Expertos del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) crearon el Olfatest como una herramienta más para luchar contra la pandemia por coronavirus y detectar personas contagiadas.
Un grupo de expertos del área de Análisis Sensorial del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), que ya venían trabajando en la identificación de olores y sabores de distintos productos alimenticios, idearon una nueva herramienta para luchar contra la enfermedad COVID-19, que puede indicar si una persona perdió el olfato.
Se trata de Olfatest, un kit que capta la pérdida de olfato en una persona, uno de los síntomas que genera la infección por el coronavirus y que en muchos casos no viene acompañada de otros síntomas asociados.
Fernando Pino, uno de los creadores de Olfatest junto a Anahí Cejas, es el jefe del área Análisis Sensorial (olores, gusto, olfato) de la Subgerencia de Alimentos del INTI. Cuando allí supieron que el COVID-19 generaba en muchos casos la pérdida del olfato, no dudaron en sumar su grano de arena para derrotarlo, mediante todo el conocimiento y trabajo que habían desarrollado años atrás en el INTI.
“La idea de hacer el primer kit nacional de identificación de olores nació cuando se comenzó a saber que uno de los síntomas del coronavirus era la repentina pérdida de olfato. El disparador fueron las noticias de los estudios científicos internacionales que fueron corroborando esa información. Desde hace unos 10 años que venimos trabajando en este tipo de metodologías para diagnosticar y evaluar pérdidas de olfato. Desde allí quedamos en contacto con especialistas en otorrinonaringología que hoy finalmente integran este proyecto que busca ser una herramienta más para detectar posibles portadores del nuevo coronavirus y así aislarlos antes de que sigan contagiando”, explicó Pino a Infobae.
“Me contacté con la doctora Patricia Portillo Mazal, quien además trabaja en el Hospital Italiano, y forma parte de este grupo. ‘Acá hay algo que podemos hacer’, nos dijimos y comenzamos a trabajar intensamente. Debimos articular varias áreas. La pata médica, la cuestión metodológica de laboratorio y los contactos con las empresas que van a producirlo”, comentó Pino, que es licenciado en Tecnología de los Alimentos, de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y luego hizo una maestría en Francia de Análisis Sensorial, en la Universidad de Borgoña, en Agrosup, Dijón.
Según el especialista, el examen informa si uno tiene pérdida de olfato. Para eso, la persona a examinar se para a una distancia segura de 2 metros. Luego, se hace una evaluación con 3 a 6 olores, según el desempleño de la persona. En cada tira olfativa hay un solo olor, que el examinado deberá responder de 4 opciones que se le dan. “Según la performance que tenga, va a oler más o menos olores. No es algo definitivo, pero sí te dice si vos tenés pérdida olfativa. Eso no significa que vos padezcas el nuevo coronavirus, ya que la persona puede estar atravesando alguna otra condición médica como rinitis, sinusitis o un resfrío mal curado. Es igual a que vos tengas temperatura. Eso no significa que tengas COVID-19. Esto le sirve a la medicina como una herramienta más para poder aislar casos sospechosos”, precisó Pino.
Y agregó: “Si bien ya hay varias evaluaciones de olfato en el mundo, este test es el primero íntegramente de fabricación nacional. Una de las ventajas clave de ello es que los olores que se seleccionaron para confeccionarlo tienen que ver con la cultura nuestra. Si a vos te dan a oler tofu, seguramente no lo vas a sacar. Es por eso que mucho no sirven los test importados, aunque algunas veces suelen traer olores comunes como el café. Otra de las ventajas que tiene este kit nacional es que se utilizan tiras olfativas descartables. Muchos otros test utilizan frascos pequeños, o lapiceras que escriben con olores. Nosotros pensamos en las tiras, porque son desechables. Luego del examen se descartan, no se reutilizan y sirven para evitar el menor contacto posible con el posible enfermo”.
La doctora Patricia Portillo Mazal, médica otorrinonaringóloga, recibida en la UBA y que hizo su especialidad en el Hospital Italiano, donde actualmente trabaja, explicó a Infobae su participación clave en el proyecto. “Fernando me llamó, ya que nos conocíamos de trabajos anteriores. Y cuando me comentó la idea de hacer un kit para detectar COVID-19, me pareció una buena idea, ya que estadísticamente, el 11% de las personas con esta enfermedad tienen como primer síntoma la pérdida olfativa”.
“Este test de detección temprana lo probamos con gente sana y con personas positivas de COVID-19 que estaban internadas en el Centro de Aislamiento ubicado en la Universidad de Quilmes. Las personas muchas veces saben a qué corresponde el olor, pero no logran describirlo o nombrarlo. A veces no logran recordarlo. Es por eso que les damos opciones para acercarnos a su real diagnóstico”, manifestó la experta sobre estas pruebas, que fueron autorizadas por el comité de Ética del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires.
El kit es simple, barato, fácil de usar, de producir y de que distribuir para luchar contra esta pandemia. Además, no hay que ser experto para usarlo. Por lo que puede servir como una herramienta eficaz para empresas, gobiernos, instituciones y organismos varios”, afirmó la médica, que comentó que comprobaron que hasta un 50 por ciento de las personas que contraen la enfermedad y desarrollan síntomas de pérdida de olfato, suelen recuperarlo dentro de los 40 días desde la pérdida olfativa. El resto, sigue con problemas de olfato luego de ese período, según la gravedad registrada, y sufren una alteración cualitativa, esto significa que se pierde la calidad de lo que se huele. Esto se conoce con el nombre de parosmia (alteración de la percepción de lo que se huele) o disosmia, que es la distorsión de los olores.
La especialista advirtió que hay personas que ya presentan una pérdida de olfato por otras causas, (con casos de anosmia congénita, o fluctuante, rinosinusitis crónica, sinusitis, etc). Es por eso que el Kit viene acompañado de un detallado cuestionario donde se le pregunta a la persona examinada sus antecedentes médicos y otros síntomas que padezca.
Se sabe que las personas con COVID-19 pierden el olfato de manera abrupta, muchas veces también está acompañado de alteraciones del sabor y del gusto (disgeusia). Existe un porcentaje de pacientes que sufren de una alteración cualitativa, esto significa que se pierde la calidad de lo que se huele. Esto se conoce con el nombre de parosmia (alteración de la percepción de lo que se huele) o disosmia, que es la distorsión de los olores. También pueden experimental fantosmia, que es oler un olor que no está presente.
Pino destacó que la empresa multinacional de origen suizo Firmenich, que trabaja en el rubro sabores y fragancias, fue la que brindó en forma gratuita las esencias que se están utilizando en el test y que las mismas no son irritantes ni tóxicas, se encuentran autorizadas por el Código Alimentario Argentino (CAA) y fueron elegidas teniendo en cuenta olores que fueran fácilmente reconocidos por la población argentina.
“Estamos trabajando en la transferencia tecnológica del producto, que debe ser acompañado con un cuestionario donde se le preguntará a la persona potenciales antecedentes de contacto con otro enfermo, para minimizar errores y optimizar su utilización. Soñamos que esto sea utilizado en el país como una herramienta más para evitar la propagación de contagios del coronavirus”, concluyó Pino.
El objetivo del INTI es poder contar, una vez que concluya la validación del proyecto, con 30 kits del prototipo, que se distribuirán en lugares estratégicos sin fines comerciales. Cada uno permite testear entre 500 y 1000 personas. Más adelante, sí podría pensarse en un uso comercial de esta iniciativa, y fundamentalmente utilizarlo para realizar pruebas en lugares de concurrencia masiva, tanto sociales como laborales.