El Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Ovario, cada 8 de mayo, busca generar conciencia sobre una enfermedad que afecta a unas 250 mil mujeres en todo el mundo cada año. Solo afecta al 2% de las mujeres a nivel global, aunque tiene la menor tasa de supervivencia de todos los cánceres femeninos, debido a la escasez de terapias efectivas, según publica Infobae.
Siguiendo con las proyecciones de Globocan, en el año 2024 las mujeres con cáncer de ovario superarán los 445 mil casos en el mundo, casi un 42% más que los registrados el 2020. En Argentina, las estadísticas del Instituto Nacional del Cáncer (INC) señalan que es el quinto tipo de cáncer más común en mujeres y el sexto en mortalidad (cada año mueren unas 1.200 mujeres por esta causa).
“Nuestro país registra cada año una incidencia de aproximadamente 2.200 casos de esta patología. Medida en número de casos año tras año, se mantiene relativamente estable ya que se relaciona, sobre todo, con la edad y con la genética de las personas”, explicó Ángeles Nico (MN 126.518), ginecóloga especializada en oncología del Instituto de Oncología Ángel H. Roffo, de la Universidad de Buenos Aires.
Esta enfermedad suele detectarse con más frecuencia en mujeres de más de 60 años, y en la mayoría de los casos, la patología ya se encuentra avanzada. A esto, se suma que no es una posible vigilancia efectiva generalizada: “No tenemos aún en el mundo una metodología que sea realmente costo-efectiva y que nos permita concretar un screening generalizado que permita detectar el cáncer de ovario en la población general”, manifestó el oncólogo Pablo Mandó (129.362), de la Unidad de Cáncer de Mama y Tumores ginecológicos, del CEMIC de la Ciudad de Buenos Aires.
La prevención radica en un estilo de vida saludable, a lo que se le suman dos factores: la edad y el historial genético de la mujer. “Se calcula que uno de cada cinco casos de cáncer de ovario se origina en una causa genética (mutación) específica. Este 20% es un número considerado elevado, incluso comparado con otros tipos de tumores”, consideró la Dra. Nico.
Las dos opciones principales para su tratamiento son la cirugía y la quimioterapia. Para pacientes que tienen este cáncer asociado con determinadas mutaciones genéticas, existe, además, una nueva familia de medicamentos muy efectivos para extender la sobrevida y la calidad de vida.
Para determinar su origen genético es clave identificar lo antes posible (con un profesional capacitado en asesoramiento genético) a las mujeres que poseen la carga genética relacionada con una mayor probabilidad de desarrollar este cáncer. Conocer estos antecedentes familiares permite examinar los factores de riesgo, vigilar su evolución y diseñar una prevención personalizada.
“El porcentaje de mujeres que puede llegar a tener mutación en los genes BRAC1 y BRAC2 oscila entre un 10% y un 15% según diferentes fuentes”, aseguró la Dra. Patricia Biolchi, directora médica de Oncología para AstraZeneca Cono Sur.
“Pongamos los Ovarios Sobre la Mesa”
Como parte de su campaña global “Don´t Overlook”, el Laboratorio AstraZeneca desarrolló la iniciativa “Pongamos los Ovarios Sobre la Mesa”, que busca concientizar sobre los cánceres que afectan a las mujeres, entre ellos el cáncer de ovario.
El sitio recomienda la consulta genética específica para cáncer de ovario a mujeres que posean (además de los factores ya mencionados) antecedentes de familiares con cáncer de ovario, de mama, de páncreas, de próstata o de colon, ya que podrían elevar el riesgo incluso en mujeres más jóvenes.
Entre los mitos más frecuentes que dificultan que una persona busque asesoramiento sobre los riesgos de cáncer de ovario, está el considerar que solo hay que analizar la historia genética de las mujeres de la familia. Es importante considerar el historial de salud de la rama masculina.
Además, tampoco importa a quién se parezca la persona «físicamente» ya que el genoma personal se forma combinando los genes de ambas familias progenitoras.
Por otra parte, el análisis genético previene patologías también en hijos varones ya que las mutaciones genéticas asociadas al cáncer de ovario se transmiten a hijas y también a hijos, que tienen un mayor riesgo de desarrollar otros tipos de cáncer, además de pasar la mutación a sus hijas.