Los argentinos poseen el 10% de los dólares emitidos por los EE.UU. pero no tienen en cuenta que una inflación creciente afecta su poder de compra
Existe la creencia popular que «un dólar es un dólar» y quien lo compra hace una apuesta a dos puntas. Por un lado, en el orden local, busca cubrirse de la pérdida de valor adquisitivo del peso y por el otro, aspira a mantener su capacidad de compra en esa divisa pero a nivel global.
Pero como suele suceder a menudo, las intenciones o las ilusiones van por un lado y la realidad, que muchas veces suele más cruda de lo que parece, por otro carril totalmente diferente.
Esto es lo que está sucediendo con el dólar en su propia casa, los EE.UU. ya que si se analiza la pérdida acumulada en los últimos años, los resultados son sorprendentes.
Asi por ejemplo, quien compró u$s100 en 2011 su capacidad de compra se redujo nada menos que casi un 20%, mientras que si lo hizo en 2015, deberá resignar un 15% del total y si lo hizo entre 2017 y 2018, la «poda» rondará el 10%.
Si bien el efecto inflacionario jugó siempre contra el valor nominal del verde billete, la mayor estocada la recibe este año, pues entre enero y diciembre la inflación minorista en EE.UU. trepó hasta el 7%, el mayor nivel desde 1982.
Quien compró u$s100 en 2011 su capacidad de compra se redujo nada menos que casi un 20%
Dicho de otra manera, quien compró u$s100 en diciembre del año pasado, su poder adquisitivo se redujo a solo 94 dólares en términos reales y aquel que los tiene «encanutados» desde 2011 apenas tendrá un poder de compra de 80 dólares.
Otra forma de ver el efecto de la inflación se puede resumir en el precio de un ticket de entrada por cuatro días para Disney World. En 2011 el mismo costaba u$s290, hoy cotiza a 425 dólares. Es decir que el precio muestra una variación del 46% en dólares. Obviamente se trata de un ejemplo puntual pero puede extenderse a toda una gama de productos y servicios.
Los motivos de la suba de la inflación
El fenómeno que dio origen a la inflación en Estados Unidos y que exportó al resto del planeta es reciente y es consecuencia de la inundación de dólares como respuesta a la recesión económica causada por la pandemia de covid-19.
En este contexto, la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) redujo drásticamente la tasa de interés hasta dejarla casi en 0% y en forma paralela, le dio rienda suelta a la impresión de billetes para comprar bonos (tanto en el sector privado como en el sector público), con el objetivo de mitigar los efectos de la crisis, alentando el consumo.
Se estima que más del 30% de los dólares que están circulando actualmente dentro y fuera de Estados Unidos fueron emitidos por la administración de Donald Trump durante 2020, lo que habla de una expansión monetaria de magnitudes antes desconocidas.
Los argentinos no tienen en cuenta que una inflación creciente afecta su poder de compra
Esa emisión monetaria sin precedentes comenzó a impactar de lleno en los precios al consumo en Estados Unidos a partir de abril, cuando pasó En aquel momento, Jerome Powell, el presidente del Banco Central estadounidense intentó transmitir calma a los mercados al afirmar: «No se preocupen, la inflación es un fenómeno transitorio».
Pero claramente estaba equivocado, pues la inflación no dejó de crecer, pues pasó del 5% en mayo del 1,80% anual promedio de la última década al 4,2% al 6,8% en noviembre.
Este porcentaje no se veía desde 1982, cuando Paul Volcker era presidente de la Fed y las tasas de interés oficiales en el 15%. Hoy, la situación es muy diferente. Pese a que las tasas de inflación se asemejan a las de 1982, Jerome Powell, presidente actual de la Fed, mantiene las tasas casi en el 0%.
Es precisamente esa laxitud de la Fed combinada con una inflación poderosa la que ha llevado a las tasas de interés reales a presentar niveles negativos que no se veían en más de 60 años.
Ese signo negativo provoca la pérdida de poder adquisitivo de los inversores más conservadores que mantienen su ahorro en depósitos o activos que no se revalorizan con la inflación.
Ya en el orden local, con estos datos en la mano, surge claramente que quien mantuvo los dólares debajo del colchón a lo largo de 2021 no tomó la mejor decisión, aunque fue mejor que mantener los pesos y no buscar algún tipo de rentabilidad por menor que sea.
Pese a que para los ciudadanos de un país que sufren desde hace años tasas de inflación que van del 30% al 50%, el último dato de los EE.UU. les parece poco significativo, horas antes de que se conociera que esta alcanzó el máximo registro desde 1992, el presidente Joe Biden envió un mensaje a la población alegando que el dato no refleja la realidad actual ya que no toma en cuenta las disminuciones de precios esperadas para las próximas semanas y meses, en particular en el mercado automotor.