Las mutaciones o los cambios en el código genético de los virus son esperables y el SARS-CoV- 2 no es la excepción. De hecho, ya se han producido miles de transformaciones en su corta historia. Pero, a veces, esas mutaciones encienden algunas alarmas en la comunidad científica y se las mira con mayor detenimiento.
A principios de diciembre de 2020, se identificó en Gran Bretaña una significativa cantidad de casos de una nueva variante del virus, llamada VOC-202012, también conocida por el nombre del linaje al que pertenece: el B.1.1.7. Esta versión presenta una serie de modificaciones en su código genético que la hace más transmisible que el virus original –según publica Diario La Nación-.
Actualmente, es la variante dominante en Londres y ya fue reportada en más de 50 países del mundo, incluidos Brasil, Chile y, desde el sábado pasado, también la Argentina.
Países con reportes de B.1.1.7
Desde el punto de vista epidemiológico, al analizar los casos de Gran Bretaña, se observa que tiene un comportamiento similar al de otras variantes para los distintos grupos de edad y sexo. También se evidencia una tasa de letalidad similar. Sin embargo, recientes investigaciones realizadas en Inglaterra, precisaron que es entre un 30% y 50% más transmisible. Y aquí es donde radica la mayor preocupación ya que esta característica supone una mayor incidencia en nuevos contagios, hospitalizaciones y muertes. No es más letal, pero al ser más transmisible, crece el número de infectados y, por lo tanto, de fallecimientos.
El impacto de un virus más contagioso
A pesar de que la intuición indica lo contrario, una variante un 50% más contagiosa, como la B.1.1.7, puede causar más muertes que una un 50% más letal. El epidemiólogo y matemático Adam Kucharski fue uno de los primeros en calcular el impacto y traducirlo en números. Así, por ejemplo, si se comparan tres escenarios, el de la nueva variante parece ser el más dramático. Para medir los distintos resultados, partimos de una situación hipotética de una comunidad que tiene 1000 infectados y una curva más o menos controlada, con un R igual a 1, lo que significa que la cifra de casos permanece constante mes a mes.
Tal como muestra el gráfico, una variante más contagiosa puede causar 6 veces más muertes después de un mes que una más letal, si no se actúa a tiempo. Si bien este es solo un ejercicio matemático y la realidad suele ser más compleja, el ejemplo sirve para ilustrar el peligro de una variante un 50% más transmisible.
Qué es una variante de un virus – Radiografía del SARS-CoV-2
El SARS-CoV-2 es un virus cuyo material genético está compuesto de ARN (ácido ribonucleico). Allí están “escritas” un conjunto de “instrucciones” que le permiten hacer copias de sí mismo cuando invade una célula humana. Estas instrucciones están “escritas” con las cuatro letras que forman el alfabeto del ARN: A, C, G, U. En total, el SARS-CoV-2 presenta una secuencia de letras genéticas de unos 30.000 caracteres que tienen un orden específico. Un cambio en alguna de esas letras puede alterar las propiedades del virus.
¿Por qué se producen los cambios genéticos?
Por su naturaleza, los virus se ven obligados a reproducirse en un huésped, en este caso, los seres humanos. Cuando entra a un organismo, el SARS-CoV-2 infecta las células a través de la llamada proteína S, capaz de unirse a receptores específicos denominados ACE2. Esta unión es la puerta de entrada a la célula. Por allí ingresa el ARN del virus y, junto con él, las “letras” que le darán a la célula humana las instrucciones para que produzca copias del virus.
Puede ocurrir que durante el proceso de copiado se produzcan “errores” o cambios en la secuencia de las letras de ARN. Como resultado, la copia puede tener una o varias letras distintas respecto del virus original. Cuando esto sucede se dice que hubo una mutación (si cambió una letra por otra) o una deleción (si desapareció una letra).
Mutaciones que importan
No todas las mutaciones tienen la misma importancia, de hecho cada linaje suele presentar entre una y dos mutaciones al mes. Las más relevantes ocurren cuando la alteración de una de sus letras producen a su vez un cambio en la proteína. A estas mutaciones se las llama no sinónimas y la variante británica tiene 14 de ellas, un número elevado.
Mutación, variante o cepa son términos que suelen confundirse. Lo que ocurrió con el virus en este caso fue el desarrollo de una variante, es decir un conjunto de cambios genéticos (mutaciones o deleciones) que por sus características se diferencian lo suficiente del original, pero no tanto como para alcanzar una cepa nueva.
Una variante sin precedentes
Lo que llama la atención de esta variante es la cantidad de cambios encontrados: 20 mutaciones (14 de ellas no sinónimas) y 3 deleciones.
La acumulación de 14 modificaciones de aminoácidos específicos antes de ser detectados no tiene precedentes hasta la fecha. Por esta razón, se cree que su origen posiblemente haya sido una persona infectada crónicamente en quien el virus experimentó varias mutaciones.
Las 14 mutaciones no sinónimas y las 3 deleciones
Pero de todas las modificaciones genéticas de la variante que llegó a la Argentina, las que más preocupan son las que ocurren en la parte del ARN que codifica la proteína S ya que una alteración en esta proteína, que es la llave de ingreso a las células humanas, puede tener relevancia en la transmisión.
En este grupo, a su vez, hay tres cambios que son los que requieren mayor vigilancia por su eventual impacto.
Mutación N501Y
Se encuentra en la zona donde la proteína S se une al receptor humano ACE2. Datos experimentales sugieren que esta modificación puede aumentar la afinidad con el receptor, es decir, que esa unión puede darse con mayor fuerza.
Y cuanto mayor es la afinidad, mayor es la infectividad del virus, lo que implica que, aun con menos cantidad de partículas, es más infeccioso que con otras variantes.
Mutación P681H
Se localiza en una zona fundamental para la entrada del virus a las células pulmonares. Se cree que una mutación en esta región puede alterar la virulencia del mismo.
Tanto la N501Y como la P681H ya habían sido estudiadas por separado, pero nunca se habían presentado juntas.
Deleción 69/70
Es la ausencia de dos aminoácidos en los sitios 69-70 de la proteína S. Esta deleción se ha asociado a la capacidad del virus para sortear la respuesta inmune, sobre todo en terapias con anticuerpos. También puede afectar la detección del gen de la proteína S en algunos test, por lo que se recomienda usar los PCR que identifiquen más de un gen.
Otras variantes
Si bien la variante originada en Gran Bretaña es la que más se ha esparcido por el mundo, durante las últimas semanas se vienen monitoreando otras, una detectada en Sudáfrica y reportada en más de 20 países (aunque en ninguno de América del Sur) y otra en Manaos, Brasil, también presente en Japón, ambas con la misma mutación N501Y que la de Gran Bretaña. También se monitorea una nueva variante originada en Río de Janeiro y hallada en nueve países, incluida la Argentina.
¿Puede afectar a las vacunas?
Los expertos no creen en principio que pueda alterar la efectividad de las vacunas en el corto o mediano plazo. Sin embargo, la nueva variante B.1.1.7 tiene muchas mutaciones en la proteína S, incluido el lugar de unión al receptor ACE2, y la mayoría de las nuevas vacunas están basadas en la secuencia de esta proteína. Por lo tanto, resulta esencial vigilar los cambios en dicha proteína entre las variantes circulantes de SARS-CoV-2 y evaluar posibles modificaciones.
Si eventualmente estas mutaciones alteraran la efectividad de las vacunas, aquellas que utilizan la tecnología ARNm (Pfizer, Moderna) o vectores virales no replicativos (Sputnik, Oxford) serían las que con mayor facilidad podrían adecuarse a la nueva variante.