Con el Fondo Monetario Internacional no se juega

“El PJ y Massa dejaron solo al kirchnerismo en su movida contra el FMI” tituló un diario nacional, como festejando. El título se publicó el 20 de Junio, pero los hechos sucedieron el día anterior…

sábado 23/06/2018 - 10:51
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“El PJ y Massa dejaron solo al kirchnerismo en su movida contra el FMI” tituló un diario nacional, como festejando. El título se publicó el 20 de Junio, pero los hechos sucedieron el día anterior en la Cámara de Diputados cuando los legisladores del FpV, del Movimiento Evita y de la izquierda reclamaron que el gobierno haga pasar por el Congreso el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Fue un espectáculo penoso si se tiene en cuenta que el 25 de Mayo se movilizó más de un millón de personas en la 9 de Julio convocada por la consigna “No al FMI. La Patria está en peligro”.

Cuando La Nación festeja, los movimientos populares tienen que sacar el paraguas. Ese título cancela toda discusión, desmiente los argumentos y expone la gran metida de pata en todo sentido de esos legisladores que no bajaron al recinto.

Algunos de esos argumentos fueron que el acuerdo con el FMI no encarnó tanto en la sociedad como la despenalización de la interrupción del embarazo. “Si hubiéramos tenido cientos de miles de personas en la puerta del Congreso, a lo mejor eso hubiera cambiado” explicó uno de esos diputados que participa en los debates por la unidad del peronismo. No hubo cientos de miles, el 25 de Mayo hubo más de un millón y esa evaluación no puede ser más errónea. La sociedad y sobre todo los sectores populares, inclusive muchos de los que votaron a Cambiemos, saben que cada vez que Argentina se entregó al organismo financiero, la economía popular fue devastada por un verdadero genocidio por el crecimiento de la desocupación y el hambre, cuando la mortandad infantil subía en vez de bajar y cuando los gobiernos decían que las provincias del Norte y el Sur eran “inviables”. Sin embargo, muchos periodistas filoficialistas se ofendieron porque consideran que decir que la Patria está en peligro es una exageración.

No es exagerado, esa imagen está presente en la memoria colectiva, que en otros aspectos es más floja. La corporación de medios oficialista trató de bajar el precio de la convocatoria. Dijeron que solamente era un puñado de actores. Hicieron lo que pudieron para desmovilizar.  El acto no fue convocado por partidos ni centrales sindicales, sino por más de 40 organizaciones sociales, entre sindicatos, artistas, agrupaciones barriales y de defensa de los derechos humanos. A pesar de que la gente cubría desde el Obelisco hasta Belgrano, ocupando todos los carriles de la avenida, se podía observar mucha menos cantidad de ómnibus. Fue un acto con poco aparato porque la mayoría llegó caminando y por fuera de las columnas organizadas Eso también fue ocultado por la corporación de medios oficialistas y resulta ingenuo pensar que un diputado peronista, que seguramente estuvo en esa marcha, simule que cree en las mentiras de un oficialismo acorralado por sus propias contradicciones.

Otro argumento fue que como el bloque Argentina Federal, integrado por los diputados que responden a sus gobernadores, no bajaría al recinto, aunque ellos bajaran no se iba a tener número para el quórum. Como dijo La Nación, la intención fue dejar en soledad a los diputados que bajaron al recinto. Y eso fue lo más penoso porque tienen una responsabilidad frente a ese millón de personas. No es al revés. Lo que se esperaba era una respuesta conjunta de unidad y responsabilidad, como se ha dado en otros temas.

Ultimo argumento: el Ejecutivo tiene el derecho legal a tomar deuda sin consultar con el Congreso. Pero existe una Comisión Bicameral de Seguimiento de la Deuda Externa que la preside un massista. Esta deuda se empezará a pagar cuando este gobierno ya no esté. Y además, la letra chica del acuerdo apunta a la eliminación del Fondo de Garantía de los jubilados y sujeta la economía argentina al FMI por varias décadas. Las fuerzas políticas que se presentan a elecciones tienen que saber cuáles serán las consecuencias de este acuerdo. Néstor Kirchner envió al Congreso todas las medidas de negociación de la deuda.

La crisis económica se extenderá y profundizará. Así lo plantearon los dos nuevos funcionarios, Dante Sica y  Javier Iguacel. “El próximo semestre será más duro”. Cada medida que anuncian como un éxito es en realidad una palada de funebrero, como la declaración de “mercado emergente” que obliga al país a no regular la entrada y salida de capitales que ha generado el despiporre del dólar. Con este proceso, será difícil que Cambiemos llegue al 2019 con una propuesta electoral sólida. Pero si desde la oposición tampoco se ponen los pantalones, el millón de personas que asistieron el 25 de Mayo verá cómo sus hijos son arrastrados por el desastre. La actitud de los gobernadores y sus diputados es verdaderamente desopilante. Con esas trampas les hicieron votar la reforma previsional, de lo cual están arrepentidos, pero ahora actúan de la misma manera. El acuerdo Stand-By anunciado con el FMI estipula una meta fiscal para las provincias en este año que será imposible de cumplir. Mientras que durante el 2017 el déficit primario total de las distintas administraciones provinciales alcanzó los $37.076,2 millones, para el 2018 debería reducirse a $10.664 millones, lo que equivale a un recorte de $26.412 millones.

Estas metas no fueron consultadas a los gobernadores, que son, sin embargo, los que facilitan al gobierno nacional el acuerdo con el Fondo. “No firmamos nada y ahora nos quieren trasladar el ajuste” afirma uno de ellos y pide que se mantenga el anonimato. Todos coinciden que con esa reducción de dos tercios de sus presupuestos, no hay 2019 posible.

Pero hay una incongruencia. Hacen esas declaraciones, saben que los están masacrando pero, en vez de oponerse, miran para otro lado cuando llega el momento del voto. El secreto está en que como saben que esas metas son incumplibles, necesitan la piedad, el permiso del gobierno nacional para tener un margen de excepción. Cada gobernador negocia por su cuenta. Algunos aceptan la reducción, pero piden que se les pague la deuda que tiene con ellos el Gobierno Nacional, como sucede con San Luis. Los dos gobernadores que aparecen más claramente aliados con el gobierno y respaldan el acuerdo con el FMI son Juan Schiaretti y Juan Manuel Urtubey. En el caso del cordobés, negoció un plan de obras con el que espera sostener su campaña para la reelección en 2019. Pero por la crisis, el gobierno nacional ya le debe 3500 millones. De todos modos le abrió la puerta para que tome deuda externa por 600 millones de dólares.

La CABA es el distrito más favorecido por Mauricio Macri, pero en muchos barrios se han multiplicado los cortes del servicio de electricidad a cientos de usuarios que no pueden pagar la tarifa. En varios barrios populares del conurbano, los vecinos se han puesto de acuerdo para no pagar las tarifas y se han organizado para no dejar entrar a los inspectores que les vienen a cortar la luz. Si estas experiencias se extienden, —no son partidarias sino que surgen de la imposibilidad concreta de pagar—, la provincia se convertirá en un polvorín. Muchos intendentes empiezan a pensar en la posibilidad de entregar bonos para recomponer la caída del salario. Y en muchos de esos distritos se han multiplicado las ferias del trueque

El peronismo, que viene realizando conversaciones de unidad, tiene que percibir que los escenarios fluctúan cada vez más rápidamente y que lo que hasta ayer se consideraba una verdad indiscutible, ya fue superada a una velocidad a la que el peronismo no le lleva el compás. La situación económica tiene consideraciones de desesperación que desborda el tiempo de las trabajosas negociaciones. El espacio de la tercera vía fue clausurado por la crisis —Massa perdió la intendencia de Tigre, Urtubey salió tercero en su provincia y Schiaretti está en una situación difícil. La inflación pasará el 30 por ciento, los salarios están dormidos en las paritarias y las tarifas seguirán creciendo. El escenario que se abre plantea un peronismo cada vez más opositor porque la gente va a estar cada vez peor.

 

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