Con la reactivación de la investigación por la desaparición de María Cash, que fue vista por última vez en 2011, caminando en una ruta en Salta, empezó la revisión de pruebas y testimonios que datan de hace más de una década. Tal fue el caso de una llamada anónima recibida en 2013 por la familia de la diseñadora, en la que señalaron al camionero Héctor Romero como responsable.
Aunque en su momento fue considerado un testigo clave por haber sido quien «levantó» a María Cash en una ruta en Salta y la trasladó varios kilómetros por esa provincia, Romero fue detenido en 2024 como único sospechoso por el supuesto secuestro y muerte de la diseñadora.
«Investiguen mejor al camionero, no lo investigaron lo suficiente«, aseguraban en la llamada de 2013. Según la persona que llamó de manera anónima, «Romero la mató y tiró su cuerpo al dique El Tunal».
Esa pista no se exploró en su momento. En vez, la última prueba real del paradero de María Cash data del mediodía del 8 de julio de 2011, cuando se la vio caminando, desorientada y con su mochila roja al hombro, por la ruta 9 a la altura del peaje de Aunor.
Para ese entonces, ya había pasado por el Hospital San Bernardo de Salta, donde había pedido atención médica pero no se quedó a esperarla.
Durante esa misma mañana la diseñadora, de entonces 29 años, hizo varias llamadas telefónicas y pidió el contacto de la hermana de una amiga, pero nunca logró comunicarse con nadie de su entorno para dar más detalles sobre su ubicación.
Tiempo después, mientras era buscada por la Policía Federal, el camionero declaró que la levantó en la ruta y la dejó cerca de la gomería de Ramón Crespín, quien a su vez volvió a presentarse como testigo esta semana tras haber hablado con la Justicia en 2011.
Crespín, cuya gomería está cerca de la localidad de Palomitas, a 70 kilómetros de la capital de Salta, complicó a Romero con su relato al insistir con que nadie vio a María Cash en esa zona.
También el hermano del camionero, David Romero, declaró nuevamente en 2024 y afirmó que en su momento el hombre le confesó que «se mandó una cagada». Esos testimonios, sumadas a las incongruencias del relato de Héctor Romero, le terminaron dando la razón a la voz anónima en la llamada de 2013.