Los restos de metalúrgicas, calzado y textiles disparan el trabajo de las fundiciones. Con el sector fabril a menos del 60% de la capacidad, también se descartan máquinas nuevas.
Las cifras en base a las altas y bajas de empresas inscriptas en la AFIP marcan que hay más de 9 mil firmas menos, muchas de ellas del sector fabril que en los últimos meses convirtieron a las chatarrerías en verdaderos cementerios de la industria nacional.
Las empresas del sector de la chatarra, metaleras, especializadas en los desguaces de plantas, relatan que su trabajo creció por el desarmado de máquinas, aunque también cayó porque por lo general trabajan mucho con el “scrap”, los desperdicios de metalúrgica y metalmecánica, que están entre las áreas más golpeadas por la recesión.
Hoy el uso de capacidad instalada en las industrias fue cayendo, hasta llegar al 56,6% de diciembre pasado. Aunque en esa cifra operaron algunas paradas técnicas, muestra que más del 40% de la industria está ociosa. En las pyme, según los datos de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa, el uso de capacidad instalada es todavía menor: de 52,9%.
En el caso de las metalúrgicas, hoy operan al 40% de su capacidad instalada: más de la mitad de sus fábricas están vacías. Y en textiles y calzados, donde se dieron también la mayor cantidad de desguaces, las fábricas solo trabajan al 30% de su capacidad.
Pero la caída de la actividad industrial tuvo etapas. En la primera, con los primeros enunciados de “reconversión” y la apertura de importaciones, quienes vieron venir una caída de sus ventas y decidieron achicar sus fábricas, lograron ubicarlas en remates industriales, aunque no todos.
«En una zapatería cortamos dos máquinas de muy poco uso», cuenta un chatarrero
Según Adrián Mercado, firma de negocios inmobiliarios y remates, las subastas crecieron y las firmas llegaron a vender sus máquinas a la mitad de su valor.
Las que tienen más espaldas, esperan que la actividad repunte para volver a poner en marcha sus máquinas.
“Hicimos muchos cierres de fábricas en este momento. Trabajamos muchas metalúrgicas y si las metalúrgicas cierran, nosotros no tenemos más trabajo”, explica Pablo Araujo, encargado de compras y logística de Purometal, una empresa con plantas en Florencio Varela y en Villa Ballester.
“Se quintuplicó la cantidad de fábricas que llaman para hacer un cierre. Antes era cada dos meses, para achicarse. Y ahora directamente es para que vayamos a levantar todo”, agregó.
También los empresarios textiles explican que sus competidores llamaban para ofrecer las máquinas. “Hay máquinas nuevas, y a buen precio. Pero nadie las compra porque no hay perspectivas de que el mercado vuelva a crecer. Tampoco hay financiamiento. Antes se podía aprovechar la oportunidad, pero ahora estamos concentrados en cubrir el capital de trabajo”, explicó un empresario del rubro.
“Vimos máquinas que valían una fortuna, nuevas, y las hicimos chatarra”, agrega Araujo. “En una zapatería encontramos dos máquinas alemanas que no tenían dos años de uso. Y las tuvimos que cortar”, relató.
Circuito. La abundancia de metales a partir del desguace de máquinas, además, llega no solo a las chatarreras sino a las fundidoras, que también tienen stock y compran menos.
Desde otra de las firmas especializadas en “scrap”, detallan que en el último año hicieron siete cierres de fábricas, como llaman al momento en el que tienen que ir a buscar todas las máquinas.
“El nivel de trabajo para procesar desperdicios de la metalúrgica está bastante parado. La industria produce el 40% de lo que fabricaba el año anterior y eso hace que haya un 50% menos de material que lo recibimos el año pasado”, remarca otro de los chatarreros que prefirió el anonimato.
“Nos conviene que las cosas anden bien. Hay colegas que se alegran porque tienen cierres de fábricas para hacer, pero eso es pan para hoy y hambre para mañana. Prefiero que haya trabajo regular, con los desechos habituales de la industria. Pero nos llamaron bastantes metalúrgicas”.
Para este año, según la Unión Industrial Argentina, se espera un primer semestre “en el que persista la caída de la actividad, con una recuperación relativa hacia la segunda parte del año en gran medida por la baja base de comparación y una tibia recuperación del consumo y el crédito”. Con todo, volverá a haber caída del 2% al 2,5% para el año.