Si bien la ley establece la cobertura al 100%, especialistas y pacientes afirman que en la práctica no se cumple.
La ciencia avanza de manera incesante en torno a la diabetes y esto se traduce en la aparición de novedades terapéuticas y dispositivos tecnológicos que logran mejorar la calidad de vida de personas con esta enfermedad, que afecta a más del 12% de la población adulta en Argentina. Sin embargo, constituyen un porcentaje mínimo quienes tienen acceso a insumos de última generación e incluso existen serias problemáticas en la entrega de medicación básica en hospitales públicos de diferentes puntos del país; un fenómeno que atraviesa, en diferentes grados, a todos los gobiernos, según especialistas y pacientes consultados por Clarín.
«El derecho a la salud y a la vida es igual para todos, es un derecho constitucional. La Ley Nacional de Diabetes establece la cobertura integral para la diabetes (al 100%) según prescripción médica, tanto en el sistema privado como público», enfatiza la abogada Romina Gali, ex directora del Comité de Asuntos Legales de la Federación Argentina de Diabetes. «La lamentable realidad es que a veces los hospitales no cuentan con toda la medicación ni la última tecnología con la que tal vez puede contar un paciente que tiene una prepaga. A su vez, también puede pasar que ante un pedido, una obra social o prepaga diga que no».
Actualmente, existen en Argentina insulinas y agujas de diferente tipo, fármacos usados desde hace décadas y otros de última generación, microinfusoras de insulina, sistemas de monitoreo de glucosa sin constantes pinchazos; una diversidad de opciones adaptadas a distintas necesidades. Pero muchas personas no cuentan siquiera con información sobre sus posibilidades y derechos, ni recursos para conseguir dar batalla con buenos resultados.
«El Clínicas es un hospital universitario, no tenemos un sistema de farmacia, eso corresponde a los hospitales municipales. En estos casos, damos lo que tenemos, que son muestras de laboratorio», explica el médico Federico Reissig, responsable del sector Diabetes y Embarazo de la División Diabetes en el Hospital de Clínicas. Y continúa: «Los pacientes tienen que ir al hospital que les corresponde para que les den los insumos. Pero muchos cuentan que les dicen que no hay, que vuelvan otro día. Y uno tiene que hacer malabares para cambiarles la medicación por la que tenemos en ese momento. Es gente que está muy necesitada. Nos cuentan una realidad que no se puede pasar por alto. Uno trata de ayudarlos y fomentar que sigan insistiendo».
«Principalmente son de la provincia de Buenos Aires -responde Reissig-. Uno no sabe si preguntan en el lugar correcto o qué es lo que ocurre realmente, pero tenemos que tomarles la palabra. Evidentemente, no está muy aceitado el sistema de entrega de medicamentos, son muchos los que vienen y piden”, esboza. Y tras una pausa, añade: «Es muy dramático. Vienen y te dicen: doctor, deme lo que sea. Deme lo que tenga, porque no tengo nada».
Federica Cabrera dice que consigue la mitad de su medicación a través de donaciones. Foto gentileza familia Cabrera.
En lo que respecta a la diabetes tipo 1, en la que los pacientes son insulinodependientes, Reissig explica que hay insulinas que se pueden aplicar una vez por día en lugar de 3 y conllevan un menor riesgo de hipoglucemias (bajas de glucosa en sangre) nocturnas. También existen medidores de glucosa que reducen enormemente los pinchazos para las mediciones. «El avance de la tecnología impacta mucho en la calidad de vida, en la manera de enfrentar la vida el día a día y en su desempeño laboral. Pero muchas veces hay falencias en la provisión adecuada«.
Lo mismo sucede con la diabetes tipo 2, que es el la que presenta el 90% de las personas con esta enfermedad. «Seguimos con medicamentos viejos que tienen potencial de provocar hipoglucemias. Hay algunos nuevos que permiten controlar mejor la glucosa, a los cuales tienen acceso quienes disponen coberturas médicas prepagas y solo con descuento», asegura el diabetólogo Daniel Abbas, especialista universitario en nutrición, Coordinador del Equipo de Obesidad y Cirugía Bariátrica de la Obra Social de Choferes de Camiones. Y detalla: «Los medicamentos viejos actúan como un secarropas: le tratan de sacar al pobre páncreas, que ya está mal, las últimas gotitas de insulina. Lo agotan. Los nuevos conllevan tecnologías de avanzada que dejan tranquilo al páncreas, no le exigen. Trabajan sobre otras partes del cuerpo y generan un gran beneficio».
En este sentido, la abogada Romina Gali manifiesta que si bien muchos de los últimos insumos que salieron no se llegaron a incluir en el Plan Médico Obligatorio (PMO), «la ley es muy abarcativa y si hay una prescripción médica con una justificación lo suficientemente contundente para avalar la indicación», se puede iniciar un amparo aunque no estén expresamente incluidos en el PMO. «Muchos se terminan conformando con medicamentos que ya salieron hace muchos años. Es lamentable la realidad, y ni me quiero imaginar cómo es en determinadas localidades alejadas de las grandes ciudades, en donde resulta complicado llegar al hospital».
En primera persona
Espejos de la situación federal, Clarín accedió a testimonios de pacientes de múltiples provincias que sufren grandes dificultades para conseguir los insumos que necesitan. En esta nota, se exponen solo unos pocos, que se constituyen meros ejemplos de casos que no son aislados.
«La última vez que fui a retirar insumos me dieron una tercera parte de lo que necesito. Siempre hubo fallas, pero en la pandemia empeoró todo. Nos están quitando acceso al tratamiento de a poco, ¡y nuestra vida depende de eso!», se quiebra Cecilia Magalí Gomez, que asiste al Hospital Evita de Lanús, en la provincia de Buenos Aires.
«Me quedé sin trabajo y sin mutual. Tuve que ir al Nuevo Hospital Río Cuarto San Antonio de Padua, pero allí me dijeron que el tratamiento que yo tenía era como andar en una 4×4 y que ellos no tienen la insulina que necesita mi organismo. Por suerte el médico me consiguió por su propia cuenta, y ahora recurro a donaciones de pacientes con obra social», dice Claudia Angeletti de Río Cuarto, Córdoba.
«Consigo la mitad de la medicación mediante donaciones, las insulinas que me dan no me sirven«, afirma Federica Cabrera, una paciente del mismo hospital.
«Tengo diabetes 2 y en el Hospital José Ramón Vidal no me dan tiritas para medir la glucosa desde hace 2 años, me miden cuando tengo turno y nada más. Yo soy una trabajadora, y me las compro solo cuando puedo. Mi papá padece diabetes igual que yo, pero él tiene obra social y le dan todo gratuitamente», cuenta Antonia Martínez de Corrientes Capital.
Karina Viviana Castro es mamá de una adolescente con diabetes, a la cual le corresponde recibir los medicamentos mediante el Hospital Enfermeros Argentinos, en General Alvear, Mendoza. Karina denuncia que allí le dicen que «no les llega» el tipo de insulina que precisa. Desde hace unos meses, toma un micro de larga distancia y viaja 2 horas con el fin de que la asistan en el Hospital Chestacow de San Rafael, donde una doctora le consigue lo que necesita gracias a muestras que recibe pero sin seguridad de continuidad. Mientras, en Alvear le siguen entregando otro tipo de insulina y ella la dona a quienes puede.
Eliana afrontó diversas dificultades para acceder a la medicación para su hijo Santino. Foto gentileza álbum familiar.
«El servicio del CePSI Eva Perón de Santiago del Estero es lamentable. Hay mucho protocolo pero mala atención e insumos completamente insuficientes. Por suerte pudimos afiliarnos a una obra social, y ahora nos dan todo lo que necesita mi hijo Santino de 13 años», dice Eliana Estrubia.
Diego La Ruffa vive en Tafí Viejo en Tucumán y utiliza microinfusora de insulina, un tratamiento que precisa por la inestabilidad que sufren sus niveles de glucosa a pesar de tener una alimentación balanceada y ser deportista. El sistema le suministra medicación las 24 horas, intentando imitar la función del páncreas. Se lo otorgaron cuando tenía obra social en 2014 pero en 2016 comenzó a atenderse en el sistema público, en el Hospital Nicolás Avellaneda. «Tengo diabetes hace 42 años y esto me cambió la vida. Deberían haberme cambiado la microinfusora hace 2 años, pero en el Ministerio de Salud me dijeron que no pueden. Y ya no funciona como antes, no sé cómo haré cuando no arranque más«.
«La insulina que utilizo a veces tarda en llegar al hospital y lo mismo con las tiras. ¡Son extremadamente caras! Y aún así muchas veces he tenido que comprar ya que necesito la insulina para poder vivir», afirma Julieta Agustina Ippolito, que es atendida en el Hospital General de Agudos Jose María Penna en la Ciudad de Buenos Aires.
Quienes asisten a hospitales públicos no son los únicos que sufren problemáticas con los insumos. Del otro lado, son incontables los casos de personas con obra social y prepagas que presentan recetas médicas y reciben negativas o falta de respuestas. «Uno ve cierta desidia tanto en el nivel público como en el privado. No hay una postura más proactiva en cuanto a la ayuda al paciente», apunta Reissig.
«En IOMA las administrativas me dicen que la obra social no acata la ley y hay insumos que me cubren con tope. Muchas veces no me entregan a tiempo y con gran esfuerzo gasto una fortuna todos los meses. ¡Me ponen muchas trabas administrativas! Si siguen así, voy a hacer un amparo», declara Ana Laura Ortiz de Bahía Blanca.
“Estuve 3 años años pagando sensores de glucosa, lancetas y agujas. Solo con amparo nos dieron todo lo que pide el médico, solo desde ese momento cumplen con todo. Me arrepiento de no haberlo hecho antes”, dice Noelia Maidana, con OSECAC.
«Tengo peleas por insumos cada 3 meses. Entrego mil papeles, lucho y lloro porque me angustia tanto tener que explicar que mi nene no se va a curar y que si ellos piensan que yo pido más agujas o más tiras porque me gusta pincharlo, no saben lo que es pinchar 6 o más veces por día a un nene de 3 años», exclama Valentina Esteley, afiliada de OSDE.
«Me envían menos de la mitad de insulina que pido por mes», dice el médico Jorge Brzoza.
Clarín consultó sobre la problemática con profesionales de la salud que trabajan en hospitales públicos de diferentes localidades del país en los cuales se entregan suministros médicos para la diabetes. En menor o mayor grado, todos confirmaron la veracidad de los inconvenientes denunciados. Sin embargo, casi ninguno quiso exponer su nombre.
Pero hay uno que sí se animó. Muy querido por sus pacientes, camina por las calles de Guernica, en provincia de Buenos Aires, y no hay quien no lo salude y reconozca por su labor. Se llama Jorge Daniel Brzoza y trabaja hace 21 años en el Hospital General de Agudos Cecilia Grierson. Actualmente, se desempeña como Jefe de Área de Diagnóstico y Tratamiento de Diabetes y es el referente del Programa de Prevención, Diagnóstico y Tratamiento del Paciente Diabético de la Provincia de Buenos Aires (PRODIABA) de su región.
«Me envían menos de la mitad de insulina que pido por mes, yo voy obteniendo mediante donaciones. Pastillas tengo suerte si me mandan, ¡durante 2 meses no me entregaron nada! A veces me veo obligado a pedir que vayan a las unidades sanitarias del plan REMEDIAR, a ver si ahí les pueden dar. Cuando no hay en el hospital ni en el plan, se embroman, se quedan sin nada y muchos terminan en terapia intensiva», advierte. Y agrega: «Ni hablar del tipo de insumos. Estamos con pastillas de antaño y quienes reciben insulina, a la mayoría aún le dan frascos y jeringas en lugar de lapiceras descartables que existen hace ya 20 años».
Brzoza apunta: «El programa PRODIABA está muy bien, pero no lo están cumpliendo. En la pandemia está todo más difícil pero se trata de un problema histórico». Y exclama: «Tuve grandes problemas con directivos y políticos por mis reclamos. Me han llegado a sacar del área de diabetes, pero los pacientes se manifestaron en el hospital para que yo me hiciera cargo nuevamente».
«Es necesario respetar lo que dicta la ley: cada 2 años tiene que actualizarse el PMO», dice la abogada Gali.
¿Qué dice la la Ley Nacional de Diabetes?
En 2013, fue sancionada la Ley Nacional de Diabetes Nº 26.914, como una ampliación de la ley N° 23.753 de 1989. Según la normativa, «la cobertura de los medicamentos y reactivos de diagnóstico para autocontrol de los pacientes con diabetes será del 100% y en las cantidades necesarias según prescripción médica».
Además, dicta: «La Autoridad de Aplicación de la presente ley establecerá Normas de Provisión de Medicamentos e Insumos, las que deberán ser revisadas y actualizadas como mínimo cada 2 años, a fin de poder incluir en la cobertura los avances farmacológicos y tecnológicos, que resulten de aplicación en la terapia de la diabetes».
La abogada Romina Gali ayuda a aclarar el panorama y habla de la importancia de reclamar por el derecho a la salud cuando es necesario y se cuenta con aval médico.
– ¿Qué pueden hacer quienes se encuentran ante negativas de los insumos que precisan?
-Pueden presentar un recurso de amparo, que es el recurso más expeditivo que tenemos. En general, si está bien fundamentado y es un pedido coherente, la Justicia falla a favor del afiliado y obliga a la prepaga u obra social a brindar la cobertura.
– ¿Y cómo resuelven el tema quienes asisten a hospitales públicos?
-Si demuestran que carecen de recursos para abonar un abogado, pueden recurrir a distintas organizaciones que brindan asesoramiento jurídico gratuito, como la Facultad de Derecho de la UBA que tiene un consultorio jurídico en el Palacio de Justicia de la Nación, Colegios de Abogados y facultades de Derecho de diferentes universidades. El problema es que si dan el insumo pero luego no entregan los recambios, hay herramientas legales para seguir reclamando pero la gente se cansa de tener que estar peleando todos los meses.
-¿Podría resolverse esto de algún modo más expeditivo?
-La ley es correcta, es amplia y permite incluir en la cobertura a las nuevas tecnologías que van apareciendo. Para evitar conflictos, es necesario respetar lo que dicta la ley: cada 2 años tiene que actualizarse el PMO como mínimo. También se podría hacer esto anualmente. Y es importante que se incluya la mayor cantidad de prestaciones médicas posibles aprobadas por ANMAT, a efectos de evitar incumplimientos y brindar la mayor cobertura posible.
«Esta problemática atraviesa a todas las enfermedades. Antes la gente no reclamaba tanto. Gracias a que desde muchos lugares se intenta concientizar, ahora hay más conocimiento de lo que es el derecho a la salud, de lo que le corresponde al paciente y del derecho a reclamar judicialmente. Por eso hay tantos tribunales que están desbordados con recursos de amparo. La gente va aprendiendo y va reclamando», concluye Gali.