Boca perdió la final de la Copa Libertadores: Fluminense se impuso 2-1 y se coronó campeón por primera vez

El conjunto carioca se impuso con goles de Germán Cano y John Kennedy, que luego fue expulsado. Luis Advíncula había marcado el empate parcial. En la previa del partido hubo incidentes entre los argentinos y la Policía.

sábado 04/11/2023 - 13:14
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Fluminense campeón de la Copa Libertadores. Tras un partido complicadísimo, el equipo brasileño le ganó 2-1 a Boca y terminó con la ilusión de miles de hinchas. Los goles fueron de Cano y KenedyAdvíncula igualó transitoriamente para el Xeneize. Fabra y Kenedy se fueron expulsados.

«En Río de Janeiro vamos a ganar, en Río de Janeiro vamos a ganar, y la vuelta, y la vuelta vamo’ a dar», el hit se repitió sin parar en estos días en Copacabana, definitivamente rebautizada en Bocacabana. Pase lo que pase, nadie se olvidará de esta final. Todos, aquí en la Cidade Maravilhosa, o mismo en todo Brasil, recordarán que un sábado 4 de noviembre Boca enfrentó al Fluminense en la definición de la Copa Libertadores 2023 y montó la mayor movilización de la historia de un club en otro país.

Una locura de 50 mil hinchas alentando a un equipo que está alojado en Barra de Tijuca, a 40 km de ese lugar, pero a sólo unas horas de gloria. Eso, la gloria, es lo que persiguen unos y otros, unidos en un puño apretado. La que buscará el Xeneize de la mano de un grupo de jugadores que edificó esta ilusión escalón por escalón, y de una multitud que hace 15 años que persigue este sueño.

Así saldrá a jugar Boca este partido con Fluminense. Después de una marea azul y oro que copó el Posto 5 de Copacabana, que conmovió a la distancia, que emocionó al equipo y que venció con amor genuino el miedo y la barbarie del ataque de los barras de Fluminense del jueves.

Una fiesta increíble en Copacabana. Foto: Fernando de la Orden / Enviado Especial.Una fiesta increíble en Copacabana. Foto: Fernando de la Orden / Enviado Especial.

Fue una cacería salvaje, una zona liberada, una emboscada traicionera que terminó con robos, corridas, agresiones, varios hinchas de Boca lastimados y algunos cuantos detenidos. Una agresión que el viernes derivó en reuniones varias, en rumores de cambios de sede no concretados (era imposible mudar este partido de Río), en máxima precaución policial y en mensajes de paz. Que sea realidad.

Los hinchas y la mejor previa del mundo

En todo ese contexto, el banderazo xeneize fue un éxito único, una manifestación popular difícil de igualar. Un cantito tras otro, banderas de todo tipo, gente de acá y de allá. «Vamo’ a traer la Copa a la Argentina…», fue el otro hit histórico en un escenario especialmente convocante: la arena, el mar y el sol brasileño. «Yo te quiero Boca Junior, yo te quiero de verdad, quieeeero la Libertadores», fue otra de las pistas que sacudió con las bombas de estruendo y el humo azul y amarillo de las bengalas. Estremecedor.

La noche previa siguió a full en Copacabana. Nadie se quiso ir. Foto: Fernando de la Orden / Enviado Especial La noche previa siguió a full en Copacabana. Nadie se quiso ir. Foto: Fernando de la Orden / Enviado Especial

Nadie quiso irse en la mejor previa jamás vista. Aunque todos quieren que llegue ese momento único, el del pitazo inicial a las 17 del 4/11, esa hora señalada que tanto se esperó, que tanto se deseó, el hincha de Boca pudo el viernes disfrutar de su propia fiesta, sin violencia, sin ataques, sin agresiones, sin miedos.

Y por eso, también, los propios brasileños quedaron impactados con semejante manifestación de popularidad. «Copacabana virou Buenos Aires», tituló el diario Lance! «Es la mayor movilización de la historia, el hincha de Boca vino de todos lados», dijo Almirón, el DT de este sueño, tocado por semejante demostración de apoyo, de respaldo, de ilusión.

«Dale, dale Booooo, queremos la Coooopa». Ella, la Copa, «la más linda del mundo», según Riquelme, es la única razón de este existir. Fue una imán que hizo que miles y miles de hinchas afrontaran un menú de aventuras de cuento para llegar a Río de Janeiro. En micro, en auto, a pie, en bicicleta, desde San Pablo, desde España, desde Estados Unidos, desde cada rincón de la Argentina. Nadie podrá decir que ellos no hicieron todo para ganar la Séptima.

Hasta vieron el siete a cada paso como si fueran señales de un destino que parece alimentar la euforia, pero que sabe que tiene 90 minutos (o 120 o una nueva tanda de penales) por disputar. «Vamos a dar la vueltaaaaa, en el Maracaná, qué alegría, qué alegría, olé, olé, olá», fue otro boom del banderazo sin fin, ya con el sol dándole paso a la noche, a la última noche, a esa noche en la que seguro nadie pudo dormir, a este día que puede entrar en los libros sagrados del club.

Ellos, los hinchas, los más de 100 mil que llegaron a Río, dejaron el alma y el corazón. Y ahora, le toca al equipo responder por ellos y por la historia del club, para que la gesta sea hazaña, para que esta movilización se convierta en épica, para que Boca, el Boca de Almirón, el Boca de Riquelme, el Boca del héroe Chiquito Romero, el Boca del Matador Cavani y el Boca del Colo Barco, se convierta en el nuevo Rey de Copas.

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