El 11 de marzo de 2020, la OMS terminó por convencerse. La «rara forma de neumonía» detectada en Wuhan, China, a mediados de diciembre estaba causada por un coronavirus, denominado COVID-19. Ese día de marzo, por primera vez, el titular de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, definió a la enfermedad que ya comenzaba a diseminarse por el planeta como «pandemia».
Para entonces, ya se habían registrado 118.000 casos en 114 países. Seis meses después, ya hay más de 28 millones de contagios y el número de muertos se aproxima al millón a nivel planetario, informa A24.
Mientras la humanidad se encuentra en una carrera desesperada para encontrar una vacuna, la pandemia ha causado un daño inimaginado tanto en la salud como en la economía mundial.
Y tras un período en el que se avanzó mucho en el conocimiento de la enfermedad, ya hay respuestas y certezas, aunque también dudas sin resolver y un interrogante clave:
¿La enfermedad produce inmunidad?¿Por cuánto tiempo?
La alta tasa de contagios del COVID-19 y la falta de medicamentos (y menos aún, de una vacuna) encendieron las alarmas. Especialmente, cuando el epicentro llegó a Europa y desbordó en un principio las terapias intensivas de España e Italia.
Desde entonces, numerosos estudios científicos buscan desentrañar si una persona que se infecta y se recupera queda inmunizada. Y si es así, por cuánto tiempo.
En el poco tiempo transcurrido desde comenzó todo, hay un consenso en la comunidad científica: sí, se desarrolla una inmunidad contra el coronavirus. Lo que no se sabe aún es si se trata de un efecto temporal o duradero.
Sí se sabe que hay hay dos tipos de «defensas» de los anticuerpos. Una, que responde de manera inmediata cuando se manifiesta la enfermedad y ayuda a superarla; la otra, más importante, es una suerte de «memoria» que queda en el organismo, capaz de reconocer, aún pasado el tiempo, el regreso del mismo virus. Aquí radica la base de la inmunidad.
La respuesta inmunitaria de las células T ayudarán a combatir infecciones similares en el futuro. Los resultados del trabajo, publicado en Nature Immunology, entre otros, así lo demuestran.
Cómo afecta a mujeres y hombres
En su página de guías, información y recomendaciones, la OMS aún hoy no tiene datos precisos sobre este tema. Pero la experiencia comparada de varios países parece sugerir que las mujeres pueden estar más expuestas a contagios. Sin embargo, la letalidad es mayor entre los hombres (un 53%).
Algunos estudios sugieren que puede deberse a las hormonas y un número superior de genes activos ligados al cromosoma X, que proporciona a las mujeres una mayor protección y capacidad de respuesta. Pero todo sigue pendiente de mayores investigaciones.
Rebrotes y cuarentenas
Europa vive desde el final del verano un rebrote del virus. En España, por ejemplo, tienen niveles de contagios similares a los de marzo. Sin embargo, la cuarentena parece haber dejado de ser una norma planetaria. Se continúa aplicando, pero con criterios selectivos en determinadas regiones o ciudades según reaparezcan o aumenten los casos. Un ejemplo fue el de Nueva Zelanda con Auckland el mes pasado.
Los científicos destacan que, seis meses después, la mayor información hace que la forma sanitaria de responder ante la pandemia sea mucho mejor, una postura que profundiza aún más el debate sobre la efectividad de las cuarentenas estrictas. Además, la crisis económica hizo que en grandes partes del mundo se regresara a la mayor cantidad de actividades productivas. Incluso el turismo, el sector más afectado por los efectos de la pandemia
La educación y una «catástrofe generacional»
El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, acuñó una frase para alertar sobre el cierre prolongado de las escuelas: «Nos enfrentamos a una catástrofe generacional que podría desperdiciar un potencial humano incalculable, minar décadas de progreso y exacerbar las desigualdades arraigadas».
En ese campo, el inicio del ciclo lectivo 2020/21 de manera presencial en Europa, Corea y en los Estados Unidos plantea enormes desafíos.
Siempre con estrictas normas de control, chequeo, higiene y distanciamiento social, algunos ya lograron concretar el regreso de los alumnos a las aulas. Uruguay es el mejor ejemplo en la región. De hecho, en lo que va del 2020, la enseñanza se interrumpió solo por dos meses.
En el otro extremo, países como Argentina -salvo excepciones temporarias en algunas provincias- parecen estar aún muy lejos de retomar las clases, a tal punto que algunos proyectan que se objetivo recién podrá ser alcanzado en 2021.
Aquellas palabras de Guterres, en síntesis, apuntan en una sola dirección: evitar que la falta de educación profundice la desigualdad, principalmente cuando la idea generalizada es que la pandemia dejará consecuencias que llevará años revertir.
¿Hasta cuándo va a durar?
Para la OMS, recién en 2022 la humanidad podrá tener la capacidad de proveer a todo el mundo una vacuna que otoruge seguridad ante el COVID-19. “Es la primera vez en la historia que necesitamos miles de millones de dosis de una vacuna», declaró la jefa de científicos de la OMS, Soumya Swaminathan.
Para hacer posible esa meta que todos anhelan, primero hace falta tener una vacuna (o varias) que sean realmente efectivas y confiables. Y luego, otro detalle no menor: la logística para distribuirla en un mundo poblado por 7.700 millones de personas.