Aunque la Tri no tuvo una clasificación placentera y empató 0-0 ante Polonia en el debut, su peso histórico en este torneo y la experiencia del estratega argentino alimentan su ilusión de romper con “la maldición del quinto partido”.
Es innegable que México es uno de los países con mayor tradición futbolística en el planeta y de los más importantes en la historia de la Copa Mundial de la FIFA.
Es una de las pocas naciones que se ha dado el lujo de organizar dos ediciones, con las consagraciones de Pelé y Diego Armando Maradona en su territorio como condimento principal (1970 y 1986), y se convertirá en la única en ser anfitriona tres veces cuando lo haga junto a Estados Unidos y Canadá en 2026.
Su selección, además, es una de las que más veces ha participado en este certamen con 16 apariciones, solo por debajo de equipos campeones como lo son Brasil (21), Alemania (19), Italia (18) y Argentina (17). Sin embargo, el Tri arrastra un estigma conocido como “la maldición del quinto partido” y se ha extendido demasiado para un equipo que, pese a ser protagonista de su continente durante la etapa de clasificación, lleva siete Mundiales –desde Estados Unidos 1994 hasta Rusia 2018– consecutivos sin romper la barrera de los octavos de final.
Ese gran desafío que no han podido superar entrenadores como Miguel Mejía Barón, Manuel Lapuente, el Vasco Aguirre, Ricardo Lavolpe, Miguel Herrera y Juan Carlos Osorio, recae ahora sobre un Gerardo Tata Martino que llega a Qatar en medio de muchas críticas por el rendimiento de su equipo. Su primer paso para llegar a esa ansiada instancia ha sido un empate sin goles ante Polonia y este sábado será el rival de la Argentina en la segunda fecha del Grupo C.
La última vez que la selección de México alcanzó los cuartos de final de una Copa del Mundo fue cuando la organizaron en 1986, donde fueron eliminados por penales ante la República Federal de Alemania.
No pudieron participar de las Eliminatorias para Italia ‘90 porque todos sus equipos representativos nacionales fueron excluidos de toda competencia internacional de la FIFA por un período de dos años a raíz de la manipulación del límite de edad de jugadores que participaron en un torneo Sub-20 desarrollado en Guatemala en abril de 1988.
El Tri hizo su regreso a la cita mundialista en Estados Unidos ‘94, donde cayó eliminado ante Bulgaria por penales en los octavos de final, una fase que jamás volvería a superar. El cuarto partido se convirtió en una barrera impenetrable.
Son siete eliminaciones consecutivas, la última ante Brasil por 2-0 en Samara. Aquella vez hubo una gran decepción porque la aventura en Rusia había comenzado muy auspiciosa con la histórica victoria en el debut frente a una selección alemana que era la defensora del título.