 22.31% con niveles de presencia de morbilidad. “Es relevante destacar que el 96.55% de las personas indicaron no tener diagnóstico de salud mental previo a la pandemia”.
Por otro lado, del análisis surge como dato de importancia que el 42.15% de las personas encuestadas expresaron la necesidad de apoyo psicológico (independientemente de haberlo recibido o no desde el inicio de la pandemia).
“Sin embargo, de este porcentaje que necesitó apoyo psicológico, sólo el 50.98% lo recibió efectivamente. El 13.22% indicó que recibió apoyo psicológico presencial y el 21.49% que recibió apoyo psicológico a distancia”, se aclara.
En la encuesta se evaluó también el miedo a contagiarse y contagiar a seres queridos. En lo referente al temor del contagio propio, el 15.70% de las personas encuestadas respondieron que el temor era muchísimo, el 32.23% que el temor era mucho, mientras que el 44.63% manifestó que le 13 preocupaba poco y 7.44% nada. El miedo aumentó cuando se preguntó sobre el temor de contagiar a sus seres queridos: el 51.24% respondieron que era muchísimo, el 28.93% era mucho, 16.53% poco y el 3.31% nada.
Marcela Freytes Frey es co-directora del proyecto de investigación y forma parte del equipo de la Universidad del Chubut. En diálogo con Jornada, expresó que “si bien en ningún caso se trata de un diagnóstico clínico, sí se puede observar que hay un grado muy alto de sufrimiento entre los empleados, sufrimiento psicológico, y no todo el mundo recibió la ayuda que hubiese necesitado”.
Estas situaciones, según la profesional “eran esperable en un contexto de pandemia y de tanta incertidumbre. Trabajar en un contexto así de por sí genera un strees mayor”. Aclaró que “de todos modos a nosotros también nos interesaba medir qué factores fueron y actuaron como protectores. Porque la idea también es generar insumos y promover políticas de cuidado estables, no sólo en pandemia”.
Reflejó que algo que se observó fue que “cuanto mayor es la red afectiva, amigos, parientes, familia, hay menor sintomatología. Contar con un buen equipo o confianza con el equipo de trabajo, que sea sólido y tener una buena red afectiva amigos , familia, etcétera, es un factor protector”.
Freytes también indicó que dentro de los comentarios que podían hacer los trabajadores, se evidenció el malestar en la provincia por la falta de pago del sueldo en tiempo y forma. “Muchos trabajadores lo marcaban como algo negativo en este contexto”.