El exponencial aumento de casos del nuevo coronavirus (Covid-19) en el país, que pasaron de 4000 a casi 14.000 contagios diarios en un mes, se debió a múltiples factores.
Las movilizaciones que comenzaron con el funeral público de Diego Maradona en la Casa Rosada, las caravanas de hinchas de fútbol y las vigilias en torno a la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) formaron parte de las grandes aglomeraciones que, sumadas a fiestas clandestinas, reuniones privadas y los festejos de Navidad, fueron, de acuerdo a los expertos, el caldo de cultivo ideal para el rebrote de infectados por el virus SARS-CoV-2 que ya suma 1,7 millones de contagiados en la Argentina.
Las vacaciones, los grupos de jóvenes sin cuidados, la nocturnidad y la temporada de verano que recién empieza también figuran entre las variables que podrían definir la intensidad de la segunda ola en el próximo otoño e invierno.
«Es evidente que diciembre fue el mes de la liberación», señaló a La Nación, Ángela Gentile, jefa del departamento de Epidemiología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. «El primer escalón se da en lo de Maradona, luego hubo otras manifestaciones en diciembre. Además, a nivel general, hubo muchas fiestas clandestinas. La gente venía con una carga emocional muy importante. Los casos estaban bajando. En noviembre se dio la baja bien marcada. Todo eso contribuyó para que diciembre sea un mes disparador», detalló la también asesora presidencial.
Con esta interpretación coincide su colega, Eduardo López, infectólogo y jefe del Departamento de Medicina del mismo hospital: «El crecimiento es multicausal. El día que menos casos hubo fue el 7 de diciembre, con menos de 4000 en todo el país. Hay que pensar que las manifestaciones que hubo entre fines de noviembre y hasta Navidad, como las marchas a favor y en contra de la despenalización del aborto, las caravanas de clubes de fútbol, los acampes de varias horas promovidos por partidos políticos, fueron lugares donde no se cumplió la distancia social ni el uso universal de barbijo».
«Junto a esto, aparecieron las fiestas de fin de año. No solo las familiares, sino las reuniones de trabajo o de amigos. Muchas de ellas se hicieron en ambientes cerrados sin la ventilación adecuada y con barbijos que no se quitaban solo para comer. Pasaban muchas horas juntos y ahí es donde aparecen los casos de superpropagadores o superemisores», dijo López, que integra el equipo de asesores sanitarios del gobierno nacional y porteño.
La secretaria de Acceso a la Salud de la Nación, Carla Vizzotti, en diálogo con este medio, indicó: «La gran mayoría de las nuevas infecciones se están originando en eventos sociales, reuniones familiares relacionadas a los festejos de fin de año y el relajamiento de las medias de prevención. Es decir, circulan más personas dentro de las provincias y entre diferentes jurisdicciones». Y agregó: «El mensaje más grande de todos es informar a la población de que tiene que volver a percibir el riesgo y que debe volver a tomar los recaudos necesarios. No se ve que los contagios se den en las empresas o lugares de trabajo donde se cumplen los protocolos».
Movimiento
Ricardo Teijeiro, infectólogo del Hospital Pirovano y miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), fue más tajante que sus colegas: «No hay ninguna duda que el crecimiento de casos se dio por los movimientos que tuvimos a fin de año, sumado a las manifestaciones, la circulación turística y los grupos de jóvenes que, aunque sean de 20, 30 o 40 personas, son los que más se contagiaron ahora». El especialista describió: «Es lo que estamos viendo en los hospitales ahora, son personas desde 15 hasta 35, 40 años. No utilizan muchas camas de internación, porque cursan la enfermedad con cuadros leves o asintomáticos. Pero sí, generan un riesgo social porque se lo pueden transmitir a familiares adultos mayores».
Florencia Cahn, infectóloga de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE) e integrante del comité de asesores de la Presidencia, sumó otras variables: «Por un lado, el lógico cansancio de la población. Por el otro, la falsa sensación de seguridad que producen las actividades al aire libre. Nos hemos cansado de repetir que el aire libre configura un espacio de menor riesgo de contagios que los cerrados. Pero aun así, en las actividades que se realizan al aire libre, hay que mantener distancia, usar tapabocas, lavarse las manos. También la llegada de la vacuna, aunque aún hay pocas dosis y solo para el personal de salud, generaron en la población una falsa sensación de pospandemia y de que todo había pasado».
Para trazar estos lineamientos, los expertos se basaron en estudios globales que demuestran que, tras un evento masivo, la suba de casos comienza a detectarse entre los 10 y los 14 días posteriores por el tiempo de incubación de la nueva cepa del coronavirus que se descubrió en diciembre de 2019 en Wuhan, China.
El rebrote llegó de la mano de menos cuidados
«Cuando hay un rebrote, se tiene que tener en cuenta que se puede dar por dos situaciones: por un lado, el incumplimiento de los protocolos y acá ya vimos que diciembre fue el mes que más sucedió. Por otro lado, también tiene mucho que ver que se siga trabajando con el programa Detectar para seguir buscando casos y rastreo de contactos. La persona que se va a hacer un testeo debe saber que tiene que aislarse hasta que reciba el resultado porque puede ser positivo y seguir contagiando. Es decir, eso que aprendimos ya hace bastante tiempo deberíamos seguir haciéndolo», analizó Gentile.
La especialista explicó que los grandes centros urbanos son los lugares ideales para la propagación del SARS-CoV-2: «Este virus, en particular, ve un territorio fértil para la transmisión en los conglomerados urbanos como los del area metropolitana de Buenos Aires (AMBA), porque cumple con todas las condiciones: falta de aislamiento y hacinamiento donde es difícil el distanciamiento». Y agregó: «Entonces, cuando se producen situaciones hipercontagiantes, como aglomeraciones, manifestaciones, fiestas a puertas cerradas, en lugares densamente poblados como son las zonas urbanas del AMBA, evidentemente, se arma un canal de diseminación complicado de controlar».
A esta explicación, López le sumó el mayor movimiento de personas entre distritos: «Por otro lado, hubo gente que fue para la costa desde el AMBA y llevaron el virus y, probablemente, sucediera a la inversa con gente que regresa al AMBA con el virus contraído en la costa. Se genera un ida y vuelta de circulación viral». Un ejemplo de esto es el jefe de Gobierno porteño que contrajo el virus en Pinamar a donde había viajado junto a sus hijas.
El infectólogo agregó otros ingredientes: «Junto con esto, hubo un relajamiento social del cuidado individual. Se utiliza mucho menos el barbijo, más gente circula en los medios de transporte y en muchos lugares no se cumple el distanciamiento social».
Ambos expertos también alertaron sobre lo que consideran una confusión habitual que es considerar que al aire libre no se producen contagios. «Estos encuentros la disminuyen, pero no las hace desaparecer. El mejor ejemplo a nivel mundial fue la cantidad de contagios después de la marcha del Día de la Mujer en Madrid, donde muchas mujeres que asistieron contrajeron el virus», recordó López. Y completó: «Acá estamos viendo en la playa reuniones de 200 o 300 personas sin barbijos, ni distancias, cantando y gritando. Esto aumenta también la transmisibilidad del virus».
«El lugar abierto minimiza el riesgo, pero no quiere decir que no me pueda contagiar. Si yo estoy, por ejemplo, durante más de 15 minutos en un lugar abierto y casi frente a frente con una persona, a menos de 15 centímetros, tomando, riendo y gritando, es una situación hípercontagiadora», sumó Gentile.
Un enero atípico
En base a las estimaciones de los 10 a 14 días entre un evento de contagio y la aparición de los casos, aún no se conocieron los alcances del debate de la IVE en el Senado, del 29 de diciembre, ni la fiesta de fin de Año Nuevo o los primeros días de vacaciones.
«Estamos en un enero atípico. De hecho, la concurrencia a lugares de veraneo no fue tan masiva como en otros años. Sobre todo, los adultos mayores, están temerosos de ir a otros lados», dijo Gentile. Y concluyó: «Por eso, vale mucho que el mensaje sea focalizado. En algunos lugares, como los de veraneo, pueden enfocarse en la noche y otros en el día».
Para López, «lo que se puede esperar para enero es que, al menos, los casos no sigan subiendo. Es evidente que vamos a tener cifras altas por varios días más. Tenemos que esperar para ver cómo funcionan las medidas que van a tomar en estos días las jurisdicciones. Sobre todo, las que tienen muchos casos».
«Lo que estamos viendo en todo el mundo es que la pandemia todavía no pasó. Es muy bajo el porcentaje de población que fue vacunado hasta ahora. Tenemos que continuar con todas las medidas de cuidado», dijo Cahn.
Según Teijeiro, «si no se frenan los eventos, la nocturnidad y los encuentros de grupos de jóvenes vamos a mantener sostenido el aumento de casos toda la temporada de verano donde hay un gran movimiento turístico. Después puede descender algo, pero vamos a tener un pico muy importante en otoño e invierno. Eso es seguro».
«Quizás controles más estrictos parezcan la medida más efectiva en una primera instancia, pero la educación y el mensaje lentamente van sembrando y permitiendo logros más duraderos. El mensaje tiene que ir dirigido a cada edad. No es el mismo para un joven que un adulto mayor. Deben estar focalizados a los intereses y las situaciones que le resultan familiares a esos grupos. Por ejemplo, en la adolescencia la opinión de los pares es importante. Entonces debería haber mensajes que los involucre como grupo», concluyó Gentile.
Fuente: La Nación