Las epidemias y pandemias anteriores ofrecen algunas pistas sobre cómo podría alcanzar el control de la actual generada por el coronavirus. Pero los expertos en infectología consideran que ese control podría ser interferido con la emergencia de nuevas variantes.
Ya se reportaron más de 160 millones de casos de personas con COVID-19, y han muerto más de 3,3 millones desde diciembre de 2019 hasta ahora según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Si bien más de 1,2 millón de personas han recibido dosis para protegerse contra el coronavirus, el proceso de vacunación aún sigue lento en el mundo. Y los expertos en epidemiología e infectología afirman que esta pandemia ha sido tan particular que resulta difícil estimar cuándo y cómo podría controlarse globalmente.
Las pandemias y las epidemias que han afectado a la humanidad pueden aportar conocimientos y pistas para comprender la actual crisis por el coronavirus. Las diferentes infecciones se han estado controlando a través de tres modalidades principalmente: la erradicación, la eliminación y la inmunidad de rebaño por el impacto de la vacunación.
“Es muy difícil predecir cómo podría ser el fin de esta pandemia. Estamos aprendiendo día a día. Este nuevo virus, el coronavirus, nos ha roto un montón de paradigmas. Es probable que la inmunidad de rebaño se alcance más adelante. El impacto de las nuevas variantes podrían demorar el logro de la inmunidad de rebaño. Vendrían más vacunas contra esas variantes”, dijo a Infobae el doctor Francisco Nacinovich, jefe de infectología del Instituto Cardiovascular y miembro de la Sociedad Argentina de Infectología.
El doctor Nacinovich señaló también que aún se desconoce con certeza cuánto dura a largo plazo la inmunidad después de haberse contagiado el virus y cuánto dura la protección de las vacunas. En algunos casos, como la vacuna de ARN mensajero de Moderna, duraría 6 meses. “Una posibilidad es que tras la vacunación el coronavirus siga circulando con menor intensidad como ocurre con el virus de la gripe cada invierno. Pero no podemos generar esperanzas infundadas. Todavía la investigación científica sigue para responder respuestas”.
Un antecedente fue la epidemia por el virus ahora llamado SARS-COV-1, otro coronavirus que afectó al mundo en 2003. Fue detectado primero en la provincia china de Cantón y llegó infectar 8.422 personas en más de 30 países. Se reportaron 916 muertes. No había tratamiento específico contra ese virus, ni tampoco vacuna. Pero se logró controlar.
El acceso a las vacunas COVID-19 permite reducir el riesgo de que las personas que se contagian el coronavirus desarrollen cuadros graves y mueran. Aunque las vacunas son seguras y eficaces, hoy existen dificultades para que toda la humanidad pueda aplicarse las dosis. Esta barrera sumada a la aparición de nuevas variantes dificultaría el control más rápido de la pandemia /REUTERS/Navesh Chitrakar
El coronavirus del 2003 fue contenido a través de la vigilancia con el reporte de casos con síntomas, el aislamiento inmediato de los pacientes, la aplicación estricta de la cuarentena a todos los contactos estrechos y, en el algunas áreas, la aplicación estricta de cuarentenas comunitarias.
En cuanto a la posibilidad de erradicación de la enfermedad es una de las opciones más complicadas para alcanzar. Solo se ha logrado dos veces en la historia de la humanidad. Se consiguió con la viruela y con la peste bovina. Esta última enfermedad fue declarada erradicada en 2011. Pasó a ser la primera enfermedad animal en ser eliminada. Durante siglos, la peste bovina había causado la muerte a millones de vacas, búfalos, y animales silvestres, lo que condujo a hambrunas y al hambre.
En tanto, la viruela asoló a la humanidad durante al menos 3.000 años y, solo en el siglo XX, acabó con la vida de 300 millones de personas. El último brote endémico de viruela se declaró y contuvo rápidamente en Somalia en 1977, según la OMS. Gracias al Programa de Erradicación de la Viruela, se obtuvieron instrumentos y conocimientos sobre la vigilancia de los nuevos casos, los beneficios de la vacunación en anillo y la importancia de la promoción de la salud en la lucha contra enfermedades como la poliomielitis y la enfermedad por el virus del Ébola. También sirvió para organizar programas nacionales mejorados de inmunización.
Al comparar la estrategia del control de la viruela con la respuesta al COVID-19, Bill Foege, quien dirigió los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades en los Estados Unidos entre 1977 a 1983, contó a CNN En Español que hasta ahora no se hizo “muy bien es el rastreo de contactos y el uso de vacunas como herramienta”
Una situación particular se produjo en Nigeria en 1966 cuando las vacunas contra la viruela estaban demoradas. Foege participó en una misión en la cual se examinaron mapas y se coordinó a través de radioaficionados para identificar casos, que se iban aislando.
Gracias a ese tipo de vacunación en anillo, que solo llegó al 7% de la comunidad, en unas semanas habían eliminado la enfermedad. Mientras tanto, una ciudad en el este de Nigeria con una tasa de vacunación del 96% todavía estaba experimentando brotes / INTERNACIONAL UNICEF/MARIAME DIEFAGA
Examinaron mapas y se coordinó con los misioneros a través de radioaficionados para identificar casos que luego se aislaron. En ese momento, tenían pocas dosis y solo se vacunó en una zona a los que habían estado expuestos, luego los habitantes de las aldeas donde vivían sus contactos y parientes, así como los mercados que frecuentaban. Este proceso se lo conoce “vacunación en anillo”, que se hace alrededor de los pacientes infectados.
La eliminación de las enfermedades es más común que la erradicación. Se produce cuando los casos se reducen a cero o casi cero en un área específica por los esfuerzos continuos para prevenir la transmisión. En los Estados Unidos, enfermedades como el sarampión, la rubéola y la difteria fueron eliminadas gracias a la vacunación. Sin embargo, por la disminución de las coberturas de inmunización, el sarampión volvió.
Ese país había declarado que el sarampión estaba eliminado en el 2000, pero los casos volvieron a crecer desde 55 en 2012 hasta 1.282 en 2019, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU., (CDC, por sus siglas en inglés). En la Argentina, también hubo un brote en 2018 y se logró contener en 2020 con el aumento de la vacunación.
En octubre de 2019, los países de América se comprometieron a eliminar más de 30 enfermedades transmisibles y condiciones relacionadas para 2030. En algunos casos se busca eliminar la transmisión y en otros se pone como meta que la enfermedad deje de ser un problema de salud pública, como la enfermedad de Chagas que es causada por un parásito. En el caso del paludismo o malaria, se ha logrado la eliminación en algunos países recientemente como El Salvador, Argentina y Paraguay.
Mientras avanza la vacunación contra el COVID-19, se recomiendan las medidas de prevención como el uso del barbijo, el distanciamiento social, el lavado de manos, la ventilación, entre otras. Muchas se han utilizado para otras enfermedades. Los barbijos se han usado en Asia durante las epidemias con otros coronavirus en 2003 y 2015. / EFE/EPA/NARENDRA SHRESTHA
¿Qué podría suceder entonces con la pandemia del coronavirus? El vicedirector del Instituto de Virología del INTA en Castelar y miembro de la Sociedad Argentina de Virología, Mariano Pérez Filgueira, respondió a Infobae: “Se conoce relativamente poco sobre la enfermedad COVID-19. Tampoco se conoce a largo plazo el desempeño de las vacunas. La erradicación es extremadamente difícil y se ha logrado con escasísimas enfermedades humanas y animales. Por ejemplo, la poliomielitis aún no pudo ser erradicada, pero se puede mantener bajo control a través de las vacunas”.
El experto en virología agregó que “hay muchas vacunas que usan, como la antigripal, con un desempeño bastante inferior a las del COVID-19, que han permitido controlar enfermedades. Como las vacunas COVID-19 se desempeñan bastante mejor, puede ser alentador para que se avance en el control de la pandemia”.
Entre los factores que van a influir en los próximos meses se encuentran: “Aún no se sabe si es posible una distribución equitativa de las vacunas a nivel global”, comentó el doctor Pérez Filgueira. La inequidad en el acceso contribuiría a que sigan los brotes en diferentes partes del mundo. “El control será mejor cuanto más larga sea la inmunidad de las vacunas y cuanto más eficaces sean contra las potenciales variantes que vayan apareciendo”, aseguró. Si circulara menos el virus -remarcó- la aparición de nuevas variantes sería menos frecuente, y seguramente las siguientes generaciones de vacunas serán mejores que las actuales como parte de los procesos de mejoras paulatinas.
Fuente: Infobae