El DT afronta un partido bisagra ante el Bicho. Balance de una gestión que levantó a Boca pero que necesita un espaldarazo.
Levantó al equipo. Los números lo marcan. Sebastián Battaglia estabilizó a un paciente que llegaba herido, sin triunfos en la Liga, en los últimos puestos de la tabla y casi sin ilusiones coperas en la tabla anual. Y esa mejoría se evidenció en los primeros ocho partidos de su ciclo, con cinco victorias, dos empates y la clasificación por penales a la semifinal de la Copa Argentina. En ese momento, era difícil de imaginar que esa instancia de semi (con Argentinos como rival) se convertiría hoy en un partido tan importante para su ciclo. Sobre todo, por los últimos acontecimientos.
De por sí, desde el momento que la Copa Argentina pasó a ser el principal pasaporte a la Libertadores 2022, se sabía que este partido ante el Bicho tendría alta trascendencia para el club. Sin embargo, el proceso que encaró Battaglia, como DT confirmado al menos hasta diciembre, tuvo en este tiempo una serie de vaivenes que vuelven a este choque todavía más trascendente.
El DT y sus jugadores, ante una instancia clave (Prensa Boca)
Pero primero lo primero. En esas ocho fechas iniciales, el León no sólo levantó al equipo en los resultados y lo volvió a meter en zona de clasificación a la Libertadores por la tabla anual, algo que parecía complicado. También, consiguió darle una fisonomía al equipo, que no llegó a convertirse en una identidad marcada, pero que sí estableció una diferencia con el final del ciclo anterior, el de Miguel Russo.
En efecto, se vio un Boca más protagonista, más ambicioso, más decidido a buscar el arco rival, algo que los hinchas venían reclamando. Fueron, en ese tramo, nueve goles a favor, con un Vázquez como nuevo goleador, que cambiaron el ánimo y el horizonte.
El quiebre
Sin embargo, el superclásico con River marcó un quiebre para Battaglia. La forma en la que el DT afrontó el partido luego de quedar con uno menos por la expulsión de Rojo, lejos del ADN xeneize de ir por más aun en la adversidad más adversa, sumado a sus polémicos cambios (la salida de Cardona primero y la de Rolón y Medina para no perder por más después), provocó que nacieran las primeras críticas.
Pese a eso, el equipo se recuperó con una tremenda goleada en la Bombonera ante Lanús, justamente su principal rival en la lucha por entrar en la Libertadores vía la tabla anual. Y le siguieron otra goleada, 3 a 0 ante Huracán en el Ducó, y otra victoria importante ante Godoy Cruz, que venía invicto en nueve partidos con su nuevo DT. Parecía que River había sido sólo un desliz, apenas un llamado de atención.
El DT todavía tiene crédito en la gente, pero despertó varias críticas (AFP)
Pero la derrota con Vélez devolvió las dudas. Sobre todo, en la forma. Se le remarcó, en ese momento, que Boca otra vez no había dado la talla ante un rival competitivo, un equipo hecho y derecho, aunque tuvo esa sentencia algo de injusticia: Lanús, post superclásico, también fue una gran medida, sobre todo por el contexto. Y el equipo sí había dado ahí una muestra de autoridad, incluso arrancando abajo en el resultado. De todos modos, en Liniers dio otro paso atrás. Y esa sensación se ratificó con el Lobo.
A pesar de que en el segundo tiempo contra Gimnasia, su Boca cambió su actitud, atacó por todos lados y hasta mereció el empate, la sensación de equipo inestable que dejó el primer tiempo, puso otra vez en el escenario la capacidad del entrenador para comandar un barco difícil de timonear sin la experiencia necesaria en el cargo. Encima, lo que para él había sido un atenuante en la derrota en el superclásico (jugar con diez), con Gimnasia tuvo efecto boomerang: el Lobo, con uno menos (fue expulsado Aleman), igual se lo ganó.
En ese marco de confusión, el que terminó de exponer a Battaglia fue quien lo eligió para suceder a Russo: el propio Riquelme. Con su decisión de bajar del micro a los jugadores post derrota con el Lobo, el vice desautorizó al DT al invadir su zona de influencia. Que él haya tenido que ir a darle una charla al plantel que debió ser del entrenador, lo puso en una situación vulnerable. Algo que se confirmó el lunes, cuando el técnico debió salir a explicar y a aclarar que la cumbre con Román fue «positiva».
Battaglia y su capitán tuvieron que salir a hablar de la cumbre con Román. (Prensa Boca).
Fue también la actitud del DT en esa conferencia lo que levantó críticas fuera de lo futbolístico. Ante la primera pregunta, la más caliente de todas, Battaglia le cedió la respuesta a Izquierdoz, como si él fuera un actor secundario de la historia y no el verdadero líder del equipo. El defensor, de hecho, se sorprendió y se tuvo que hacer cargo de la primera explicación pública. Fue el entrenador quien debió protegerlo del momento, plantar bandera y decir: «el DT de Boca soy yo, señores». No pasó.
Por todo, el partido ante Argentinos se le presenta a Battaglia como la gran posibilidad de volver clasificar a Boca a otra final de la Copa Argentina y hasta ir por su primer título como DT (lo que a su vez le daría el ansiado pasaje a la Libertadores 2022, como pidió Riquelme). Pero a su vez, implica algo tan o más importante: la oportunidad de levantar su imagen desdibujada de estas horas post Gimnasia.Play Video
Si su equipo da otra muestra de personalidad, si saca adelante un encuentro más complicado por el contexto que por otra cosa, pues el peligro de que su ciclo corra riesgos inesperados (lleva 14 partidos, con ocho victorias, tres empates y tres derrotas), empezará a disiparse. Mientras tanto, las dudas hoy tiene razones objetivas…
