Prácticamente sin impacto del ajuste de tarifas durante el mes pasado, el índice de inflación que anunciará esta tarde el INDEC podría ubicarse algunas décimas por debajo de 3%, lo que sigue siendo el valor más bajo en tres años. Detrás de ese dato existen dos variables clave a analizar. La primera, la evolución de la inflación núcleo. La segunda, el ritmo de devaluación que pone un piso a la baja del IPC. Ambos factores están relacionados: ante la caída de la inflación, es esperable que el Banco Central comience más temprano que tarde a recortar también la tasa de devaluación, técnicamente conocida como crawling peg. Sin embargo, la inflación núcleo no cede al mismo ritmo que el nivel general, lo que abre interrogantes sobre cuál será, en definitiva, la medida que marque el paso de la política cambiaria,
Es que la inflación núcleo o “core” es la suba de los precios de bienes y servicios que no están sujetos a regulación ni tampoco a estacionalidad. Los economistas la consideran la variable que mide la pulsión inflacionaria real de una economía. Esos precios, según las mismas consultoras cuyas mediciones arrojan un IPC entre 2,7% y 2,9%, habrían avanzado por encima de ese nivel, en torno a 3,5 por ciento.
Es eso, por caso, lo que midió la consultora de María Castiglione y Camilo Tiscornia, C&T. Su medición arrojó una inflación general de 2,8% en octubre mientras que la núcleo se ubicó en 3,6% en su estadística. “Los precios estacionales y los ajustes mucho menos perceptibles de tarifas ayudan a perforar el 3%, pero el proceso de baja de la inflación núcleo es algo más lento”, explicó Tiscornia. Esa misma dinámica detectó Equilibra, con una inflación núcleo algunas décimas por encima del nivel general, una foto que se repetiría este mes ya que los precios estacionales no suelen tener fuertes variaciones en noviembre mientras que la suba de tarifas se ha moderado precisamente para evitar el impacto inflacionario. Ya en el último mes del año, la expectativa es de una suba transitoria de la inflación, dado el impacto estacional que sí existe en diciembre.
En cualquier caso, incluso sin perforar el 3%, todo indica que el dato será festejado por el Gobierno, donde insisten que la inflación ya se acerca a 0% en términos del plan económico en el que la “inflación inducida” es de 2,5% mensual. Eso por el ritmo mensual de suba del dólar de 2% más el 0,5% de inflación “importada” por la presión internacional de precios. De ahí que se instale en la discusión la posibilidad de que el ministro de Economía, Luis Caputo, en tándem con el presidente del Banco Central, opte por aplicar un rebaje al ritmo de devaluación.
Fue lo que anticipó uno de los economistas más escuchado por el presidente Javier Milei, Ricardo Arriazu, quien a principios de octubre aseguró que “el programa viene mejor que lo esperado” por lo que arriesgó que, para garantizar la baja de la inflación (“una tasa de 2% es inaceptable”, dijo), el BCRA comenzará a reducir el ritmo de devaluación gradualmente a partir de febrero del próximo año. Es decir, se esperaría a ver dónde se estaciona la inflación en enero tras el escalón hacia arriba que se pronostica para el mes próximo para tomar una decisión en el segundo mes 2025.
Sin embargo, existe una variable adicional para arriesgar ese paso que anclaría aún más el precio del dólar, en un contexto en el que las monedas regionales, particularmente el real brasileño, sufren presiones devaluatorias: la acumulación de reservas netas. Un incremento significativo en las reservas del BCRA contribuiría a un mayor margen de maniobra para contener las presiones en el mercado de cambios tanto oficial como financiero.