Siria sigue siendo el escenario principal en donde se enfrentan Estados Unidos, Rusia y Turquía, porque si bien Estados Unidos había comenzado con una retirada que permitió a Rusia fijarse en el territorio, ahora la tensión habría vuelto a escalar. En consecuencia, Rusia está presionando en la región para dejar en claro que quien tiene el control es el Kremlin, aunque la situación actual no indica evoluciones positivas.
Las tropas rusas aseguran que Estados Unidos no permite que se establezca la paz en el territorio sirio, teniendo en cuenta que todavía siguen combatiendo los restos del Estado Islámico y por supuesto, custodiando los campos petroleros que le pertenecen, lo mismo que hacen las tropas rusas en cuanto a los territorios que controla. Es así que la tensión entre ambas partes en el territorio volvió a crecer después de meses de calma.
Recordemos que desde la Casa Blanca dejaron bien claro su poco interés en el territorio sirio cuando decidieron abandonar a sus aliados kurdos en el este del país y de esa forma permitir indirectamente el avance de las fuerzas turcas sobre Siria. Si bien se estableció una reunión propuesta por las autoridades rusas para hacer oficial la paz en el país de Medio Oriente, todavía no hubo ningún avance sobre el establecimiento del fin de un conflicto, todo lo contrario, las tensiones se reavivaron.
Tanto Rusia como Estados Unidos se acusan mutuamente de ser un estorbo para el establecimiento de la paz, y al mismo tiempo suceden las provocaciones entre ambas partes, según explica The New York Times: los aviones rusos vuelan muy cerca del territorio de las tropas norteamericanas y en consecuencia, Estados Unidos dirigió un convoy militar e hirió a civiles sirios. «Gracias a los esfuerzos de las tropas rusas que llegaron al lugar del incidente, se logró impedir una mayor escalada del conflicto con los residentes locales», explicaron desde el Kremlin como no podía ser de otra forma.
«Tenemos soldados estadounidenses con una misión mal definida en Siria (‘proteger el petróleo’) después de abandonar ¾ de territorio una vez estable por orden de Trump, ahora obligado a navegar por carreteras controladas por las fuerzas del régimen ruso y sirio», resumió el pensamiento de la administración Trump en su cuenta oficial de Twitter, Brett McGurk, el ex enviado especial del presidente Trump a la coalición que lucha contra el Estado Islámico.
Sin embargo, mientras Estados Unidos intenta crear estrategias, defiende su región e intenta demostrase fuerte frente a Rusia, también se muestran con cierto temor frente a un ataque sirio-ruso, teniendo en cuenta que no solo tienen nuevos y sofisticados armamentos, sino que además tienen la mayoría del territorio bajo control.
Esta información fue potenciada por el informe publicado este viernes por las Naciones Unidas (ONU) en cuanto a los refugiados que se vieron obligados a abandonar su territorio en Siria: 800.000 personas solamente desde el último 01/12. Estas cifras fueron una consecuencia del último ataque ruso-sirio contra las tropas yihadistas y la facción local de Al Quaeda, el principal territorio que todavía sigue en disputa.
“El 10% de los desplazados están durmiendo bajo los árboles o en zonas a la intemperie y sobre la nieve”, explicó por su parte Joseph Ashmore, de la Organización Mundial para las Migraciones (OIM). Aunque claro, la situación climática es uno de los principales problemas de las últimas migraciones, teniendo en cuenta que en la región se registraron en los últimos meses temperaturas más bajas que los 10 grados bajo cero. A esto por supuesto se le suma la negativa por parte del gobierno turco en cuanto a aceptar más refugiados.
La situación es una de las más preocupantes, peligrosas y terribles desde comienzos de la guerra en 2011, ya que nunca se vio una cantidad tan grande de inmigrantes al mismo tiempo. “Cerca del 60% son menores y otro 21% mujeres”, aclaró la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU en el informe en cuestión.