Desde abril, los casos empezaron a subir fuerte por Ómicron BA.2. En las últimas dos semanas, las nuevas infecciones se mantienen en menos de 5.500 por día. Cuáles son las diferencias en cada distrito. Qué opinan los expertos.
La ola de nuevos casos de COVID-19 que empezó en abril pasado en la Argentina empiezan a frenarse. Al menos en ciudad de Buenos Aires, el Conurbano y La Pampa, el ritmo de evolución de los casos de personas diagnosticadas con la infección por el coronavirus se está desacelerando, según publicó Infobae.
Para el resto del país, los casos siguen en aumento, pero expertos consultados por Infobae estiman que allí también la velocidad podría ralentizarse en pocas semanas.
La pandemia por el coronavirus empezó oficialmente en marzo de 2020 cuando se reportó el primer caso de una persona con la infección. Desde entonces, se han reportado 9.203.212 casos confirmados de personas con el COVID-19. Esa cifra incluye los 46.149 nuevos casos confirmados, que fueron informados por el Ministerio de Salud de la Nación en su último reporte semanal.
Hasta ahora se han reportado un total de 128.885 fallecidos por el COVID-19 en el país. En el último parte se sumaron 64 personas. Las muertes duelen, pero el número hoy es significativamente menor si se compara el impacto de esta ola impulsada por la subvariante Ómicron BA.2 del coronavirus con las escaladas anteriores (con la cepa original del coronavirus en 2020, luego por las variantes Gamma y Lambda entre marzo y agosto del año pasado). Incluso, la ola de diciembre por Ómicron BA.1 generó un mayor impacto en cuanto a un aumento explosivo de casos, y más hospitalizaciones y fallecimientos que la actual ola.
La gran diferencia entre la ola actual y las anteriores está asociada a la alta cobertura de la vacunación contra el COVID-19 en la población argentina. Cuando se detectó el primer caso de un paciente con Ómicron BA.1, la tasa de vacunación con el esquema primario llegaba al 67% de la población, y solo el 5,4% había recibido una dosis de refuerzo. En cambio, en abril pasado -cuando los casos de COVID-19 volvieron a subir-, el 81% de la población tenía el esquema primario y el 43,2% había accedido a la dosis de refuerzo.
Durante las dos últimas semanas el ritmo de las aplicaciones para completar el esquema primario siguió muy lento (solo pasó al 82%). En cambio, hubo más aceleración con las dosis de refuerzo que llegaron al 53,2% (especialmente por el segundo refuerzo que se habilitó en abril empezando por los grupos priorizados).
“Las altas tasas de cobertura de vacunación influyen claramente en el impacto de las olas del COVID-19. Si bien las vacunas no evitan la infección demostraron sobradamente el impacto en la morbimortalidad. En esta etapa, con el predominio de la circulación de Ómicron BA.2, hubo mayoritariamente casos leves con muy poca internación y mortalidad asociada. La mayoría de los internados y los fallecidos fueron personas sin vacunación o vacunación incompleta”, contó a Infobae la epidemióloga Teresa Strella, miembro de la Comisión Nacional de Inmunizaciones (CoNaIN).
Con el predominio de la subvariante Ómicron BA.1 -que fue reemplazando a la variante Delta rápidamente-, los casos confirmados de COVID-19 llegaron a un máximo de 124.722 como promedio semanal por fecha de inicio de síntomas durante la semana de 9 de enero pasado. Las hospitalizaciones alcanzaron el número de 2.788 internaciones como promedio semanal en la última semana de enero, y las muertes se registraron en 367 como promedio en la semana del 16 de enero.