Boca Juniors igualó 1 a 1 con Corinthians de Brasil, con goles de Facundo Roncaglia y Romarinho, por el partido de ida de la final de la Copa Libertadores, que se resolverá la próxima semana, en el Pacaembú de San Pablo.
El conjunto de Julio César Falcioni, que cambió radicalmente su juego del primer al segundo tiempo, se puso en ventaja, a los 27 minutos del complemento, con un gol de Facundo Roncaglia.
Pero Corinthians, tal vez en el mejor momento de Boca, llegó al empate por intermedio de Romarinnho, a cinco minutos del final. De esta manera, la final de la Copa Libertadores quedó abierta y se definirá dentro de siete días en San Pablo.
Cabe destacar que a esta altura del certamen ya no corre el valor doble del gol de visitante como fórmula de desempate. La primera media hora mostró a un Corinthians sólido en el fondo, con mucha presión y movilidad en la mitad de la cancha, pero sin profundidad en ataque.
Pero así como el «10» no tuvo una noche inspirada, tampoco lo ayudaron Walter Erviti, por izquierda, y Pablo Ledesma, por derecha. Entonces, Boca no tuvo fútbol ni volumen de juego y sólo Santiago Silva, con su movilidad, complicó a una defensa que casi no tuvo fisuras.
Un párrafo para el árbitro chileno Enrique Ossés, quien si bien no incidió en el resultado, se equivocó seguido. Primero le sacó ritmo Boca al no sancionar varias faltas y luego perjudicó a Corinthians al no expulsar a Facundo Roncaglia, a los 40 minutos. En el comienzo del segundo tiempo Boca mostró otra actitud y una mayor ambición, a partir de estar mejor parado atrás, de ejercer más presión en la mitad de la cancha, y de consolidar un mejor funcionamiento colectivo.
Pero Boca, producto de ese cambio de actitud, fue y fue y a los 27 minutos llegó al gol. Un tiro de esquina desde la izquierda de Pablo Mouche, derivó en un cabezazo de Matías Caruzzo, en otro de Silva, que Chicáo sacó con la mano sobre la línea (era penal y roja) y luego dio en el palo derecho, pero apareció Roncaglia (tal vez en su último partido) y puso el 1 a 0.
Lo de Ossés a esa altura era de regular para pésimo. Es que acto seguido amonestó a Chicáo. ¿La razón? No se entendió. Encima, a los 40 minutos, llegó el empate, primero porque perdió la pelota Riquelme y después porque Romarinnho (el hijo de Romario), quien había ingresado 180 segundos antes por Danilo, definió exquisitamente, tras un pase bárbaro de Emerson. Fue un final frío y negro. Con sabor a poco.