Pese a contar con ventaja deportiva y haber ganado el cotejo de ida en Tucumán frente al modesto San Jorge de esa provincia. El cuadro comodorense dejó pasar la chance de mantener la categoría esta tarde en el estadio Municipal Comodoro al caer por 3 a 1, con un gol lapidario a 3′ del final, como ha sido una mala costumbre en su derrotero de los últimos tiempos.
Qué palabra más acertada para definir los últimos meses del ‘Azzurro’ en su camino futbolístico que esa: derrotero. Porque las derrotas, valga el juego de palabras, lo han sumido al cuadro de esta ciudad en el segundo descenso consecutivo, para pasar sin escalas del segundo al cuarto escalón del Consejo Federal de la AFA.
De nada sirvió el agónico triunfo en el norte frente a este mismo vapuleado rival, que llegó a duras penas a la ciudad por el conflicto de los combustibles y venía de caída en caída tras perder el ascenso directo. Porque la Comisión de Actividades Infantiles no hizo valer el peso específico de ese triunfo.
Tal vez hay ‘sobrado’ el partido en un exceso de confianza de algunos de sus jugadores, quien sabe. O tal vez realmente hasta allí les daba la nafta, valga la paradoja. Lo cierto es que los dirigidos por Amado y Zalazar habían repuntado de la mano de esa dupla técnica que los vio crecer, pero también es real que, como dijo un periodista radial hoy por la tarde, pareciera aquel boxeador que necesitara noquear para poder empatar una pelea.
Y entonces fue que siempre sus jugadores le miraron el número a la espalda del rival. Generó muchísimas opciones de riesgo, es cierto, pero que quedaron sólo en eso. Contrariamente, la primera vez que le visitaron el área debió sacar desde la mitad de la cancha por un cabezazo de Acosta casi bajo del arco tras una bola que no pudo retener Alcaín en 18′.
Antes del epílogo de la primera parte, una falta innecesaria de Favano fue el preámbulo del derrumbe: tiro libre cerca del área penal y errores de marcación posicional que fueron una constante en la tremporada se repitieron para que Narese castigue por segunda vez el arco local en casi igual cantidad de opciones serias de la visita, con 43′ en los relojes.
El segundo tiempo mostró impotencia en la delantera local. Neculman dejó a su equipo con 10 hombres por una reacción infantil ya sin pelota en juego que le valió la expulsión cuando más lo necesitaba el partido. Antes, había perdido una chance increíble queriendo bajar con el pecho un centro que exigía cabezazo con el arquero jugado y poco tiempo disponía para resolver de otra manera, como intentó hacerlo.
El ingresado Morales desvbordó por la izquierda y aguantó la marca para meter el centro que terminó rematando a la carrera Bubas por el medio: la pelota dio en el travesaño, en el suelo y luego en la parte posterior del cuerpo de Rocchia, para estampar el descuento que devolvía la permanencia a la CAI.
Pero no. El fondo se empeñó en facilitarle las cosas a los tucumanos, que no se rindieron y once contra diez lograron ponerse arriba tras un pelotazo perdido por izquierda. La siesta tucumana fue de los centrales de la CAI que se dejaron anticipar por el delantero que picó, le dio pifiado y la bola quedó muerta con el arquero en el piso. Alcaín se quiso arrojar sobre ella mientras sus compañeros miraban estáticos, pero resbaló en el intento y desde atrás apareció nuevamente el 8, Narese, para empujar la pelota a la red en una jugada donde los marcadores locales salieron siempre en la misma posé fotográfica y el volante no aparecía nunca en cuadro desde su origen, pero tuvo el tiempo de llegar ante la alarmante pasividad de la defensa local para empujarla desde el piso y marcar el 3-1 final.
Una pena lo de la CAI. Como penoso también lo extradeportivo con la rotura de los vidrios del micro de los visitantes. Los nervios se apoderaron de algunos pocos que terminaron mal una jornada triste en lo futbolístico pero que termina siendo reflejo de una apatía de quienes creyeron que todo estaba liquidado y no asumieron el compromiso como tal, y de otros que terminaron cobrando sueldos y nada más. Total, mañana jugarán en otro lado y este habrá sido sólo una mancha más en sus ya precarios currículums.