El asesinato de Yasmín Chacoma estremeció a los comodorenses, y la discusión se centró nuevamente en la inseguridad que va ganando espacios -sin distinción de horarios o de lugar- dentro del ejido municipal. Los ciudadanos ya no quieren más promesas, sino que están exigiendo seguridad a los gobernantes y políticas públicas concretas.
En la ciudad petrolera, el número de homicidios durante lo que va del 2013 son de 24 víctimas que se suman a los escalofriantes 34 crímenes del 2012. Más los 24 del 2011.
Ya pasaron prácticamente dos años de las “nuevas” gestiones y no tenemos más que angustias y pérdidas. La pueblada en las 1008 parece activar una “bomba social” que duerme bajo la superficie mundana.
Los enfrentamientos y amenazas entre vecinos hicieron que muchos ocupantes del “barrio de los paraguayos” abandonen sus hogares dejando sus pertenencias a la buena de dios.
Cada vez más rejas, cada vez más temprano a casa, cada vez más estrategias para que se desplacen nuestros hijos adolescentes. Ya no conversamos sobre “cómo creció Comodoro”, ahora aterrados decimos “se llenó de gente”. Y desde los que componemos El Comodorense nadie podría siquiera ensayar algún comentario racista, xenófobo. Nada. Casi todos vinimos de otro lado, o los padres o los abuelos.
Las calles cada día más peligrosas, responsabilidad de muchos, una ciudad desordenada, poco limpia, sin propuestas sociales y culturales contundentes, poco amigable.
Del último informe del Ministerio Público Fiscal se desprende que el caso de Comodoro Rivadavia es el que merece mayor análisis, ya que con una tasa de homicidios de 18,8 asesinatos cada 100.000 habitantes triplica el promedio nacional (la última estadística nacional fue de 5,5).
Hay casos emblemáticos que marcan una bisagra en los pueblos que nunca más volvieron a ser lo mismo cuando son “sacudidos” por un crimen tan aberrante como el “caso Yasmín”.
La impunidad de la justicia
Es menester mencionar la pasividad de la Justicia, donde los presos entran por una puerta y salen por la otra, lo que desemboca en que parte de la población termina pidiendo algo muy peligroso para nuestros hijos, como lo es la “mano dura”.
Hoy, la creciente ola de asesinatos en los distintos barrios de Comodoro es la resultante de esta ciudad sin Ley, donde los delincuentes son apresados y liberados en horas. La impunidad tiene este precio: el “libertinaje”. Esta marea de asesinatos, cada vez con mayores dosis de violencia son fecuentes en la calles de la ciudad.
Las malas noticias no le gustan a nadie, pero hoy la realidad es que hay muertes y violencia en las calles y no se puede “suavizar” esa información bajo ningún punto de vista moral.
Por Lic. Leonardo Rocha