El presidente estadounidense confirmó la muerte del enemigo público N°1 de su país. Remarcó que “la lucha continúa”, aunque “no es contra el Islam”. Con un gesto adusto y, quizás, la mayor responsabilidad sobre sus hombros desde el inicio de su gobierno, el presidente estadounidense, Barack Obama, confirmó la noticia que las cadenas norteamericanas habían adelantado: la muerte del líder de la organización terrorista Al-Qaeda, Osama Bin Laden.
“Osama Bin Laden está muerto”, anunció Obama, dando la noticia que en secreto se había filtrado en los principales espacios políticos estadounidenses.
El “responsable de la muerte de miles” murió en Paquistán, luego de enfrentarse con un grupo comando estadounidense que seguía la pista del ideólogo del 11-S y el 11-M por el país, basado en informaciones provistas por el gobierno de Ali Azif Zhardari, desde hacía casi una semana.
“El 11-S prometimos proteger a nuestra nación y traer a quienes cometieron este acto ante la justicia”, reflexionó el presidente. “Hoy se hizo justicia”, aseveró.
“El 11 de septiembre fue oscurecido por los atentados”, recordó Obama, quien por entonces era congresista demócrata. “Hubo niños que fueron obligados a crecer sin sus padres o sus madres y miles de ciudadanos quedaron con un gran agujero en su corazón”, comentó.
El jefe de Estado destacó que “gracias al trabajo heroico de los militares (Estados Unidos) pudo evitar ataques terroristas y defender al país”. Con la muerte de Bin Laden, trascendieron diversas versiones que dan cuenta de la posible realización de atentados en Alemania y Asia en el corto plazo.
De todas maneras, la baja del enemigo público N°1 no se traduce en el fin de las operaciones militares aliadas en Medio Oriente. “La lucha contra el terrorismo sigue”, aseguró Obama, en referencia a la capacidad de Al-Qaeda de reestructurarse a pesar del duro golpe hacia el interior de la organización.
“Su muerte no es el fin de nuestros esfuerzos”, reconoció, aunque afirmó que “la guerra no es contra el Islam”.
La conferencia de prensa de Obama limpió las sospechas que pesaban sobre Paquistán, en torno a la jamás probada pero siempre sugerida complicidad entre el país hoy gobernado por el viudo de Benazir Bhutto y la organización terrorista. “Esta tarde telefoneé al presidente Zhardari y ambos coincidimos en que éstas fueron buenas noticias para ambos países”, comentó el mandatario.
Obama agradeció en repetidas oportunidades a los militares involucrados en el operativo, y se dirigió a las familias de las víctimas. “Nunca olvidaremos sus pérdidas”, confió.
“Sabemos bien de los costos de esta Guerra, pero no toleraremos amenazas”, advirtió el líder demócrata, en un mensaje que marca una línea de continuidad con los principales argumentos de su campaña presidencial de 2008, y que hoy puede convertirse en un vector por demás positivo para mejorar la imagen pública de su gestión y postularlo a una posible reelección.
“Podemos hacer lo que nos propongamos. Podemos hacer estas cosas no por poder o ambición, sino por quién somos”, concluyó Obama, quien bendijo al pueblo estadounidense y, en silencio, se retiró. La noticia esperada durante años había sido confirmada.
Fuente: Perfil.com