Javier Milei cumple su primer año como presidente con una economía con superávit e inflación a la baja, y en lenta y heterogénea recuperación. Archivadas las propuestas de dolarización y eliminación del Banco Central (banderas de campaña), el Gobierno avanzó con ajustes de tarifas y un fuerte ajuste fiscal, mientras mantuvo (aunque flexibilizado) el cepo cambiario. Tras el desplome de la primera mitad del año, el PBI rebotó en el segundo semestre, pero empieza a dar señales de moderación, con sectores que empujan -como el agro, la minería y la intermediación financiera- y otros, como la industria o la construcción, que no terminan de encontrar dinamismo. A continuación, un análisis de estos 12 meses en cinco variables clave.
Es una de las metas principales del Gobierno y los números de su primer año de gestión ratifican esa promesa que Javier Milei ilustró con su motosierra durante la campaña. La Argentina concluyó 2023 con un déficit primario de aproximadamente 2,9 puntos del PBI, y el escenario se invirtió tras el cambio de gestión. Hasta octubre, último dato disponible, el sector público nacional acumuló 10 meses consecutivos de saldo positivo, para llegar a un superávit primario (sin contar el pago de intereses de la deuda) de 1,8 puntos del PBI.
“Le hemos puesto un candado al equilibrio fiscal y nos hemos tragado la llave”, insiste Milei sobre una de sus reglas de Gobierno que promete mantener a lo largo de su gestión. De hecho, su propuesta de Presupuesto 2025 mantiene la meta del déficit cero, aunque todavía no fue tratado en el Congreso.
Según los números oficiales, si se contempla además el pago de intereses, el superávit financiero acumulado entre enero y octubre es de 0,5% del PBI. Existen, sin embargo, observaciones sobre este punto por parte de economistas que advierten por una cuestión contable asociada a los instrumentos de deuda en moneda local: se trata de letras como las Lecap, que capitalizan los intereses en el capital y no se registran como pagos efectivamente realizados en los números oficiales. De todas maneras, desde la consultora 1816 advierten también que parte de esos intereses se contemplan como “compensación por la inflación” y que, por lo tanto, no representan un incremento real del endeudamiento. “De esto, podría deducirse que, ‘bien medido’, el resultado financiero del fisco igual fue positivo en alrededor de $2,2 billones”, dicen en la firma.
Ese resultado positivo en las cuentas públicas se dio más por un recorte de gastos (cayeron un 24% en términos reales en los primeros 10 meses del año) que por un incremento de ingresos (que cayeron un 6% interanual hasta octubre). Ese esquema de recorte de partidas fue tema de disputa con el FMI, que elogió el rumbo, pero advirtió por la “calidad” del ajuste. El superávit fiscal de 2024 se explica fundamentalmente por recortes en prestaciones a la seguridad social (jubilaciones y pensiones), que cayeron un 17,5% en términos reales; recortes en gasto de capital y obra pública (-76,8%), subsidios a la energía (-34,3%), transferencias a provincias (-76,6%) y gasto en personal (-19,7%), según datos de ASAP para los primeros 11 meses del año.
Era una de las principales preocupaciones de la población y una de las variables en las que se enfocó el Gobierno para mostrar resultados de forma veloz. Hasta noviembre de 2023, la inflación interanual era del 148,2% (12,8% en el mes) y un contexto de incertidumbre que alimentaba remarcaciones. Tras la devaluación de la primera semana de gestión, el IPC se disparó (25,5% en diciembre y 20,6% en enero) y continuó luego un sendero descendente, explicado en parte por el freno de la emisión para pagar gastos, la recesión, la caída del consumo y por el crawling peg del 2% del tipo de cambio, que el Gobierno mantuvo como “ancla anti-inflacionaria”.
En ese recorrido, la tasa de inflación mensual tuvo unos meses de amesetamiento en torno al 4% mensual, y luego prosiguió en baja. “Vamos Toto, carajo”, celebró Milei al conocerse el 2,7% de octubre, que resultó el IPC más bajo para un mes desde noviembre de 2021. El miércoles se conocerá el dato nacional de noviembre, que en la Ciudad dio 3,2%.
En el año, a su vez, el Gobierno avanzó con algunos ajustes de rubros regulados que revirtieron atrasos tarifarios y revirtieron distorsiones de precios relativos heredadas de gestiones anteriores, como los casos de las tarifas de servicios públicos, los combustibles o las prepagas. Según los números del Indec para los primeros 10 meses de 2024, rubros como Alimentos (88,8%) y Ropa (78,3%) estuvieron por debajo del promedio. En cambio, otras categorías como Vivienda y tarifas de servicios públicos (216,6%), Comunicación (168,5%), Educación (150,7%), Transporte (143,1% en el AMBA) y Salud (108,4%) encabezaron el listado de mayores subas.
La política cambiaria ejecutada por Milei es posiblemente el punto de mayor distancia entre las promesas de campaña y las medidas implementadas. Archivadas las promesas de “dolarización” y “cierre del Banco Central”, el Gobierno mantuvo el cepo cambiario a lo largo del año (con sucesivas flexibilizaciones para el acceso a divisas para importaciones y otros rubros) y administró desde el BCRA el tipo de cambio como herramienta para contener las expectativas inflacionaria.
En sus primeros días de gestión, el Gobierno dispuso llevar el tipo de cambio oficial de $360 a $800, en una medida que aceleró la inflación en los meses siguientes, para aplicar un esquema de suba mensual del 2%. Ese sistema, que incluso desde el equipo económico se planteó “por unos meses”, se extendió hasta hoy, y permitió al Gobierno sostener la baja en el índice de inflación.
La brecha cambiaria también es una variable que celebra el Gobierno. Aun tras una disparada a mediados de año, que motivó medidas que habilitaran al BCRA a intervenir sobre los dólares libres, Milei concluye su primer año con una diferencia entre los paralelos y el oficial de menos del 5%, y un riesgo país que en torno a los 750 puntos.
Ese camino, a su vez, implicó una sostenida apreciación cambiaria que, según los economistas, abre dudas por la sostenibilidad del esquema y el frente externo: el tipo de cambio real multilateral que elabora el BCRA y coteja al peso frente a una canasta de monedas de los principales socios comerciales de la Argentina estaba en 74 puntos cuando asumió Milei, pasó a 161 puntos tras la devaluación de diciembre y hoy se ubica apenas por debajo de 80.
“Hoy el tipo de cambio real es uno de los más apreciados de la historia reciente. Desde el Gobierno dicen que el tipo de cambio actual es similar al de la salida de Macri y por encima del equivalente de los $600 de la convertibilidad, pero esto es sólo cierto en la versión bilateral con Estados Unidos. El tema es que el país debe salir a competir con el mundo y en la versión multilateral te afecta la devaluación de Brasil así como una expectativa de apreciación del dólar a nivel global”, explica Sebastián Menescaldi, de Eco Go. Y añade: “Tener un tipo de cambio excesivamente apreciado por la decisión de reducir la inflación puede tener un impacto en la estructura económica, afectando incluso a aquellas industrias o sectores que son competitivos”.
Al momento de asumir Milei, las reservas netas del ente monetario eran negativas por más de US$11.500 millones, con creciente deuda de importaciones impagas y una brecha cambiaria de más del 180%. Tras la devaluación y una recuperación del agro tras la sequía, el BCRA recuperó su stock (las netas llegaron a ubicarse casi en equilibrio en agosto, según estimaciones de Eco Go). En junio, el Gobierno logró renovar y extender el swap con China, firmado en 2009, hasta julio de 2026.
La racha positiva se extendió en el segundo semestre, en una dinámica que sorprendió al mercado y a las proyecciones de analistas, consultores y el propio Gobierno, que estimaban un saldo negativo en la primera mitad del año. El ingreso de más de US$19.000 millones al sistema financiero local producto del blanqueo apuntaló el optimismo y permitió al BCRA recomponer reservas. En sentido inverso, operó el pago de vencimientos de deuda, con privados y organismos internacionales como el FMI, y cuotas del Bopreal. “Si se mantiene la compra en US$1500 millones por mes, a fines de marzo antes de que salga la cosecha podrían ubicarse en US$2500/US$3000 millones negativas”, estiman en Eco Go.
El transcurso del año confirmó las perspectivas de recesión para la economía argentina. La actividad económica estaba en retroceso desde 2023, tras el impacto de la sequía, y profundizó su contracción este año, luego de la devaluación de diciembre y el impacto inicial del ajuste fiscal concentrado en el primer trimestre del año. El piso del nivel de actividad fue en el primer semestre, con caídas del 2,2% y del 1,7 del PBI en cada trimestre en su medición desestacionalizada.
Archivadas las expectativas de “recuperación en V” y subas “como pedo de buzo”, según planteó Milei meses atrás, la economía comenzó en la segunda mitad del año una recuperación lenta que exhibe dinámicas heterogéneas según los diferentes sectores. Los datos oficiales hasta septiembre muestran una contracción acumulada en el año del 3,1%, con dos meses de recuperación desestacionalizada (2,7% en julio y 0,9% en agosto) y una ligera contracción en septiembre (0,3), lo cual proyecta un dato positivo para el trimestre.
Rubros como la minería (7,6% de crecimiento en septiembre), el agro (3,1%, tras la sequía de 2023), o la intermediación financiera (2,5%) aparecen entre los primeros los ganadores del nuevo esquema económico. Del otro lado, todavía no encuentran un camino de recuperación exitoso la industria (cayó 0,8% en octubre y acumula un desplome del 11,6% en el año) o la construcción (se contrajo 4% en octubre y 29% en 11 meses), afectada principalmente por el ajuste en la obra pública.
“Hubo una fuerte caída del nivel de actividad durante el primer semestre del año y una recuperación en el segundo que es muy heterogénea. Tres de cada cuatro sectores empujan fuerte, otro grupo viene más atrás y otros aún no reaccionan”, sintetiza Matías Surt, economista de Invecq. “Para el año que viene va a haber buenas noticias seguro en materia de actividad, todos los números van a dar positivos en relación al 2024, pero el derrame que genere esa reactivación el año que viene va a ser bastante dispar en términos regionales y sectoriales. Estimamos un PBI subiendo 3,5% y 4% en 2025″, concluye el analista.