Autoridades sanitarias de varias provincias y de la ciudad de Buenos Aires expresaron dudas y reparos ante el anuncio del Gobierno Nacional de acelerar al máximo las aperturas y el fin de las restricciones impuestas por el COVID-19 en la Argentina.
La interpretación generalizada, sobre todo desde distritos conducidos por mandatarios opositores, apuntó contra una decisión que fue vinculada a un objetivo electoral: además de “plata en el bolsillo”, la Casa Rosada se mostró decidida a desactivar la mayor cantidad de restricciones posibles antes de las elecciones –según publica Infobae-.
De todos modos, también surgieron cuestionamientos por la falta de una coordinación para las medidas que se informaron, algunas muy resistidas, como el fin del uso de barbijos en espacios abiertos y la reapertura de boliches.
En una conferencia de prensa, que debido a la confusión generada tuvo que difundirse una aclaración, el flamante jefe de Gabinete, Juan Manzur, y la ministra de Salud, Carla Vizzotti, adelantaron que a partir del 1° de Octubre ya no será obligatorio el uso de los barbijos en lugares abiertos en todo el país. Además, que ya no regirán los límites de personas para las reuniones sociales, para todas las actividades económicas, comerciales y deportivas. Y también se autorizó el aforo del 50% en discotecas, para personas con esquema completo de vacuna (14 días previos al evento) y en estadios de fútbol.
No obstante, Vizzotti reconoció que esta es la actividad de mayor riesgo, teniendo en cuenta la variante Delta. Asimismo, según los anuncios, desde el 1 de noviembre se podrán ingresar al país todos los extranjeros con esquema de vacunación completo.
Más allá de que en la batería de medidas también se incluyó la normalización de actividades sociales, recreativas y religiosas y una paulatina apertura de las fronteras -incluso el fin de la cuarentena obligatoria para los extranjeros- las medidas que más resistencia generaron fueron el fin de la obligatoriedad de los barbijos en la calle y la apertura de boliches.
Las medidas tomaron por sorpresa a las autoridades sanitarias y médicas de las provincias y de la CABA. Desde los distritos gobernados por la oposición calificaron las medidas como “electoralistas”, y hubo alerta por el posible riesgo de rebrotes de la variante Delta. Las primeras voces de alerta llegaron desde el norte del país. El gobierno de Salta informó a través de su ministro de Salud que “no adherirá” a algunas de las flexibilizaciones. Por ejemplo, el uso del tapaboca seguirá siendo obligatorio por el momento.
“Nosotros no vamos a modificar absolutamente nada de lo que hemos hecho”, dijo el ministro Juan José Esteban. Según su visión, las medidas anunciadas por el gobierno nacional son “muy anticipadas” y tendrían que haber sido tratadas previamente en el Consejo Federal de Salud (COFESA). “Si es jurisdiccional, nosotros no vamos a adherir a la medida y tenemos motivos epidemiológicos para hacerlo. Se ha diagnosticado una cepa MU en el norte de la provincia y en segundo lugar tenemos dos Deltas confirmados”, aclaró Juan José Esteban.
Por su parte, el gobierno de Jujuy sacó un comunicado aclarando que “por el momento se mantiene el uso obligatorio del barbijo en toda la provincia”.
Fuentes del Gobierno porteño explicaron que van a seguir analizando las factibilidad de las medidas hasta el 1 de octubre -fecha en la que entrarían en vigor las flexibilizaciones anunciadas-, aunque aclararon que desde los equipos profesionales del Ministerio de Salud porteño no veían con buenos ojos abandonar el uso del tapaboca. Más preocupación todavía generó el anuncio de la vuelta de los boliches con un aforo del 50%. Según explicaron, todavía no hay ningún protocolo armado para retomar esa actividad. “Es una locura”, analizó un hombre con llegada a la mesa chica de Horacio Rodríguez Larreta.
En Mendoza, celebraron el anuncio de la apertura de fronteras -uno de sus principales reclamos ante el gobierno nacional- y la normalización de los viajes de jubilados y estudiantes. Si bien destacaron que algunas de las medidas anunciadas ya habían sido implementadas por la provincia, aclararon que las tomaron “progresivamente en base a una estrategia”.
“El Gobierno Nacional tomó todas las medidas juntas en un día, es algo muy electoralista”, explicaron cerca del gobernador Rodolfo Suárez. Por el momento, no habrá cambios hasta que se conozcan el decreto con la “letra chica” del nuevo decreto. Al igual que en la ciudad de Buenos Aires, la habilitación de discotecas fue lo que generó más preocupación. A modo de ejemplo, se preguntaron quién sería el responsable de controlar el esquema de vacunación en la puerta de los locales.
En Santa Fe, adelantaron que no habrá cambios hasta el 1 de Octubre, porque el Decreto provincial vigente tiene validez hasta esa fecha, y también esperan a conocer los detalles de las medidas nacionales. “Esto que anuncia el Gobierno nacional se inscribe en un concepto que ya veníamos manejando, pero vamos a esperar que esté el decreto”, dijo Juan Manuel Pusineri, ministro de Trabajo.
Por su parte, el gobierno de Córdoba adelantó que mantendrá las restricciones vigentes hasta el 26 de Septiembre y dejó trascender que planea sostener el uso obligatorio del barbijo más allá de esa fecha. Así lo recomendaron los principales asesores sanitaristas del gobierno.
El gobernador bonaerense Axel Kicillof apoyará la flexibilización pero desde su entorno también dejaron saber que hay preocupación por algunas medidas, como el abandono del tapabocas. Además reconocieron que el aforo en los boliches y comercios estaba en agenda pero “más escalonado”.
El cambio de postura del Gobierno nacional llega inmediatamente después de la contundente derrota del oficialismo en las PASO y se enmarca en el “relanzamiento” de la gestión de Alberto Fernández -que también incluyó un amplio recambio en el Gabinete Nacional-. Curiosamente, la mayoría de estas medidas -como la habilitación de boliches o el abandono del barbijo- no habían sido discutidas antes de las elecciones. Tampoco se debatieron recientemente en el ámbito del Consejo Federal de Salud.
Sin embargo, por primera vez marcan un cambio radical en la dinámica política entre la Nación y las provincias. Antes la Casa Rosada defendía las restricciones más duras mientras que los gobernadores y el jefe de gobierno porteño reclamaban mayores libertades. Ahora, en la previa de las elecciones Generales, los roles se invirtieron.