Como será la negociación con el FMI

Martín Guzmán espera cerrar el acuerdo en el primer trimestre de 2021. El envío del Presupuesto al Congreso es clave. El 15 de septiembre, como cada año, el Poder Ejecutivo enviará al Congreso el proyecto…

jueves 27/08/2020 - 16:17
Compartí esta noticia

Martín Guzmán espera cerrar el acuerdo en el primer trimestre de 2021. El envío del Presupuesto al Congreso es clave.

El 15 de septiembre, como cada año, el Poder Ejecutivo enviará al Congreso el proyecto de ley de Presupuesto. El texto tendrá previsiones de gastos y recursos para 2021. Será el inicio del sendero fiscal hacia el equilibrio que promete el Gobierno. Es la base con la que Martín Guzmán buscará negociar el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para refinanciar unos U$S45.000 millones, que espera cerrar para el primer trimestre del año próximo.

La carta que enviaron Guzmán y el presidente del Banco Central Miguel Pesce al FMI atribuye al gobierno de Mauricio Macri y al Fondo el fracaso del programa que se firmó el 7 de junio de 2018 y que se “reperfiló” en septiembre de ese año. Fue una manera de distribuir culpas y dejar por escrito desde dónde parte la negociación, en la visión del Ejecutivo.

El Gobierno consideró que la Argentina se había comprometido con el FMI a bajar el déficit fiscal y a equilibrar la cuenta corriente y que lo hizo: entre 2017 y 2019, redujo el rojo primario de 3,8% a 0,9% y el saldo negativo de la balanza de pagos cayó del 4,8% al 0,9%, con una brusca devaluación y una fuerte contracción del gasto mediante. Así y todo, la actividad económica cayó 2,6% en 2018 y 2,1% el año pasado, con inflaciones anuales en torno al 50%.

“Como consecuencia de la incapacidad del SBA anterior para restaurar tanto la confianza como para generar robustez a través de un incremento del nivel de reservas internacionales, enfrentamos importantes necesidades de balanza de pagos para el período 2021-2024, mayormente asociadas con la previa adquisición del FMI de alrededor de 31.910 millones de DEGs (Derechos Especiales de Giro)”, insistieron Guzmán y Pesce. Kristalina Georgieva respondió con elegancia y remarcó el compromiso del organismo de acompañar al país.

El Fondo publicó un paper hace dos semanas con una visión algo distinta a la del gobierno de Alberto Fernández. No es la voz del directorio, pero el trabajo de los analistas Ramzy Al-Amine y Tim Willems consideró que la Argentina llegó al FMI con un problema de sobreendeudamiento y en busca de un rescate, porque no realizó reformas estructurales que los inversores esperaban.

Los próximos pasos

Los términos políticos de la negociación ya están explicitados. Ahora llega el momento de delinear el nuevo programa.

El equipo de Guzmán espera que la discusión se centre en el ritmo del sendero hacia el equilibrio fiscal y que tenga como eje el crecimiento. “No es posible la estabilización sin recuperación económica”, dijo el ministro.

La Argentina parte de un déficit que llegará este año a los 10 puntos del PBI, según las estimaciones que el propio gobierno efectuó al ampliar el Presupuesto 2020. Pero los datos oficiales muestran que, despejado el gasto para atender a la coronacrisis, hay una contracción real en el gasto público tan grande que es difícil que pueda mantenerse. Los salarios del sector público, por ejemplo, caen casi 15% si se descuenta la inflación, según surge del último reporte de la Oficina de Presupuesto del Congreso.

En el Gobierno creen que el camino hacia el equilibrio fiscal se recorre con más recursos, antes que con una contracción del gasto. Esperan una mejora en la recaudación por la reforma tributaria y acciones antievasión y antilavado de la AFIP. Aunque saben que el FMI pedirá un esfuerzo adicional para contener lo que se gasta.

Guzmán descuenta que el Fondo siempre pide reformas estructurales y que estarán sobre la mesa de negociaciones. Dependerá de su pericia hasta dónde el país se compromete a cambiar el régimen previsional y el sistema laboral, dos de los clásicos requerimientos del organismo multilateral para equilibrar las cuentas. La misma pericia necesitará para abroquelar a la coalición gobernante en la negociación. “El FMI no está en condiciones de imponer nada a nadie”, dijo Máximo Kirchner días atrás.

Del otro lado de la mesa habrá nombres distintos a los que negociaron el Stand By con Macri. Kristalina Georgieva no es Christine Lagarde. La funcionaria búlgara (un país emergente de Europa), tiene una relación de años con el papa Francisco, que nació del trabajo común en la contención de refugiados de países pobres.

Julie Kozak, número dos de Alejandro Werner en la dirección del Hemisferio Occidental del Fondo, tomó la rienda de la relación con la Argentina desde un enfoque más cercano al de Guzmán y fue clave para negociar con los acreedores privados por su posición lejana a los preceptos de Wall Street.

Y el venezolano Luis Cubeddu, que vivió dos años en el país, reemplazó a Roberto Cardarelli, jefe de la misión en tiempos de Macri y Dujovne, que cada vez que podía remarcaba que su papel era velar por el programa de estabilización y no por uno de crecimiento.

Con ellos se sentarán Guzmán y el representante ante el Fondo, Sergio Chodos, ni bien queden habilitados los encuentros presenciales. La negociación, anticipan, será larga. Lo dijo Chodos semanas atrás, en una entrevista con TN.com.ar: “El FMI ha cambiado, tiene una nueva conducción, ha aprendido de sí mismo, pero sigue siendo el FMI, no es un banco de desarrollo”.

Aparecen en esta nota:
#deuda#Economía#FMI#Martín Guzman
Compartí esta noticia