Chubut, la tierra donde se pierde la lógica política

La grieta minera y política generó una verdadera trampa en la que quedaron metidos el gobernador Arcioni y el presidente de la Nación. Las versiones cruzadas sobre los incidentes. Los identificados. El rol de cada…

lunes 15/03/2021 - 1:55
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La grieta minera y política generó una verdadera trampa en la que quedaron metidos el gobernador Arcioni y el presidente de la Nación. Las versiones cruzadas sobre los incidentes. Los identificados. El rol de cada uno. Las gestiones para evitar la visita y para que Arcioni no fuera a la cordillera. Heridas políticas que van a quedar, en un escenario imposible.

En las conversaciones del fin de semana, luego de los violentos y gravísimos incidentes y del ataque contra la Traffic que transportaba al presidente Alberto Fernández el sábado en Lago Puelo, alguien dijo: “Nada es normal en Chubut”. No hay una frase que sintetice mejor las relaciones entre las fuerzas políticas, tanto como la trampa peligrosísima en la que quedaron metidos el presidente y el gobernador por cuestiones que tienen que ver con la grieta minera, pero también con la política y las pujas locales –consigna la habitual columna política De Puño y Letra del diario El Chubut-.

Hay responsables de lo ocurrido. No sólo los que tiraron las piedras, o los que diagramaron el ataque que no fue espontáneo. Hay responsables funcionales, pero los hay también políticos. Por disputas domésticas, pudieron haber puesto en peligro la vida del presidente de la Nación.

Lo que ocurrió el sábado en nuestra querida cordillera chubutense, maltratada ahora como antes por el fuego, es una vergüenza mayúscula. Nunca antes un presidente de la Nación había tenido que atravesar una visita en semejantes condiciones en nuestra provincia.

Los incidentes dejaron jirones en las relaciones entre el peronismo del Frente de Todos, el gobierno y la Casa Rosada. Y pronto hubo responsabilidades políticas adjudicadas con nombre y apellido. Apenas horas demoró el ministro de Seguridad Federico Massoni en responsabilizar al diputado nacional kirchnerista Santiago Igón y al intendente -del mismo signo político- de Lago Puelo, Augusto Sánchez, de haber entregado al Gobierno provincial un “itinerario falso” del Presidente, de modo de alejar a la policía provincial, a los custodios locales y a los funcionarios de Arcioni que quedaron desairados en la Escuela 108 de Lago Puelo, y arrojar al presidente a “una boca de lobo”. Por supuesto, en el peronismo señalan al Gobierno provincial. Dicen haber pedido que el gobernador Arcioni no viajase a la cordillera, porque se estaba cocinando desde hacía días una protesta antiminera.

La consecuencia política de lo ocurrido se resume en dos frases pronunciadas, una en Fontana 50 y otra en los búnkeres del peronismo. “Con estos tipos, vamos a la guerra”, dicen los primeros. La otra: “Con este gobierno, no se puede hacer nada”.

Hay que atender a los detalles. En un reporte de TV de El Bolsón, se observa a un grupo de mujeres cantar “¡No a la mina… queremos a Cristina!”. Alberto Fernández quedó solo en medio de los tironeos.

No es pretensión de esta columna dilucidar los hechos en sí. Sería imprudente. Pero sí asomarnos con el mayor detalle posible a las diferentes versiones que se manejan en los círculos políticos importantes. Y a testimonios y documentación a la que hemos podido acceder.

Cuentan que el jueves, 48 horas antes de la visita presidencial, desde Lago Puelo partieron “informes” locales advirtiendo de cierta tensión antiminera, ante las probables visitas del Presidente y el gobernador Arcioni. Habría sido Juan Pablo Luque, el intendente de Comodoro, quien habría recibido información de parte del diputado nacional Santiago Igón. La “sugerencia” kirchnerista cordillerana era la de evitar por todos los medios la visita de Arcioni, justamente porque había una protesta antiminera en marcha, que sería protagonizada por el “elenco estable” de antimineros más radicalizados, una mezcla de anarquismo jurásico con izquierda reaccionaria, y diversos autoconvocados. “La situación no estaba como para que fuese Mariano”, dicen en el peronismo.

Habría sido el propio Luque quien habría tratado de interceder en la Casa Rosada primero para que no fuese Arcioni a la Cordillera, y luego, para tratar de suspender el viaje de Alberto a fin de proteger al Presidente de un lío seguro. El mensaje le llegó al mandatario, quien lo transmitió a Sergio Massa, y este a su vez habría hablado con el gobernador de Chubut. Por supuesto, Arcioni se habría negado a faltar a la cita y dejar al Presidente sin la recepción del gobernador. Y hasta allá fue con un grupo de funcionarios, entre ellos Fernando Cambareri, Vanesa Abril, y los ministros Fabián Puratich y José “Pepe” Grazzini. Más la custodia habitual del gobernador. Llegaron a El Bolsón y desde allí se trasladaron a Puelo.

Las fuentes coinciden en cuanto a que el clima estaba verdaderamente caldeado. La llegada de Alberto al predio de una cancha de fútbol de césped sintético fue tumultuosa. Peor era el clima alrededor del edificio de la escuela 108, donde hubo una marcada tensión, y se vieron algunos “sopapos”, entre manifestantes antimineros y gremialistas de la UOCRA que habían bajado a Puelo a defender al Presidente, pero sobre todo, a “bancar” la minería.

A partir de la salida de la comitiva presidencial hacia sus lugares de destino, es que empiezan a hacerse divergentes las versiones.

De momento, hay que atender a las pocas certezas que figuran en la documentación oficial de la accidentada visita. Se trata de un informe firmado por el jefe de la custodia oficial del gobernador, Eliseo Arquímedes Quepimil. En cuatro carillas, describe el operativo fallido, las advertencias a la custodia presidencial, el momento en que impidieron el paso al gobernador, y la evacuación de los mandatarios.

Massoni ya dio una versión de acuerdo a los informes con los que contaba. Lo que dicen en el Gobierno es que hubo una intención, de la que responsabilizan a Santiago Igón, de evitar la llegada y la visita de Arcioni. Y luego, ante la presencia del Gobernador en la zona, dicen que habrían intentado aislarlo.

Un detalle. La custodia presidencial no se delega. La ejerce siempre la Casa Militar. Los lugares que visita un presidente son recorridos días antes por su custodia, por miembros de Inteligencia, y por la Policía Federal. No está claro si todo esto ocurrió. Tanto Arcioni como Massoni se habrían enterado de la visita del presidente muy tarde el viernes. Y tuvieron dificultades para acceder a la agenda presidencial. Cuentan en Fontana 50 que Julio Vitobello -encargado habitualmente de esta parte de las relaciones- no entregó al Gobierno provincial ni siquiera el itinerario.

En su declaración, ratificada en fuentes políticas, el custodio Quepimil cuenta que la custodia del Presidente se movió con hermetismo, no dejaron pasar ni a los funcionarios chubutenses, que hubo que intervenir para que dejasen entrar al gobernador al Centro Cultural Lago Puelo, donde estaba el Presidente, y que no prestaron atención cuando les advirtieron que los antimineros que se manifestaban en la Escuela 108 iban hacia ese lugar, donde finalmente ocurrió la pedreada y los incidentes más graves.

Uno de los colaboradores estrechos de Arcioni lo cuenta así. “No quisieron darnos el itinerario real… cuando la caravana sale, de repente la Traffic de Parques Nacionales que trasladaba al Presidente se desvía del trayecto, dos camionetas de la Policía Federal se atravesaron atrás y no dejaron pasar a nadie más… se metieron solos en la trampa. Esto fue una verdadera ‘cama’ al Presidente y al Gobernador”.

Hubo versiones mucho más complejas respecto de los agresores. Hay ocho personas identificadas. Siete hombres y una mujer. Se los ve en los videos agrediendo al vehículo que trasladaba al Presidente. Uno sería docente. Otro, ex funcionario de Lago Puelo. Otro más, un agitador conocido de la zona, varios “visitantes” de El Bolsón, un empleado municipal, otro provincial. Ninguna sorpresa. Sin embargo, medios kirchneristas hicieron circular la versión de que los agresores habían sido integrantes de la Brigada de Investigaciones de Esquel de la Policía provincial, que se movilizaban en una Renault Duster. Uno de los que se hizo eco de esta versión fue el periodista oficialista Horacio Verbitsky en su sitio El Cohete a la Luna, aunque sindica como agresores a gente de la UOCRA. La versión de que hubo “policías tira piedras” fue rápidamente difundida en sitios locales afines al kirchnerismo, y propalada por algunos dirigentes del peronismo. En el Gobierno la desecharon con rapidez. Aunque confirmaron la presencia de la Duster y de los policías de civil “que protegieron al presidente”, dijeron que estaban allí para protección, tomar registros, y actuar si era necesario. Y que en los videos se ve claramente a los agresores. Respecto de la UOCRA, no tendría sentido que hubiesen ido a agredir a la comitiva. De hecho, en los videos que hay, se los ve a los manotazos pero con algunos manifestantes antimineros.

Todo lo descripto podría formar parte del sumario judicial de una visita presidencial que pudo haber terminado en una desgracia mayúscula. De hecho, los visitantes se llevaron de recuerdo una de las piedras que les arrojaron, del tamaño de una lata de bebidas.

La Justicia dirá quién hizo qué, y quiénes son los responsables.

El asunto es qué hacer con las responsabilidades políticas.

Es claro que hubo un sector del peronismo que hizo todo lo posible para evitar la llegada de Arcioni a la cordillera, que el día anterior había estado en El Maitén, comuna “amiga”, sin ningún tipo de problemas. También, que la custodia presidencial falló, y que la Casa Rosada pudo haber subestimado el peligro de una visita incómoda.

Pero hay responsables políticos. El diputado nacional Santiago Igón, quien aspiraría a ser candidato a senador nacional, como muchos otros dirigentes, es el peronista de “mayor rango” en la cordillera. En su tierra, no pudo evitar que una banda de vándalos pusiera en peligro al Presidente y al Gobernador. Políticamente, es el primero que debería decir algo, el diputado cordillerano. Por transición, lo mismo le cabría al intendente de Lago Puelo Augusto Sánchez, de quien la mayoría de los dirigentes tiene una buena opinión. Y tal vez el gobierno provincial fue imprudente, y luego careció de reacción hasta que Massoni dio una conferencia de prensa. Con el “diario del lunes”, está claro que Arcioni no debió ir a Puelo. Pero es su deber como gobernador estar, si el Presidente está. ¿Buscó el peronismo una foto de Alberto en tierra arrasada por el fuego, sin Arcioni, por razones políticas? El resultado fue malo. Y nada indica que si el gobernador no iba, el Presidente habría evitado la trampa en la que lo metieron.

Como capítulo final, queda la relación entre Arcioni y Fernández. Cuentan que el presidente le dijo “Comandante… no te preocupes, que estas cosas pasan…”. Se separaron en Puelo cuando Arcioni salió con un vehículo, mientras el presidente era metido en la Traffic que lo llevaría de regreso al helicóptero. Ayer, la Casa Rosada anunció el envío de vacunas y equipamiento sanitario para los afectados por los incendios.

La visita fue un caos. Los funcionarios provinciales se quedaron esperando en la escuela 108. Muchos damnificados que querían ver al presidente en el Loteo 31, también. La conferencia improvisada en el Centro Cultural (sólo ante C5N) fue tensa. Corolario para una visita donde ya nada era normal, como bien dijo un dirigente. Y donde brillaron por su ausencia varios dirigentes que permanecieron en sus ciudades en silencio, o en Buenos Aires. Uno de ellos fue el presidente del PJ Carlos Linares. En el gobierno no les extrañó que el presidente del peronismo provincial no hiciera aunque fuere un llamado de cortesía al gobernador, para ponerse a disposición ante la crisis de los incendios en la comarca.

Para terminar, otro dato. Pasados varios días, con la guardia de cenizas activa y el desastre de pérdidas de viviendas, emprendimientos, economías, e incluso dos vidas hasta el momento, no hay pruebas que permitan establecer la categoría de “intencional” de los incendios. En Fontana 50 creen que en sólo uno de los focos pudo haber responsables. En otros, adjudican el fuego a las temperaturas altas, el viento, y la cercanía de cables de alta tensión rodeados de ramas.

La fallida visita de Alberto dejó al rojo las relaciones políticas locales. Desde aquí a las elecciones, solo se multiplicarán episodios de enfrentamientos, y de escasa colaboración.

La gente lo advierte. Tal vez por ello se organizaron por fuera de la política para ayudar a los verdaderos damnificados de la cordillera, las víctimas del fuego que arrasó con todo. Ese operativo civil fue lo único que funcionó bien, en medio del caos.

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