Todavía transitando el mes de Enero, se puede decir que el año recién comienza, por lo que es un gran momento para, entre otras cosas, sentarse a la mesa y planificar las finanzas del hogar. Para ello, armar un presupuesto es la mejor herramienta que permite tener las cuentas bajo control.
El “secreto” se concentra en apenas 3 pasos elementales, a los que se suman diferentes estrategias y consejos para sostener unas finanzas ordenadas -según publica Infobae-.
A saber:
1. Gastos e ingresos: Tener una dimensión real de ambos aspectos y, por supuesto, acomodar los primeros a los segundos, es imprescindible. Pero ocurre que no siempre esas variables son tan claras por lo que hay que hacer un repaso. Lo más adecuado es escoger un período de tiempo amplio, seis meses o un año, sumar todos los ingresos y gastos y dividir el resultado entre el número de meses. Esto permitirá eliminar las anomalías que puedan producirse en un mes concreto
2. Límites y “partidas”: Se trata, en definitiva, de una correlación sana entre el dinero disponible y las necesidades de gasto. Establecer montos máximos y asignar recursos para determinados gastos, es decir, definir “partidas de gasto”, con su correspondiente suma. Esto puede derivar un análisis de gasto que evidencie un peso desproporcionado de alguno de ellos en el presupuesto total y, aunque no evita los gastos imprevistos, es un ejercicio fundamental.
3. Disciplina e involucramiento: Bajar a papel un plan ideal, en este caso, un presupuesto que cierra sin problemas, es la parte fácil del trabajo. Cumplirlo ya es otra cuestión y, para eso, no hay recetas mágicas. Se requiere de disciplina, control y, particularmente, involucramiento de todos los integrantes del hogar.
El derrotero de este plan de 3 pasos estará, seguramente, plagado de desvíos y situaciones no contempladas, en un contexto económico que tampoco contribuye a la estabilidad y la planificación. Eso no impide, sin embargo, seguir algunos consejos sencillos para no quedar expuestos a los contratiempos.
Por ejemplo, plantearse objetivos claros. Como ejemplo, definir qué proporción del ingreso habitual se destinará al ahorro para un plan específico como las vacaciones, cambiar el auto o comprar una nueva televisión. Tener claro qué monto se le asigna ayudará a llegar al objetivo más rápido.
Organizar los ingresos también es una idea eficiente. Quienes tienen ingresos fijos, tienen una planificación más clara, particularmente a la hora de prever aumentos en el marco de una inflación persistente. Para aquellos con ingresos variables, lo aconsejable es establecer un promedio mensual y contemplar, de acuerdo a las posibilidades de cada actividad, qué nivel de incrementos pueden llegar a lograr.
En función de esa organización es que se tendrá un panorama más claro para definir los gastos y los montos asignados para cada uno de ellos. Es imprescindible en esta tarea identificar qué gastos son inevitables y recurrentes y cuáles son evitables y variables.
Como frutilla del postre, los expertos en finanzas personales suelen recomendar lo que para la mayoría de los argentinos es un esfuerzo titánico pero que resulta en un excelente consejo si existe la mínima disponibilidad y fuerza de voluntad. Esto es, crear un fondo de contingencia.
Se trata de separar aunque sea una pequeña parte de los ingresos para destinar a ahorros. Es importante hacerlo a principio del mes o cuando entra el dinero, y no al final que eso suele modificar la conducta.
Claro que, en tiempos de alta inflación, el desafío es que los ahorros preserven su poder adquisitivo y al mismo tiempo estén relativamente al alcance de la mano en caso de urgencia. De ahí que se aconseja invertir esos ahorros en plazos fijos, dólar billete o fondos comunes de inversión de bajo riesgo.
De todos modos, ante cualquiera de estos instrumentos, hay que prestar atención. Por caso, según Giselle Colasurdo, asesora financiera, explicó que ahorrar en dólares billete no necesariamente es la mejor opción ya que, “a menor ritmo, pero también se pierde poder de compra”. Esto porque se dan períodos en los que el precio del dólar sube más despacio que la inflación y otros en los que esa relación se invierte. Lo mismo con las tasas de interés que ofrecen los plazos fijos o las ganancias que prometen los fondos comunes de inversión. En esos casos, siempre la clave a monitorear es que le “ganen” a la suba de precios que informa todos los meses el INDEC.
Por ejemplo, Colasurdo explicó que los plazos fijos “dan un rendimiento anual del 100%, pero si la inflación del año se acerca a ese número, lo único que se logra es no perder el poder adquisitivo de esa inversión, no generar una ganancia”.