Nadie duda de la abstinencia de poder que está sufriendo el ex gobernador Mario Da Neves. Se le nota en cada saludo, en cada gesto y en cada actitud. No pudo superar los cien días y tuvo mostrarse en público. Primero lo hizo en el municipio de Trelew, fue en actitud de “padre” a visitar a su “hijo” para ver qué había sucedido. Fotos, preguntas, reportajes, y ahí estaba él, con la mejor cara de preocupación por los hechos de violencia. Otra vez ocupaba la portada de los diarios. El sábado, minutos después de terminar el acto oficial de la muestra agropecuaria del Valle en Gaiman volvió aparecer.
(Corresponsal en Rawson) El gobernador Martín Buzzi y el vice, Gustavo Mac Kharty no se habían ido de la muestra cuando ingreso Das Neves con el mismo séquito de siempre, su mujer, la diputada provincial Raquel Di Perna, Mirtha Romero y Jerónimo García con dos secretarios que están adscriptos en el bloque dasnevista de la Legislatura, reducto donde se han refugiado los seguidores de Don Mario.
Esta situación incomodó a los organizadores que no podían comprender por qué Das Neves, otra vez incumpliendo su palabra, se presentaba antes de lo previsto.
Situación tensa
Mientras Buzzi terminaba de recorrer los últimos stands, Das Neves y su séquito ingresaban a la muestra del Valle. Esta situación de tensión provocó que Buzzi y los funcionarios apuraran la marcha, no sólo porque le gobernador tenía previsto una serie de actos en la cordillera sino para evitar tener que cruzarse con Das Neves y algunos “personajes” que en estos años han generado bastante violencia política en la sociedad.
Con la cordialidad que lo caracteriza, Buzzi saludó a los organizadores y dejó el predio. En tanto, Das Neves haciendo su entrada triunfal como el personaje más bufón de la Opera visitó cada uno de los stands y compró poco porque no era la plata del Estado que tanto uso en los ocho años.
Lo que compró fue una guitarra de hierro, que su colaborador inmediato cargo bajo su brazo, y que sirve para hacer asados, cuando Das Neves salió de la muestra y se dirigió a comer, un productor de flores al verlo no pudo contener la risa y dijo “se compró una guitarra de hierro, con qué verso vendrá ahora…”.
Lo cierto es que, creyéndose gobernador se paraba en cada puesto, saluda y esperaba que alguien le regalara algo, en general causo más incomodidad que alegrías, luego de comer se fue con la guitarra de hierro bajo el brazo dándose cuenta que la gente ya no lo saludaba ni lo atendía como hace ocho años atrás.
