Una nueva revisión de 42 estudios que abarcan 15 países (principalmente de renta alta) concluye que, por término medio, los niños perdieron alrededor del 35 % del aprendizaje de un curso escolar normal debido al cierre de las escuelas por la pandemia. Los déficits de aprendizaje aparecieron al principio de la pandemia y persisten.
Una revisión anterior que abarcaba países de ingresos altos encontró, en siete de ocho estudios, que los efectos negativos en relación a la falta de clases fueron peores para los alumnos procedentes de hogares con ingresos más bajos, con padres relativamente menos instruidos, de entornos raciales marginados o con discapacidades.
En Chubut casi nadie recuerda una semana completa de clases. La mayoría coincide en que son 5 años consecutivos de irregularidad; algunos incluso hablan de seis. Lo cierto es que la normalidad escolar se volvió una excepción en la provincia. Una excepción tan infrecuente que condujo a una crisis educativa sin precedentes.
En 2019 pasaron por la cartera de Educación chubutense cuatro ministros distintos para intentar resolver una batalla que dejó a los chicos sin clases durante 17 semanas consecutivas. Para 2020 se planificaba empezar a recuperar contenidos, con talleres de apoyo fuera del horario escolar, pero la cuarentena obligó a reprogramar ese intento. En 2021 la apertura demoró más de la cuenta y, otra vez, fue con huelgas de por medio.
«Cada vez que hay un paro o una movilización, el Ministerio de Educación amanece cerrado y sin las puertas abiertas a la información. Provincia reconoce que los salarios están por debajo de la canasta básica nos siguen quitando poder adquisitivo y ajustando el salario», manifestó esta semana Daniel Murphy, secretario general de la ATECh, rechazando lo hecho por los funcionarios chubutenses.
Por otra parte, la candidata Ana Clara Romero sostuvo que hoy si bien las escuelas «están abiertas» la situación no es muy distante: numerosas escuelas con problemas edilicios, reclamo por mejoras salariales que llevan a interminables medidas de fuerza y falta de clases con regularidad hace por lo menos 5 años muestran que en la provincia «no se prioriza ni garantiza la educación de los chicos». Calificó a la situación como «grave» e «irresponsable» e insistió en la necesidad de encontrar soluciones urgentes.
Entonces, ¿Qué se puede hacer?
Está claro que la tecnología digital y la enseñanza virtual pueden aportar cierta continuidad, pero no son la panacea. La Encuesta sobre las Respuestas Nacionales en Materia de Educación (dirigida por la UNESCO, UNICEF, el Banco Mundial y la OCDE) reveló que existe una brecha digital global de género y riqueza en el acceso a infraestructuras digitales básicas como dispositivos e Internet de alta velocidad.
Un estudio realizado por investigadores del Banco Mundial concluyó que, en el mejor de los casos, el aprendizaje virtual podría compensar desde un 15 % hasta un máximo del 60 % de las pérdidas de aprendizaje.
Así mismo, los programas educativos de recuperación a gran escala para impulsar el aprendizaje en áreas como las matemáticas, la lectura, la escritura y el pensamiento crítico pueden ayudar. Los programas de tutoría intensiva pueden reducir las lagunas de aprendizaje, especialmente cuando son individuales o en grupos reducidos, a cargo de un profesional y más de dos veces por semana. Un análisis demostró que este tipo de programación puede aumentar el rendimiento de los alumnos desde el 50% hasta casi el 66%.
Pero las intervenciones puntuales no bastan para cambiar el sistema. Sin programas de recuperación a gran escala financiados con fondos públicos, podemos esperar desigualdades evidentes en cuanto a quién se beneficia y quién no.
Quienes puedan complementar la educación de sus hijos de forma privada lo harán, aunque no todos los colegios privados son iguales. De hecho, las huelgas docentes se sienten en muchos de ellos. Solo en aquellas instituciones que no reciben subsidio estatal está garantizada la continuidad escolar.
Por supuesto, los profesores son el recurso clave de los sistemas educativos. Hoy en día hay un desgaste del profesorado, y las necesidades educativas son aún mayores. Dar prioridad a la remuneración y a la mejora de las condiciones de trabajo para retener y contratar a los profesores se ha vuelto indispensable para poder comenzar a trabajar en los efectos negativos que ha tenido la falta de clases por los paros, huelgas y la pandemia.
Con información de Knowable Magazine.