Hace casi 2000 años, por la Puerta Libitinaria -que los romanos habían dedicado a la oscura Libitina, diosa de las sepulturas-, salían los cadáveres. Ahora, por ese mismo acceso, podrán ingresar los turistas que, por primera vez, podrán pisar los sobrecogedores subterráneos del Coliseo, donde se preparaban gladiadores, actores y fieras. Y también podrán visitar su tercer anillo, a 33 metros de altura, desde el cual se abren vistas espectaculares sobre la Ciudad Eterna.
Si siempre fue un must una recorrida por el anfiteatro Flavio, uno de los monumentos más visitados del mundo, que recibe casi 19.000 personas por día (tuvo cuatro millones de visitantes de enero a septiembre), a partir de pasado mañana la experiencia podrá ser más completa.
Luego de meses de trabajos de restauración será posible realizar dos nuevos recorridos que develan los secretos del Coliseo: si antes podía visitarse solamente un 35% del gigantesco teatro que hizo construir el emperador Vespasiano en el año 72 d. C., ahora podrá verse el doble, es decir, el 70% de su superficie.
Ahora, al ingresar por la inquietante Puerta Libitinaria podrán recorrerse los hipogeos del anfiteatro, esos corredores subterráneos que ocupan todo el espacio de la arena, que los visitantes tienen ante sí no bien ingresan al monumento. Allí, hace casi 2000 años, centenares de hombres semidesenudos trabajaban como en una mina para que el anfiteatro Flavio, la más compleja «máquina» de hacer espectáculos del Imperio Romano y del mundo, no se detuviera ni decepcionara a los miles de espectadores (45.000, aunque también se habla de 73.000).
Allí, se maniobraban plataformas y montacargas. Se preparaban las escenografías, y a los gladiadores y fieras para los combates. El producto más «vendido» del teatro, de hecho, era la muerte: los cadáveres debían sacarse rápido por motivos de higiene y, para esto, estaba la Puerta Libitinaria, conectada a los subterráneos y a la arena. Los libitinarios eran, en Roma, los empresarios de las pompas fúnebres y Libitina, la diosa de la sepultura.
Si esta macabra zona subterránea se mantuvo a lo largo del tiempo -y hoy es por primera vez visitable-, es porque en el siglo V quedó enterrada, según explicó en una presentación a la prensa Rossella Rea, directora del Coliseo. Sólo volvió a descubrirse a principios de 1800.
Vista colosal
La otra parte recién restaurada -por un costo total de casi 3 millones de euros- es la del tercer anillo del Coliseo, monumento que, según se recordó, hasta hospedó una batalla naval para celebrar con toda la pompa su inauguración en el año 80 d. C. ante el emperador Tito, hijo del fundador, Vespasiano.
En el tercer nivel, desde sus 33 metros de altura, la vista de los foros romanos, sobre la colina del Palatino, el Altar de la Patria, a lo lejos el barrio del Eur y el monte Mario, deja sin aliento. En esta área, sobre la base de una vieja columna, salta a la vista la firma, realizada con un clavo, de Gary Cooper, resabio de la visita del mítico actor de Hollywodd a fines de los años 50.
Para disfrutar de este Coliseo renovado, nunca antes visto, se prevén visitas guiadas para grupos de 25 personas, que deberán pagar una ulterior entrada de 8 euros, que se suma a los 12 que cuesta el ticket normal (que vale 48 horas y sirve para visitar también las bellísimas ruinas del Palatino y los Foros Romanos). Pero vale la pena.
Fuente: La Nación