Cuando el Gobierno nacional decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio, miles de argentinos pasaron de trabajar en forma presencial al formato remoto, es decir, al home office.
Así, muchos descubrieron las pequeñas ventajas que ofrece, entre hacerlo desde la comodidad de un hogar, sin viajes en horas pico, ni gastos en transporte o comida. Toda una novedad para muchos pero que, con el correr de las semanas, no lo fue tanto.
Es así que a dos meses de cuarentena muchos ahora evidencian signos de estrés producto de la necesidad de congeniar las responsabilidades laborales desde casa pero inmersos en una rutina de cocinar, cuidar a los hijos o enseñarles lo que no pueden asimilar sin sus respectivos docentes. La convivencia familiar y laboral entró en un terreno complicado, según un informe de la Universidad Siglo 21.
Si se compara este año con el 2019, se registra un incremento del 5 por ciento en el síndrome de estrés laboral crónico, con tendencia alcista en casos de depresión y ansiedad, y mayores porcentajes de argentinos con trastornos del sueño. La Universidad detalla que más del 70 por ciento de los argentinos tuvieron que modificar su rutina laboral producto de la cuarentena, y eso cambió los horarios, las rutinas y las actividades diarias.
El informe detalla que los ingresos se redujeron, mayormente, en el 47 por ciento de los trabajadores. De hecho, casi el 30 por ciento de ellos sufrieron rebajas salariales de entre el 20 y el 60 por ciento, y el 21 por ciento del total quedó impactado por una pérdida de su facturación superior al 80 por ciento. Al momento de analizar las variables que no se relacionan con el dinero, los números también están en rojo.
Por ejemplo, casi la mitad de todos los encuestados reconocen que les resulta muy difícil poder relajarse tras una jornada de home office, mientras que al 36 por ciento “le cuesta cada vez más iniciar una jornada”. Incluso, casi el 40 por ciento “no puede hacer otra actividad luego de terminar el trabajo por el agotamiento generado”. Todos los índices analizados arrojaron datos negativos.
Al parecer, las “ventajas” y la comodidad de trabajar desde casa no lo es tal cuando la rutina misma implica a toda una organización familiar, que depende del trabajo, la educación, las comidas, las actividades de cada uno, todo eso, armoniosamente controlado durante las 24 horas. Nunca fue sencillo y menos lo es ahora. La vuelta a la “normalidad” es para muchos, el gran plan a corto plazo.