Débora y Néstor son los padres de Tatiana Colisnechenco (31), quien desde pequeña se ha destacado en una amplia variedad de disciplinas, siempre al influjo, impulso y aliento de sus padres para que practicara deportes.
La semana pasada, a Tatiana le tocó competir en la Copa América de Fútbol 7 disputada en el Parque Sarmiento de la ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde las chicas argentinas cayeron en la final ante las brasileñas y, como no podía ser de otra manera, sus papis estuvieron allí para apoyarla, como lo han hecho desde siempre.
Hinchas fanáticos de River Plate y provenientes de una familia fuertemente ligada a la Federación de Comunidades Extranjeras de la ciudad, representando a la Comunidad de Estados Independientes ex Soviéticos, donde Néstor ha incursionado como directivo, los ‘Colis’ padres siempre han denotado una gran pasión por lo deportivo y lo social junto a ella y a su hermano mayor, Pablo, recientemente recibido como arquitecto en La Plata.
Tatiana cursó estudios de Profesorado de Educación Física pero diferentes circunstancias, sumadas a la maternidad trastocaron sus planes originales, aunque jamás se alejó del deporte ni tampoco su mamá Débora Melián ni su papá Néstor Colisnechenco. Con la llegada del pequeño Viko, en sus viajes por competencias, su hinchada personal creció, ya que los ahora abuelos contienen al menor cuando juega su mamá.
Como deportista, esta comodorense pasó por el ciclismo infantil, handball, hockey, sus versiones playeras, fútbol de todo tipo de escenario, superficie y tamaño de campo de juego y cantidad de jugadoras, para hoy encontrarse con esta realidad, en una de las primeras instancias de competencia que le toca afrontar desde la partida de su amado abuelo Oscar, a quien le dedicó la última medalla plateada.
Emoción de mamá
Débora Claudia remarcó -al referirse a como siente el paso de los años y continuar acompañando a Taty como cuando era una niña-, que “después de tantos años, la experiencia sigue siendo igual de intensa porque se sienten los mismos nervios, cuando entran a la cancha, la emoción cuando arrancan y en el último partido (la final ante las brasileñas) que pasaron el Himno entero, yo no lo podía cantar, no sé mi marido porque estaba del otro lado de la cancha sacando fotos, pero a mi hija le pasa lo mismo de no poder llegar a la voz de la emoción de estar con la camiseta argentina en ese momento y en ese lugar”.
“Es una sensación hermosa y es muy lindo poder llevarla y estar con su hijo para que la acompañe. Es muy lindo vivir esos momentos, que la acompañemos y que los viva. Supongo que para ella es importantísimo y uno está feliz porque ahora puede compartir todo eso con su hijito ya que sería más duro para ella poder dedicarle tiempo completo a lo que tiene que hacer”, resumió la orgullosa madre/abuela.
Y agregó que “esto emocionalmente la ayuda en todos los sentidos y el hecho de vernos a nosotros en la tribuna y saber que estamos ahí para cualquier cosa sobre todo para ella, que siempre llora, esté contenta o triste y sobre todo al haber perdido en esta final de la manera que les tocó perder -5 a 2- donde comenzaron mal de entrada, eso se notó mucho más”. Sobre esta última experiencia, describió finalmente que “pudimos notar que las chicas brasileñas son superiores, entrenan juntas, son profesionales, y las chicas nuestras no tuvieron un solo entrenamiento ya que solamente el domingo anterior que se alojaban en el Cenard o a partir del día siguiente, solamente las tres chicas de Comodoro (las otras dos fueron Lucía De Brito y Laura Carrizo) se sumaron, ya que las otras están cada cual en su casa y se iban a la cancha directamente, se juntaban para jugar y nada más, llegaban media hora o 40 minutos antes del partido. Por eso, demasiado hicieron con lo que tienen. Es una pena que no puedan entrenar juntas porque con las chicas que habían ido a Brasil al torneo anterior había un buen grupo”.
