Sin remedios ni pan. Dos productos tan básicos para todos e indiscutiblemente necesarios para nuestros jubilados, que tienen un consumo mayor de medicamentos y a quienes la crisis los está golpeando por demás. Tal es así que la mayoría ya pasó de pedir genéricos a pedirlos por tableta a hacerlo por unidad. El panorama es preocupante para todos, pero especialmente para ellos.
Mientras el diario ‘Popular’ publica hoy las cifras de un informe que realizó una ONG en el conurbano que revela que «en lo que va del año ya cerraron casi 400 panaderías», y apunta a la suba de precios y advierte que «no hay persiana que aguante», el diario ‘Crónica’ lo hace sobre otro producto tan o más necesario como lo son los remedios.
Ocurre que como se sabe, los precios en ese rubro superaron por amplio a la inflación al punto que los consumidores pasaron de pedir genéricos a pedirlos por tableta y hoy ya lo hacen por «unidad».
El aumento de precios «obliga a mucha gente a pedir comprimidos sueltos» publica ‘Crónica’ y, asegura, es un «peligro» ya que «desaparece el control de vencimientos» y «se pone en riesgo a los enfermos».
Aclara que «este fenómeno se registra en los sectores más pobres y entre los jubilados», y que «el Colegio de Farmacéuticos de Córdoba informó ayer que en lo que va del año los remedios acumulan 32% de suba y los clientes piden cada vez con mayor frecuencia comprimidos sueltos en vez de las cajas completas».
Entre enero y mayo la suba general de precios fue cercana al 15%, según el Indec, pero los medicamentos parecen haber sufrido el doble alza. Ya en 2018, el incremento de precios rondó el 70%.
Según el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV), el precio de los medicamentos aumentó un 270% en el promedio acumulado entre noviembre de 2015 y mayo de 2019.
En base a un relevamiento de precios sobre una canasta de 123 productos de diversas características, marcas, función y origen, el informe de la UNDAV advierte que al menos 8 de cada 10 medicamentos relevados triplicaron sus precios en los últimos tres años –según publica Urgente 24-.
En el detalle, se destacan las subas más pronunciadas en medicamentos para las tiroides (+556%), ansiolíticos (+450%), analgésicos antiespasmódicos (437%) y broncodilatadores (+430%).
«En un contexto de dispersión de precios permanente, aún existen empresas de salud privada que sostienen que los aumentos suscitados no alcanzan porque la estructura de costos se disparó por la devaluación», advierte el informe.
«La particularidad de la inflación desde 2016 es que se registra mayor dispersión entre segmentos diferenciados de productos: en mayor medida, los precios de los alimentos, los servicios públicos y los medicamentos», señala el documento universitario.
La cuota de la medicina prepaga representa ahora el 28,2% de un salario promedio (+6,7%) y el 77,01% de una jubilación media (+14,4%), según el aumento promedio por año.
En ese sentido, el documento universitario aclara que «el grupo de los trabajadores pasivos es uno de los más expuestos respecto de esta urgente situación» y amplía: «la suba de precios de los últimos tres años y medio, más la baja de cobertura de medicamentos gratuitos, afectó fuertemente los niveles de ingreso disponible de esta población de riesgo».
En el relevamiento de precios de los 5 medicamentos genéricos más importantes, el informe de la Universidad de Avellaneda revela un aumento promedio de un 257,4% con subas de hasta 308% en el caso del propinox.
«El aumento en el precio de los medicamentos es la muestra del estado actual de la salud en Argentina, aún más inconveniente al considerar que las principales alzas se registran en los fármacos de consumo masivo», apunta el informe.
Pero los cambios bruscos de precios en el sector afectan principalmente a los jubilados, que no solo tienen un consumo mayor sino que además sufrieron una baja significativa en su poder adquisitivo.
El director general del Colegio de Farmacéuticos y Bioquímicos de la ciudad de Buenos Aires, Claudio Ucchino, sostuvo en diálogo con el diario ‘Crónica’ que «en las farmacias no se vende por comprimido. Es un peligro porque no hay forma de saber el vencimiento ni el origen. Sí ocurre en algunos mercados, en los kioscos o en internet. Lo seguro siempre es la farmacia», subrayó.
«Lo que está ocurriendo debido a la crisis económica es que para que el paciente tenga acceso al medicamento, si no puede pagar la caja entera, le damos un blíster y le guardamos la cajita con su nombre. Como que se lo vamos fraccionando a medida que tiene el dinero, pero le damos su propia caja para que tenga un seguimiento. Eso se da en farmacias de barrio para que no se interrumpa el tratamiento y para que la gente ante la adversidad no se quede sin medicación. Es en la farmacia de barrio donde hay mayor interacción entre el vecino y el farmaceútico», concluyó.
Marcelo Peratta, titular del Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos (SAFYB), coincidió en que «la crítica situación económica» que se vive a nivel nacional llevó a que el cliente «no compre los medicamentos que necesita o lo haga en forma fraccionada».
Según el dirigente, en el interior del país, específicamente en Córdoba, Entre Ríos, Corrientes, Misiones y Jujuy, los farmaceúticos «compran las cajas de los laboratorios y lo separan directamente en los blisters para venderlos según la demanda de los pacientes». Consideró que «es a un acto de solidaridad del boticario que entiende las necesidades de salud y el contexto de crisis económica de las personas».
Del Colegio de Córdoba también explicaron que la práctica de vender los remedios «de a unidad» como lo hacen algunos comercios, conlleva numerosos riesgos como el desconocimiento de la fecha de vencimiento y número de lote, entre otros. Peratta sugirió «consultar con los farmacéuticos cuáles son las alternativas más económicas».
Para el titular de SAFYB, la solución que evitaría que la gente «compre de más y luego se automedique o tire los remedios», sería que los laboratorios implementen la producción «a granel». Es decir, dejar de distribuir en cajas y permitir al fármaco repartir la ración a cada paciente de forma personalizada, en base a la receta previa de un médico. «El sindicato lleva años presentando este proyecto a la Anmat pero no hay respuesta», concluyó Perrata.