La campaña presidencial transcurre en una nube de incertidumbre. Es una carrera en la que las sensaciones suplen la carencia de datos fiables y por eso desde el domingo a la noche hay algarabía en el comando de Horacio Rodríguez Larreta por el aplastante triunfo en las PASO de Santa Fe de su aliado radical Maximiliano Pullaro ante Carolina Losada, apoyada por Patricia Bullrich y Mauricio Macri, publica La Nación.
La ansiedad expone a los candidatos al peligro de confundir la parte con el todo: la nacionalización de un resultado provincial nunca es lineal y automática. La extraordinaria riqueza del escrutinio de Santa Fe reside en las múltiples líneas de análisis que aporta para lo que queda de la temporada electoral. Sus cifras se apilan además con las de los otros 16 distritos que ya fueron a las urnas y permiten proyectar tendencias sobre el ánimo con que los argentinos están definiendo el poder que viene. Hay lecciones y señales de alerta para todos los anotados en la carrera.
El peronismo sufrió una sangría de votos en Santa Fe, al terminar con 27,9% en la suma de sus cuatro candidatos. En la era democrática solo tuvo una cosecha más baja en las generales de 2011, con el actual candidato a vicepresidente Agustín Rossi al frente de la boleta a gobernador (sacó 22,8%).
Si se lo compara con las PASO de 2019, implica la pérdida de 282.000 votos netos: todo un retrato del castigo a la figura del gobernador saliente, Omar Perotti.
Marcelo Lewandowski se impuso entre los propios con números escuálidos (17,9%). La Cámpora hizo agua con su candidato Marcos Cleri, que sacó 4,1%. Rossi sufrió con sus elegidos para la pelea de la gobernación, Leandro Busatto (2,8%), y para la intendencia de Rosario, Roberto Sukerman. Este último perdió las primarias con Juan Monteverde, aliado de Juan Grabois. Un llamado de atención para Sergio Massa.
Santa Fe corrobora así una conducta que se repitió domingo tras domingo: el peronismo nucleado en Unión por la Patria perdió votantes en prácticamente todas las provincias en comparación con 2019. Acumula 410.000 votos menos en los distritos en los que ya se resolvieron las generales. A eso hay que sumarle una baja de 227.000 votos en las PASO de Mendoza y que también perdió en Chaco (donde no hay parámetro de comparación porque en 2019 se suspendieron las primarias).
La estrategia que Losada pagó carísimo
Losada terminó 11 puntos debajo de Pullaro. Su campaña sorprendió por la aspereza inusual con su rival, al que acusó de complicidad con el narcotráfico durante sus años como ministro de Seguridad de la provincia. Llegó a decir que no iba a sumar a Pullaro si ella ganaba ni lo iba a acompañar si el elegido era él.
Quedó presa de una pregunta incómoda que nunca logró responder de manera convincente: ¿por qué compartía frente político con alguien de quien tiene semejante concepto? ¿por qué no se anotó por fuera, como sí hizo la Coalición Cívica de Elisa Carrió?
La actitud de Losada desafiaba la razón existencial del “frente de frentes” que construyó la oposición santafecina para derrotar al peronismo. ¿Estaba garantizado el triunfo si ganaba una candidata que se negaba a juntarse con el segundo?
Quiso corregir en la recta final. Dijo que no iba a hablar más de Pullaro y se iba a concentrar en las propuestas. Ya era tarde para salir de la trampa autoimpuesta.
Reconoció rápido la derrota, aunque la magnitud del resultado hace irrelevante ahora si ella se suma o no al proyecto vencedor.
El traspié de Bullrich
Larreta celebró el triunfo de Pullaro con un discurso en el que atribuyó el resultado a que la mayoría de los santafecinos había premiado la amplitud del armado político y la campaña “sin gritos ni agresiones” del ganador. Un claro tiro por elevación a Bullrich.
Los datos matizan esa conclusión. Resulta muy ilustrativo ver el escrutinio de las tres principales ciudades de la provincia, Rosario, Santa Fe y Rafaela.
En los tres casos se impusieron en las PASO los candidatos que acompañaban la propuesta de Losada y Bullrich, a pesar de que en esos mismos distritos Pullaro ganó en el tramo de gobernador. El sistema de boleta única -que no requiere un corte- ayudó a esta selección a gusto del votante.
Losada sacó en Rosario 8900 votos menos que su aliado para la intendencia, Pablo Javkin; mientras que Pullaro obtuvo 14.300 más que Miguel Ángel Tessandori. En Santa Fe, ganó Juan Pablo Poletti la candidatura a intendente con 23.600 votos más que los obtenidos por Losada para la gobernación. Allí Pullaro quedó también en primer lugar con 3600 votos más que su aliado Emilio Jatón (que partía como favorito). En Rafaela la grieta es incluso mayor: el 90% de los votos de la interna opositora fue para Leo Viotti, que hizo campaña con Bullrich y Losada, pero Pullaro quedó primero para gobernador.
El éxito de Pullaro consistió en provincializar la campaña, al punto que le pidió a Larreta que no viajara en la semana final. Caminó la provincia pueblo por pueblo desde 2021 y buscó exponer como “lejana” a su rival, que tiene su residencia habitual en Buenos Aires y demoró hasta el verano su decisión de volcarse a la competencia.
Si bien es discutible la influencia de Larreta en el resultado, parece innegable el daño que significó para Bullrich. La candidata puso el cuerpo –incluso con un muy comentado video– para impulsar a Losada porque creía que, de ganar, iba a ser una suerte de jaque mate en la disputa interna nacional. Ella evitó atacar personalmente a Pullaro, pero pareció alentar la aspereza de la campaña, a tono con el eslogan “si no es todo es nada” que sintetiza su proyecto presidencial.
Por la noche se apuró a pasar página. Decidió conceder el triunfo casi de inmediato, cuando en los cuadros del escrutinio había subido apenas el 2% de las mesas. Mauricio Macri acompañó la felicitación a Pullaro y el llamado a la unidad. Los números ratificaron la sospecha de que al electorado opositor le inquieta que una interna muy virulenta termine por facilitar la continuidad del kirchnerismo.
La brújula rota de las encuestas
Otra vez fallaron notablemente los sondeos, que auguraban una disputa voto a voto entre Pullaro y Losada. Al final fueron 11 puntos de diferencia. Los analistas de opinión pública alegan que tienen enormes dificultades para conseguir que la gente responda los cuestionarios y que eso complica el pronóstico. Es casi una invitación a dejar de prestarles atención.
Al mirar las encuestas nacionales se percibe este inconveniente. Hay consultoras que ubican a Bullrich con el doble de intención de voto que Larreta, mientras otras hablan de empate técnico o dan arriba al alcalde porteño.
Solo hay coincidencia en los números gruesos: una ventaja de Juntos por el Cambio sobre Unión por la Patria, con Javier Milei en tercer lugar. Los problemas empiezan al sumergirse en números finos.
La gran incógnita es si los candidatos difunden encuestas como herramientas de propaganda o realmente se guían por esa brújula rota. Tal vez haya que pensar en esta última opción si uno ve la apuesta que hizo Bullrich en Santa Fe.
La apatía no cede
Si hay una tendencia clara e indiscutible de este proceso electoral es la baja participación electoral, reflejo acaso del pesimismo y la bronca que detectan de forma unánime los especialistas en opinión pública.
En Santa Fe la participación electoral en estas PASO alcanzó el 63,05%, contra el 69,59% de hace cuatro años, que ya había sido una marca paupérrima.
En todas las provincias en las que se votó hasta ahora pasó lo mismo, con una caída acumulada que supera los 5 puntos. También subió el voto en blanco.
Una duda entre los analistas es si Milei podrá captar parte de esa bronca y, al estar su boleta en el cuarto oscuro, se moderará la tendencia en las elecciones nacionales.
¿Un espejo para la pelea porteña?
Las elecciones de Santa Fe venían con una singularidad: se ofrecían como un virtual ballottage entre dos candidatos del mismo frente. La sensación previa –y que se refuerza con el resultado– era que el ganador del duelo Pullaro-Losada sería el próximo gobernador.
Vistos los números del escrutinio, cabe preguntarse: ¿realmente la oposición tiene un respaldo del 63% en Santa Fe y al peronismo le queda solo el 27%? Las generales darán la respuesta, pero una hipótesis a explorar es que un número importante de los santafecinos haya decidido intervenir en las elecciones que realmente definían el futuro de la provincia. ¿Puede estar ahí la respuesta a la diferencia inesperada que consiguió Pullaro y al número sin precedente de la oposición no peronista? El “frente de frentes” sacó 120.000 votos más que la suma del Frente Progresista y Cambiemos en 2019 (a pesar de la baja en la cantidad de electores).
Hay un parentesco indudable con las elecciones porteñas: también existe la convicción generalizada de que el próximo jefe de gobierno será el ganador de las PASO de Juntos por el Cambio. Otro ballottage encubierto.
Martín Lousteau celebró no solo porque ganó un aliado íntimo como es Pullaro. Su campaña apunta a involucrar en las primarias amarillas a votantes habituales de otros partidos -kirchneristas, por ejemplo- que pudieran desnivelar la competencia contra Jorge Macri.
Las encuestas conocidas le dan una ventaja al candidato del Pro. Pero, ¿puede existir un “efecto forastero” que precipite un vuelco? Pullaro le dio una mano a Lousteau al mostrarlo antes que nadie sobre el escenario del triunfo. El economista radical parece reproducir en espejo algunas de las estrategias de su amigo santafecino aunque con un tono más desafiante. Sobre todo, la de machacar con la denuncia de que su rival no conoce la ciudad, apoyado en la polémica por el domicilio de Macri (exintendente de Vicente López) que acaba de zanjar con un fallo el Tribunal Superior porteño.
Al igual que en Santa Fe la votación en la Ciudad será con boleta única (en este caso electrónica), lo que facilita la operación de elegir distintos partidos para cada cargo.
Retener el control de la Ciudad es una prioridad para Mauricio Macri, que la considera el tesoro más importante del Pro, fuente incomparable de poder, visibilidad y recursos. El enfrentamiento con Larreta nace en el desacuerdo con la estrategia porteña del jefe de gobierno, que no solo no blindó la sucesión con otra figura de su partido, sino que abrió la puerta para que el radicalismo llegue a agosto con opciones de quedarse con todo.