Infobae. – Con cada cambio, nuestro cuerpo se enfrenta a diferentes desafíos. Si bien es cierto que los días cálidos rara vez nos enferman, es en los días fríos en los que debemos estar más alertas.
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Cuando las temperaturas comienzan a descender, al iniciarse el invierno, empieza lo que llamamos la temporada de las infecciones virales y bacterianas. Entonces, surge la pregunta: ¿cómo nos protegemos? La respuesta es simple: cuidándonos.
El descenso de la temperatura trae consigo dos fenómenos principales. El primero ocurre en nuestro entorno. Las personas tienden a permanecer más tiempo en espacios cerrados, lo que facilita la propagación de agentes infecciosos.
Es importante ventilar todos los ambientes a diario aunque haga frío (Imagen ilustrativa Infobae)
Si alguien en un ambiente cerrado está enfermo, los virus y bacterias se dispersan en el aire, aumentando el riesgo de contagio para todos. La solución a este problema es la ventilación. Es esencial abrir puertas y ventanas con regularidad para renovar el aire y reducir la concentración de patógenos.
El segundo fenómeno ocurre dentro de nuestro cuerpo. Con la caída de la temperatura, nuestro sistema inmunológico, específicamente los linfocitos, disminuyen su capacidad y resistencia. Esta inmunosupresión temporal nos hace más susceptibles a enfermedades.
Además, las bajas temperaturas afectan a las “cilias”, pequeños pelitos en nuestro sistema respiratorio que ayudan a expulsar el moco y las bacterias. Con el frío, su movimiento se ralentiza, lo que dificulta la limpieza del sistema respiratorio.
No hay que automedicarse ni usar remedios caseros ni hacerlo con los bebés ni los niños/as. Esto podría dificultar un diagnóstico correcto (Getty)
Por lo tanto, con la llegada del frío, no solo enfrentamos un ambiente cargado de gérmenes, sino también un sistema inmunológico debilitado temporalmente y un sistema respiratorio menos eficiente. Esto nos hace más propensos a enfermedades como la faringitis, laringitis, otitis, traqueítis, bronquitis e incluso neumonías.
En conclusión, es vital estar conscientes de estos cambios y tomar medidas preventivas. Ventile regularmente su hogar y oficina, abríguese adecuadamente y mantenga una buena higiene de manos para reducir el riesgo de contagio. Recuerde que, aunque no podemos controlar el clima, sí podemos controlar cómo respondemos a él.
* El doctor Daniel López Rosetti es médico (MN 62540) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Presidente de la Sección de Estrés de la World Federation for Mental Health (WFMH). Y es autor de libros como: “Emoción y sentimientos” (Ed. Planeta, 2017), “Equilibrio. Cómo pensamos, cómo sentimos, cómo decidimos. Manual del usuario.” (Ed. Planeta, 2019), entre otros.