Más allá de si la Presidenta decide ser finalmente candidata, el Gobierno ya avisó que su prioridad es el Congreso. Por ese motivo, Cristina Kirchner comenzó a mostrar sus cartas en los primeros cierres de listas en los que impuso a sus incondicionales, sobre todo, para el Senado.
Según pública diario La Nación el Gobierno está concentrado en los ocho distritos que eligen representantes para la Cámara alta. De ese total, el kirchnerismo se entusiasma con asegurarse el primer puesto en cinco provincias. Son los casos de Mendoza, Chubut, Tucumán, La Pampa y Catamarca. También eligen senadores Santa Fe, Córdoba y Corrientes, pero ahí el oficialismo reconoce que no tiene casi chances.
El primer ensayo fue el acuerdo político que la Presidenta apuró en Mendoza esta semana, que abrochó con mano de hierro con su decisión de colocar a la actual diputada camporista Anabel Fernández Sagasti como primera candidata para el Senado, el bastión de poder que el kirchnerismo quiere conservar para sí.
A pesar de haber perdido la interna con su postulante propio, Guillermo Carmona, en la primaria mendocina por la gobernación, el PJ provincial se rindió a los pies de Cristina y el acuerdo terminó por mostrar la obsesión de la Presidenta por conservar el control del Congreso, aun cuando ya no esté en la Casa Rosada. Salvo una catástrofe impensada en las urnas, algo que no ocurrirá, Sagasti será senadora.
El Gobierno llega al cierre de listas, el próximo 20 de junio, con el envión de la masiva marcha del 25 de Mayo y la recuperación de los niveles de aprobación de la imagen presidencial que la coloca en un rol central para la negociación con los gobernadores peronistas.
Cerrado Mendoza, ahora la presión se trasladó a Chubut, donde la Presidenta ordenó reconquistar al opositor Mario Das Neves a pesar de la férrea resistencia del gobernador Martín Buzzi.
El resurgimiento de la relación es, en rigor, parte del dispositivo oficialista para intentar quedarse con los tres senadores por ese distrito, dos por la mayoría y el tercero por la minoría, de la mano de un acuerdo que intentará dejar atrás, y fuera del Senado, al radicalismo.
El jueves de la semana pasada, Buzzi se reunió con el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, para tratar de evitar ese pacto. Él necesita que la Presidenta no le abra la puerta a Das Neves, su rival y antes aliado, pero Cristina ya avisó que lo que pase en la interna provincial es un problema de ellos y que lo único que le interesa es conseguir la mayor cantidad posible de legisladores propios.
Si avanza el acuerdo, colocaría a Néstor Di Pierro como primer candidato a senador por el lado de Das Neves. «Cristina será la que defina todo», se adelantó Di Pierro, para mostrar su alineamiento. Por la lista del actual gobernador, que va por la reelección, la Presidenta elegiría para la Cámara alta a Mario País, otro incondicional de la línea de Marcelo Guinle.
Así están las cosas para Cristina: gane quien gane en las internas provinciales, como sucedió en Mendoza (donde su propio sector interno perdió), ella trabajará por la unidad para quedarse, en definitiva, con los votos nacionales para el Congreso. El caso Chubut, por estas horas, quema.
Decidida a colocar a sus incondicionales en el Congreso, por el lado de la Cámara de Diputados también se van puliendo algunos nombres. Por Entre Ríos, podría ir Sergio Urribarri, que abandonó por pedido presidencial la carrera por la Casa Rosada, lo mismo que Agustín Rossi, para el caso de Santa Fe.
La gran incógnita pasa por el rol que tendrá Máximo Kirchner e incluso la propia Presidenta. En el Gobierno sostienen que algún Kirchner estará en las boletas. Cristina podría ser candidata al Mercosur por distrito único, con lo que su imagen y su nombre se replicarían en todos los cuartos oscuros del país. Su hijo podría encabezar la lista por Buenos Aires o por Santa Cruz para diputados nacionales.
La Presidenta se quedará con la primera minoría en Diputados y lo mismo sucederá en el Senado. «Sin nosotros no pasa un presupuesto», grafican en el bloque oficialista, para dar cuenta de la presión que ya ejerce el Gobierno para imponer las listas nacionales.