Ya se estudió al colectivo de emociones, dificultades y capacidades que se despertaron en la población desde el inicio de la pandemia por COVID-19: desesperación, intranquilidad, síntomas de ansiedad o depresión y resiliencia.
Más allá del impacto psicológico y el estado del ánimo del total de la sociedad, diversos estudios afirman que, dentro de la población que padeció coronavirus, se hicieron visibles síntomas cognitivos posteriores, con impacto en la atención, la memoria, el lenguaje, las funciones ejecutivas que nos permiten organizar y planificar, entre otros.
En la misma línea, los especialistas explican que estos síntomas podrían estar asociados a una nueva secuela como consecuencia de haber contraído COVID-19, llamada “Niebla Mental” o “Brain Fog”, en inglés. Por un lado, esta secuela se suele presentar con algunos síntomas como dificultades para concentrarse, comprender y encontrar palabras de uso cotidiano, pérdida de memoria, desorientación y confusión. Lo crucial de la “niebla mental”, es que afecta todas las áreas de desarrollo de la persona, lo cual se torna como limitante al momento de estudiar, trabajar y continuar viviendo con “normalidad”, luego de la recuperación por COVID-19.
En este sentido, las explicaciones científicas demuestran que ya existe evidencia sobre el impacto del COVID-19 en ciertas funciones cerebrales de aquellas personas recuperadas. Tanto es así que una de las investigaciones que está llevándose a cabo por el doctor Adam Hampshire del Imperial College de London, en Inglaterra, con más de 84.000 participantes encontró que existe afección de múltiples dominios cognitivos, tales como atención selectiva, procesamiento emocional, memoria de trabajo y funciones ejecutivas, principalmente. Otros investigadores franceses estudiaron a 140 pacientes que tuvieron COVID-19 moderado y grave, llegando a la conclusión de que de ese total, el 84,3% desarrollaron delirio, trastornos agudos de conciencia, cognición y atención, y el 69,3% un estado de agitación.
Pese a no haber una causa clara y comprobable de esta “niebla mental” surgen ciertos interrogantes: ¿Qué se puede hacer para proteger el cerebro frente a esto? ¿Qué recomendaciones existen para recuperar la funcionalidad cognitiva?
En primer lugar, resulta primordial evaluar el cuadro de forma integral junto con un profesional para poder identificar estas dificultades. Es importante poder sacar a la luz aquellos puntos más débiles, ya que con el acompañamiento adecuado es posible rehabilitarlos, compensarlos, restituirlos u optimizarlos.
En esta línea, Sebastian Spiguel (M.N 68.673), neuropsicólogo y psicoterapeuta de INECO, explica: “Estas fallas pueden impactar tanto en lo personal como en las relaciones familiares, con amigos, en el contexto laboral, en los círculos sociales y en nuestra relación con los demás. Respecto a ello, es importante poder ser conscientes de analizarlas y medirlas por medio de una evaluación cognitiva completa, lo cual va a permitir detectar objetivamente estas dificultades y con ello disminuir ansiedades, reducir dudas sobre el impacto en la vida diaria que traen consigo y facilitar el trabajo de adaptarse a esa situación.”
Una vez definido el cuadro, y en el caso de que se considere pertinente, se puede comenzar un proceso interdisciplinario de rehabilitación, incluyendo actividades que pueden ayudar a reducir el impacto de los síntomas cognitivos.
En el libro “Rehabilitación cognitiva: Casos clínicos”, recientemente desarrollado por la doctora Teresa Torralva (M.N. 20.816), se explica que la rehabilitación cognitiva implica el trabajo conjunto de profesionales, el paciente y su grupo familiar para compensar las dificultades observadas, y optimizar la funcionalidad de quien las sufre y que “el tratamiento debe darse en el contexto de una coordinación médica que tenga en cuenta otros factores de importancia como la realización de ejercicio físico, una alimentación variada y saludable, dormir correctamente, realizar actividades gratificantes y mantener el contacto social”
Dado que el contexto se ha vuelto tan volátil, es sustancial no normalizar lo que genera malestar ni dejar al azar una posible mejoría, ya que efectivamente hay herramientas eficaces para poder evaluar y mejorar dichos síntomas. Sumado a ello, los profesionales resaltan que la rehabilitación cognitiva es un método que tiene eficacia probada en la recuperación de dificultades cognitivas en múltiples patologías neurológicas y psiquiátricas.
Como sociedad, estamos atravesando un momento de importantes cambios a nivel mundial, por lo que aceptar la existencia de dificultades y pedir ayuda debe ser el primer paso para lograr una mayor resiliencia.