La mayoría demócrata en la Cámara de Representantes resolvió este miércoles que el mandatario se convierta en el tercer presidente de la historia en ser enjuiciado por la cámara alta, que está bajo control republicano. Los pormenores de un proceso que coincidirá con el comienzo de la campaña electoral.
A pesar de que el juicio político al presidente Donald Trump es de lo único que se habla en Estados Unidos desde hace tres meses, el juicio per se todavía no comenzó. La Cámara de Representantes cumplió este miércoles con la función que le asigna la Constitución: decidir si corresponde o no hacer el impeachment. El Partido Demócrata impuso su mayoría y determinó que Trump sea enjuiciado. Le imputan dos delitos: abuso de autoridad y obstrucción del Congreso.
El juicio se desarrollará íntegramente en el Senado. La cámara baja actuará como fiscal en el proceso, a través de los managers, que son representantes del cuerpo con la misión de presentar la acusación y exponer las razones por las que consideran que el mandatario debe ser declarado culpable.
El juez será John Roberts, presidente de la Corte Suprema de Justicia. Su función será presidir las audiencias y eventualmente señalar si se comete alguna irregularidad. El jurado está compuesto por los 100 senadores, que al final tendrán que votar si condenan o absuelven al presidente. Trump duerme tranquilo porque 67 deberían votar en su contra para que sea declarado culpable y destituido del cargo, pero 53 son republicanos y se muestran firmes detrás suyo.
Los antecedentes también le sonríen. Solo dos presidentes pasaron por un impeachment: Andrew Johnson en 1868 y Bill Clinton en 1999. Ambos fueron absueltos.
El procedimiento
No hay reglas preestablecidas para el desarrollo del juicio en el Senado. De hecho, lo primero que tienen que hacer los senadores es discutir cómo va a ser el proceso, si se van a admitir testigos o no, de qué manera prestarán declaración y cuánto tiempo tendrán las partes para presentar sus respectivos casos.
Mitch McConnell, líder de la mayoría republicana, se reunirá en los próximos días con Chuck Schumer, líder de la minoría demócrata, para tratar de llegar a un acuerdo. En el caso del impeachment a Clinton, ambos partidos consensuaron las reglas y casi todos coincidieron en que se pudo llevar a cabo un juicio justo.
Schumer ofreció un cronograma tentativo días atrás. La primera sesión sería el 6 de enero y estaría destinada a debatir las reglas. Por ejemplo, en caso de que se admitan testigos, ¿podrían ser citados el propio Trump y Joe o Hunter Biden? Los que terminen siendo admitidos, ¿declararán personalmente ante el pleno de la cámara o por video, como fue con Clinton?
En todo caso, la norma es que los testigos no sean interrogados directamente por las partes y por los senadores, sino que estos elaboren preguntas por escrito, que luego son leídas en voz alta por el juez. Otro interrogante es si se podrán presentar nuevas pruebas o solo las que examinó la Cámara de Representantes.
La segunda sesión, que podría ser el 7 de enero, estaría destinada a tomarles juramento a los senadores como jurados y a Roberts como juez. De acuerdo con el esquema de Schumer, el 9 de enero sería la primera audiencia. Las partes tendrán entre uno y cuatro días cada una para presentar sus argumentos iniciales. Los managers de la cámara baja expondrán las evidencias que tienen en contra de Trump, y luego les tocará a los abogados del mandatario refutarlas y explicar por qué es inocente. Los últimos estarán liderados por Pat Cipollone, consejero legal de la Casa Blanca.