El 21 de septiembre se conmemora el Día Internacional del Alzheimer.
La enfermedad de Alzheimer es un mal neurodegenerativo que usualmente comienza de manera leve y empeora de manera irreversible con el paso del tiempo, consigna Big Bang News.
El mecanismo de la enfermedad se asocia a la aparición de placas amiloides formadas por depósitos anómalos de péptidos en el cerebro.
El síntoma inicial más común es la dificultad en recordar eventos recientes. A medida que la condición avanza, se suman cambios de humor, desorientación, problemas de lenguaje y de comportamiento. Gradualmente, van perdiéndose funciones orgánicas: la expectactiva de vida desde el diagnóstico va de los tres a los nueve años.
Se cree que alrededor del 70% del riesgo de sufrir Alzheimer es heredado. Pero otros factores de riesgo sí pueden evitarse para reducir el riesgo de desarrollo de la enfermedad.
Así, la presión arterial alta, la diabetes y el colesterol también elevan el riesgo de sufrir Alzheimer: el 80% de los casos de la enfermedad se relaciona con problemas cardiovasculares.
El ejercicio físico regular también es una estrategia beneficiosa, ya que protege a las células cerebrales al elevar el flujo de sangre y oxígeno.
Una dieta saludable -en especial para el bienestar cardiovascular- también ayuda. Entre otros hábitos, es importante reducir el consumo de azúcar y grasas saturadas, y comer más frutas, vegetales y cereales integrales.
En ese sentido, dos dietas han demostrado proteger especialmente contra el Alzheimer. La primera es la dieta usualmente recomendada para hipertensos, con presencia de verduras, frutas, lácteos descremados, cereales integrales, pescado, pollo, legumbres, semillas y aceites vegetales. Al mismo tiempo, limita el consumo de sodio, alimentos dulces, bebidas azucaradas y carne roja.
La otra es la dieta mediterránea, con acento en cereales integrales, frutas y vegetales, pescados y mariscos, frutos secos y aceite de oliva. También permite el consumo de porciones pequeñas de carnes rojas.
FACTORES AMBIENTALES
Mantener actividad social constante y lazos afectivos con otras personas también ayuda a la salud del cerebro y podría bajar el riesgo de sufrir Alzheimer y deterioro cognitivo. Esto podría deberse a los mecanismos a través de los cuales la estimulación social y mental fortalecen las neuronas.
También parece haber lazos entre golpes o traumas fuertes en la cabeza y la aparición de Alzheimer, especialmente en lesiones con pérdida de conocimiento.
Así, es importante proteger la cabeza utilizando cinturón de seguridad en vehículos y casco al momento de hacer deporte, además de mejorar la seguridad hogareña para evitar caídas.
De acuerdo a investigaciones develadas en la última conferencia anual de la Asociación Internacional del Alzheimer, vacunarse contra la gripe y la neumonía -en especial en ocasiones múltiples- se asocia con un riesgo menor de sufrir Alzheimer, lo cual abre la puerta a futuras investigaciones acerca del rol puntual de estas vacunas en la prevención.
Paralelamente, dos estudios se están realizando para determinar si la administración de anticuerpos puede reducir la aparición de placas beta-amiloides en el cerebro.
El primero de ellos se desarrolla sobre personas que tienen una mutación genética asociada con la aparición temprana del Alzheimer, mientras que el segundo tiene como sujetos a pacientes de entre 65 y 85 años con presencia de factores de riesgo.