Cambió su viaje de egresados por una moto, fue repartidor y creó un servicio de mensajería

A los 19 años, Leonardo Romero salió a trabajar haciendo envíos para ayudar a su familia. Esa experiencia lo impulsó a crear un negocio propio que combina tecnología aplicada con su conocimiento del rubro de…

domingo 21/08/2022 - 12:26
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A los 19 años, Leonardo Romero salió a trabajar haciendo envíos para ayudar a su familia. Esa experiencia lo impulsó a crear un negocio propio que combina tecnología aplicada con su conocimiento del rubro de la logística. Hoy sigue estudiando y se prepara para ganarse un espacio en el mercado de plataformas.

Villa Soldati es un barrio de monoblocks, casas bajas y predios descampados. En ese punto del sur donde la Ciudad de Buenos Aires se difumina con el Conurbano, Leo Romero pasa todos los días frente a dos pantallas gigantes y un teclado gamer multicolor: son su pico y pala para construir un proyecto propio en el mundo de la innovación. Desde esa habitación trabaja como desarrollador front end y diseñador UX para una startup uruguaya, se capacita todo lo que puede y fue allí también donde imaginó que podía convertirse en su propio jefe con un emprendimiento enfocado a los servicios de logística.

Hace tres años fundó ReparteAr, una marca de servicios enfocada a ofrecer repartos en la Ciudad de Buenos Aires y la Provincia, “craneó” el desarrollo de una aplicación que está en etapa de “descubrimiento de producto” y promete aportar nuevas soluciones que el mercado de plataformas no ofrece. Su ambición es competir por un lugar propio en el ecosistema tecnológico, “lento pero a paso firme”. Con 25 años, este joven emprendedor ya recorrió unos cuántos kilómetros para acercarse a su objetivo.

En 2014 Leo terminó sus estudios secundarios en el Colegio Domingo Sarmiento situado en Recoleta, la otra punta de la ciudad. Mientras sus compañeros se preparaban para el viaje de egresados, él pensaba cómo iba a seguir con su vida. “La tecnología siempre me llamó la atención y estaba en todas partes”; en su escuela había elegido la orientación en informática y para continuar en ese rumbo se anotó en el ciclo básico de Ingeniería en Sistemas de la UBA, pero muy pronto, esa experiencia terminó en frustración.

“Es la sensación de muchas personas que hacen el salto de la secundaria a la universidad, que no saben qué hacer y cuando se deciden por estudiar no les va bien. Lo que me pasó a mí, por pasar de la escuela pública a la universidad, es que noté mucho la diferencia con los chicos que venían de escuelas privadas o los que tenían recursos para pagar clases particulares. Ellos tenían tiempo para ir a clases de apoyo y tenían facilidad de socializar con amigos: hay muchos factores que dificultan esa inserción en la universidad”. Para Leo el camino universitario fue una cuesta empinada que terminó por abandonar.

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