La voracidad del esquema económico de Cambiemos para devorarse el ingreso de las familias se refleja en un dato elocuente: seis argentinos por minuto pasaron a ser pobres durante el último año. La cifra surge del último informe de la Universidad de Avellaneda (Undav), el cual agrega su propia estimación de precios minoristas para septiembre, con un alza del 5,5 por ciento, lo que atiza aún más una inflación que se espiraliza y acelera el deterioro del poder de compra de los salarios.
La crisis macrista impactó de manera directa en los hogares de menores ingresos, los que además suelen tener mayor cantidad de hijos, por lo cual la herida que deja la exclusión de estas familias del mercado laboral es todavía más profunda. El mayor aumento de la pobreza y la indigencia se dio en esos hogares de familias jóvenes y numerosas.
Para el segundo semestre de 2017 la cantidad de pobres rondaba los 7 millones. “A partir de entonces, la economía argentina fue entrando en una espiral de devaluación e inflación que pulverizó el poder adquisitivo de los ingresos de los hogares. En este proceso, millones de personas fueron quedando paulatinamente por debajo de la línea de pobreza. Es así que al primer semestre de 2019 se sumaron 3 millones de nuevos pobres, alcanzando un total de 10 millones”, señala el documento. Para el caso de la indigencia, en el primer semestre de 2017 había 1,5 millón de personas en esa condición y en igual período de 2019 el aumento de la canasta alimentaria llevó la cifra a 2 millones, 500 mil más que dejaron de poder alimentarse adecuadamente.
La devaluación de la moneda luego de las PASO aceleró esa situación. “El salto de precios post devaluación se va a coronar en septiembre con un índice de inflación minorista que se posicionará por encima del 5,5 por ciento. El intento de compensación por medio del bono de 5000 pesos a las y los trabajadores del sector privado, además de las dos cuotas extra de 1000 pesos para la AUH, se muestra insuficiente ante la magnitud de los aumentos”, señala el informe. Es por eso que se estima que el número de hogares que no llega a la canasta de alimentos y servicios básicos volvió a dispararse –según publica Página 12-.
El documento de la Undav analiza otras medidas para determinar las condiciones de vida de la población, por fuera de la comparación de ingresos, que tiene en cuenta otras dimensiones. Entre ellas se encuentra el famoso indicador de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) y el Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA). Este último define a hogares con pobreza estructural a aquellos que registran al menos tres carencias sociales y cuyos ingresos se encuentran bajo la línea de pobreza. En este caso se exhibe que el alza en la tasa de incidencia de la pobreza no responde a una situación “coyuntural” dada por caída en los ingresos reales. Las cifras se mantuvieron elevadas aun en momentos de leve recuperación económica, como sucedió en 2017. “La pobreza, más allá de los ingresos, también está en aumento”, advierte el informe de la Undav.