Los primeros rastros del mercado paralelo en el país datan de la década del 30. Desde entonces, el paralelo siguió un largo derrotero.
Una vía de escape a los controles cambiarios, una canalización del ahorro para preservar valor, una oportunidad para hacer una diferencia de dinero a través de las operaciones PURE. Todo eso es el dólar blue, que no es una moneda en sí mismo, sino una cotización paralela no formal de la divisa estadounidense.
Respecto de cómo se establece su cotización, Francisco Di Cristófaro, un corredor 30 años de experiencia en el mercado, explica que «es una tasa de interés implícita, que se mide por riesgo, por circunstancia y por volumen». En tanto que López Alfaro, socio de Delphos Investment, señala que no es un mercado muy grande y que se mueve por flujos. «El día que entra una orden grande se va para arriba», resume.
En cuanto al nombre, nadie sabe muy bien porqué se llama así (azul en inglés), aunque hay varias teorías. «Hay una frase que dice «es más falso que dólar celeste», pero no sé si viene de ahí», sostiene Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina.
«Puede estar relacionado a las acciones blue chip, de alto valor de capitalización y gran liquidez», apunta López Alfaro. «A los gobiernos les gusta ponerles nombres marketineros a las cosas que no suenan tan bien», dice Di Cristófaro.
Dólar blue: el bautismo y la genealogía
Lo que sí sabemos es que comenzó a existir bajo ese nombre hace unos 9 años, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, como consecuencia de las restricciones para la adquisición de moneda extranjera, bautizadas «cepo», que aplicó. A fines de 2012, una norma que limitó las extracciones de efectivo en cajeros del exterior (modus operandi que se había vuelto común para zanjar el cepo) impulsó aún más el crecimiento del paralelo y la cotización del blue era noticia todos los días.
Y es que, tal como lo explica Rajnerman, «los controles de cambio son menos regresivos desde el punto de vista económico que las devaluaciones, pero tienen más impacto negativo a mediano plazo en la actividad y, cuando se implementan, surgen las cotizaciones de dólar paralelas».
En este punto, Mario Rapoport, economista doctorado en Historia en la Universidad de París, cuenta que «siempre hubo fuerzas tendientes a devaluar el peso, sobre todo impulsadas por los exportadores, que son quienes se benefician con el incremento del precio de las divisas».
Así, relata que, en septiembre de 1931, a poco de conocerse que Gran Bretaña abandonaba el patrón oro, el gobierno de José Evaristo Uriburu, que se distinguió por una activa participación del Estado en la economía, implementó un mecanismo de control cambiario, orientado a contrarrestar el impacto de la crisis de 1930 en la economía nacional. Además creó una Comisión de Control de Cambios, que estaba autorizada a establecer un tope mínimo y máximo para comprar divisas por los bancos.
Luego (desde 1933), se establecieron dos tipos de cambio, uno vendedor y uno comprador, y surgió «una suerte de mercado negro legalizado y no se exigía permisos previos ni documentación alguna», tal como lo describe Rapoport. Sin dudas, señores, este primer control de cambios podría tener el título de tátara-abuelo de nuestro contemporáneo dólar blue.
«La mayoría de los gobiernos en los últimos 74 años han puesto a dedo los valores de la economía, incluido el dólar. Dicen que vale $70, pero no se puede comprar la cantidad que uno quiera a ese precio. Ese control es el origen de todos los mercados paralelos», dice Di Cristófaro, quien estima que, hoy, los argentinos tienen fuera del sistema financiero más de u$s1 billón (teniendo en cuenta no solo los billetes, sino también el dinero invertido en propiedades y en bonos).
Según, él ante estos controles, la gente fue tomando sus anticuerpos y asegura que el dólar paralelo representa «la libertad de disponer del dinero». Pero parece que esta es una tendencia de larga data porque ya por 1933 había voces que criticaban que el valor de la moneda era artificial.
La historia continuó su curso y, según Rajnerman, «entre 1945 y 1973, la época dorada del keynesianismo, los controles cambiarios eran la norma en muchas partes del mundo». Después, eso cambió y fue ganando espacio el ajuste de precios junto con el desarrollo de los mercados financieros.
Es así como, durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón (1946-1952), se establecieron tipos de cambio múltiples para impulsar el desarrollo del comercio exterior. De esos años, Di Cristófaro señala que, «en 1952, fue la primera hecatombe cambiaria» con una brecha entre el paralelo y el oficial del 400%. «Situaciones como esta y frases como «Si el mercado quiere dólares, le vamos a dar con el látigo», de José Luis Machinea en 1989, llevaron a que el mercado del dólar paralelo se fortaleciera», opina.
Por su parte, Rapoport señala que, en Argentina, cuando más comenzó a prevalecer el dólar paralelo fue en los 70, a partir de la dictadura militar. «Las políticas neoliberales desregularon los mercados de cambio y eso trajo un dólar paralelo más fuerte porque no había confianza en las tasas de cambio que implementaban los gobiernos», describe.
En sintonía con esa descripción, Di Cristófaro recuerda las épocas en la década de 1980 cuando todo el centro porteño estaba cableado por las «cuevas financieras», que pinchaban con un alfiler y un cable los tendidos de las agencias de noticias para obtener de primera mano datos claves para el mercado. «Después vinieron los celulares y todo empezó a ser más fácil», rememora.
En este punto, Rajnerman apunta que la tecnología impulsó los mercados informales. «El desarrollo de la informática fue complicando cada vez más su control», comenta. Esto comenzó en los ‘80 en el mundo y en la década de 1990 en los países menos desarrollados.
Dólar blue: la historia reciente y el presente
Y así, convertibilidad y corralito (dos momentos que reforzaron la atracción por el dólar y vapulearon la moneda nacional) de por medio, entramos al siglo XXI con un dólar paralelo que hasta tiene nombre propio.
Ya con tres años de vida del azul, en diciembre de 2015, el gobierno de Mauricio Macri anunció la vuelta al mercado libre de cambios (de hecho, porque nunca cambió su nombre). Hubo calma al principio, aunque continuaba alta la demanda y, en abril de 2018, empezaron las corridas cambiarias. Finalmente, en agosto de 2019, tras las elecciones PASO, se nombró a Guido Sandleris al mando del BCRA. Acto seguido, implementó nuevas restricciones al mercado cambiario que se fueron endureciendo con el paso de los meses.
Luego, vino la transición política y llegamos a 2020, marcado por la pandemia que trajo una crisis económica mundial. «Estamos en un momento transitorio porque está el Covid-19 y se negocia la deuda argentina en dólares», dice Rapoport.
«Hoy se opera menos en el mercado blue porque tener muchas opciones alternativas, como el contado con liqui, la dolarización vía criptoactivos y el dólar MEP. Es un mercado relativamente marginal que es consecuencia de las mayores regulaciones», describe Rajnerman sobre la actualidad.
Lo cierto es que el dólar blue sigue coexistiendo con su hermano el verde y otros tres (MEP, contado con liqui y el solidario) y llegó a tocar picos inimaginables de $140, aunque hoy se estabilizó alrededor de $120. Y todo hace pensar que en unos años alguien volverá a escribir un nuevo artículo sobre su historia, porque, tal como lo anticipa el socio de Delphos, «la cotización paralela del dólar y el mercado azul nunca van a dejar de existir».